"Acuérdese con qué aliento comenzó a servir a Cristo, y no se detenga agora en el camino; mas desnuda de todo lo criado, a Aquel solo encierre en su corazón, que la tiene a ella sellada en el suyo"
San Juan de Ávila
El jueves fue mi último día en secretaría. Se acabó el séneca (programa de la Junta para asuntos administrativos de Educación), las fotocopias, las llaves, las montañas de papeles, atender el teléfono. Y con ellos, todos los que cruzaban a diario el umbral de la puerta: madres, bebés, amigos, desconocidos, vecinos, ilusionados, desesperados, desesperanzados, entusiastas, con el corazón roto y con el corazón rehecho a base de tiritas, novatos, expertos, mentirosos, sinceros, cuerdos y locos.
Estos últimos meses en Sevilla han supuesto mirarme al espejo y encontrarme con que la imagen que intentaba proyectar sobre mí misma no era del todo real. Mis muecas de incomprensión y desprecio ante una realidad que ni entendía, ni amaba. Toparme con que el dinero y la seguridad me importaban mucho más de lo que pensaba. Asistir aterrada a los zarapazos de algún monstruo que creía desterrado.
Pero también, y por encima de cualquier otra circunstancia, he sido feliz gracias a todos los que cruzaron aquella puerta. Por mi comunidad de Jesús-María, por los amigos, por la gente de La Providencia, de Jesús Obrero y del Arrupe, por Sevilla, por los niños y por las mujeres, por todos los que empujaron para que lo que traíamos entre manos saliera adelante.
Me cuesta mucho dejar Sevilla. Mucho. Mucho. Por lo que suponía esta ciudad para mí antes de venir y por lo que se ha convertido en estos meses. Porque me encanta en todos los sentidos, pero más que nada en el sentido preciso de los amigos que dejo, los proyectos a medio hacer y que ya intuyo en qué pueden convertirse en octubre, por la vida en comunidad, por el Dios que se me ha revelado.
"Desnuda de todo lo criado", tengo que abrirme y exponerme de nuevo a lo que viene. Y, una vez más, sin ninguna perspectiva de éxito o de utilidad. Como cuando me vine a Sevilla con la maleta. No sé qué me deparará el otoño, ni con qué batallaré, ni ante qué me rendiré. Pero confío en que se produzca de nuevo el milagro y tenga que cerrar la puerta a regañadientes, porque no quiera marcharme.
Ya ves amiga, la lógica de Dios no es la nuestra y no hay más que avanzar para ver como nos sale al encuentro, como nos sorprende... a veces de una a veces de otra forma, pero sus guiños con constantes, aunque a ratos cueste verlos. Gracias por todo, por nuestros ratos muertos en la secretaria, nuestras charlas, nuestras lágrimas compartidas y nuestras risas tontas, por nuestra oración comunitaria... vamos, por COMPARTIR VIDA... y con la fiesta del Corazón de Jesús tan cerca me sale decirte esa frase de Casaldáliga que ya me has oido alguna vez: Al final del camino me dirán ¿Hasvivido? ¿Has amado? y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres... en eso consiste en seguir a ese Dios que nos enamora amiga, en llenarnos el corazón de nombres. Un abrazo fuerte, y nos vemos en na!;)
ResponderEliminarGracias por tu testimonio Bo... ¡¡impresionante!!, cuídate mucho linda...
ResponderEliminarUnidas en el amor al Único
volvoreta