Hoy en la oración de laudes hemos utilizado el Rezando voy y la canción que introducía el Evangelio era la plegaria de Santa Teresa de Jesús, tan conocida, de "Nada te turbe, nada te espante, sólo Dios basta".
Esa frase, "sólo Dios basta", siempre me ha producido mucha desazón. Me miro a mí misma y puedo responder rápidamente que a mí no sólo me basta Dios, sino que ando la mayor parte del tiempo angustiada por el qué comeré y vestiré, llena de preguntas y autosuficiente, olvidando con demasiada facilidad que lo que de verdad deseo (¿lo deseo de verdad?) es que Él sea mi centro y todo lo demás quede girando en torno a esa intimidad, lo más recóndito y luminoso de mi ser.
¿Sólo Dios me basta? Si sólo Dios me bastara, la alegría sería inagotable y los que están a mi alrededor se verían contagiados por ella. Si sólo Dios me bastara, las preguntas me sobrarían. Si sólo Dios me bastara, la confianza inundaría cada resquicio de mi día a día.
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