viernes, 31 de diciembre de 2010

Una experiencia única en Mozambique




Alexia y Jorge, un joven matrimonio, vuelven de su experiencia misionera en Mozambique. Llenos de emociones, vivencias y alegría nos cuentan cómo han sido esos meses en el país africano, compartiendo su tiempo y su vida con las hermanas combonianas y con el pueblo mozambiqueño.

¡Gracias por dejarnos a los demás asomarnos a lo que habéis vivido!

Aquí va su relato misionero...

Nunca hubiéramos imaginado cuando estábamos en Etiopia hace dos años, de luna de miel tras nuestra boda, que gracias al Padre Adelmo, comboniano que venía a dar misa todos los días a la comunidad de las hermanas con las que estábamos trabajando, nos íbamos a “enganchar” tanto a esta orden. Fue allí en Etiopia donde descubrimos de ”puntillas”, una nueva forma de vivir con el pueblo africano, y gracias a la Hermana Lola, que con gran entusiasmo nos mostró los proyectos de capacitación de mujeres que llevaba hacia delante, y al Padre Adelmo, nos quedamos con la sensación de que merecería mucho la pena realizar una experiencia con los/las combonianos/as.

Debió ser una muy buena sensación, porque al pasar un año, Dios nos puso en el mismo sitio y en el mismo lugar, a otras dos hermanas, pero ahora en Madrid, y en la propia casa provincial de las combonianas. En ese momento, Elvira y Expedita, que de aquí en adelante se convertirán en nuestras “madrinas misioneras”, nos invitaron a vivir una experiencia de misión comboniana. Al final, nuestro destino parecía claro, y aunque nosotros queríamos ir a un país de habla española, Dios de nuevo con la ayuda de Elvira, enamorada de su Mozambique, quisieron que fuéramos a este país durante tres meses. Y nosotros por supuesto, aceptamos encantados.

Llegamos a Nampula a la casa provincial después de un cansado viaje desde Malawi, y desde que pusimos el pie en esta casa, hasta que salimos de ella tres meses después, la sensación fue de sentirnos a gusto y bien ACOGIDOS por parte de todas las hermanas con las que compartiríamos esta experiencia. Una ACOGIDA con mayúsculas, pero sencilla, sin muchas ceremonias, haciéndonos sentir parte de allí, como si ya nos conociéramos aunque hiciera pocos minutos de encontrarnos. Después de un tiempo con ellas, una de las hermanas, nos dijo que la manera de acoger de las combonianas la han aprendido del pueblo, porque a ellas, a los demás, el pueblo las acoge así, con lo mucho o poco que tienen pero sin reservas. Esto sería el primero de muchos aprendizajes vitales que nos hemos traído en la mochila de nuestra experiencia.

De Nampula, fuimos a Alua, la misión donde permaneceríamos hasta nuestra marcha allá por diciembre. Llegamos de noche, y no pudimos ver hasta el día siguiente lo bonito del lugar en el que estábamos. Un lugar lleno de palmeras, debajo de las cuales se respiraba VIDA, gente yendo y viniendo al hospital, a la escuela, al santuario….lleno de VIDA y de tranquilidad a la vez, alejados de la ciudad y sin muchas de las comodidades a las que estamos acostumbrados, pero que en ningún momento echamos en falta, lo que nos hizo ser más libres.

Dentro de la misión las hermanas tienen lo que allí llaman un Lar, que significa hogar, y que es un internado para chicas con pocas posibilidades, que viven lejos de la escuela y que tienen que vivir aquí durante el curso escolar. Y allí comenzó nuestro trabajo, pasando tiempo con las 36 chicas que allí había, estudiando, jugando, o simplemente hablando y compartiendo su día a día. Volvimos a sentir la gran acogida que las propias chicas nos hicieron y que permitieron que en el mes y pico que estuvimos con ellas, nos sintiéramos de nuevo en casa. También nos dimos cuenta de la “pobreza” de la educación, de lo que es para estas chicas el no saber nada, ni lo más mínimo, hasta creer que no son capaces de aprender. A su vez también nos impresionaron las ganas infinitas de saber, de conocer y de estudiar de la mayoría de ellas.

Mientras realizábamos este trabajo en el Lar, compartíamos nuestro día a día con las hermanas: comíamos, rezábamos, charlábamos por la noche bajo las estrellas,… y en estos tiempos, compartíamos todas nuestras inquietudes, dificultades, alegrías, penas,… y nos admirábamos de que a pesar de la diferencia de edad, de país de nacimiento, de todas las diferencias que había entre nosotros, nos encontrábamos cerca unos de otras. Y gracias a que las hermanas llevan muchos años por aquellas tierras con el pueblo, nos contaban todo lo que nosotros no sabíamos, ni podíamos aprender en el poco tiempo que estuvimos.

Además del trabajo en el Lar, participamos del proyecto de niños desnutridos, donde el problema del hambre nos dio una buena bofetada, al ver como los bebes llegaban en los huesos en brazos de sus madres o abuelas, para conseguir algo de leche o papilla. A pesar de la dureza de estar ante estas situaciones, también fueron muchas las alegrías cuando al pesar a los mismos bebes que llegaron, comprobábamos que engordaban, aunque solo fuera unos gramos, y así esperábamos con ilusión cada lunes a que aparecieran en brazos Lourdes, Faustino o Aureliano, para comprobar que seguían engordando.

Cuando las chicas del lar se fueron de vacaciones, comenzamos a visitar otras comunidades de combonianas para conocer otros proyectos y la vida en otras misiones. A parte, en Alua se nos propuso abrir por las mañanas una guardería/preescolar para enseñar un poquito de portugués a los peques y por la tarde enseñar a leer y dar clases de matemáticas a chicos y chicas más mayores que vivían cerca de la misión y lo necesitaban. De nuevo este trabajo nos encantó, y pudimos compartir muchas alegrías con los más pequeños cuando gritaban una canción, o con los mayores, viendo como aprendían a leer, y hacían sumas y restas. Además era muy bonito conocer a todos los niños de la zona y que cuando paseábamos por la misión todos nos saludasen encantados.

Y así transcurrió nuestra experiencia de la que podíamos contar mil y una cosas, aunque nos vamos a detener a compartir con vosotros lo que nos traemos en la mochila para la VIDA:

• Lo primero el saber ACOGER con lo que uno tiene para que el otro se sienta en casa.

• El saber que el Reino también está allí, en Mozambique o en cualquier otro lugar de misión, a través de mujeres y hombres que dan VIDA allá donde estén.

• Que también hay otra Iglesia más cercana al pueblo, que se plantea las incoherencias de sus actos y que trabaja la primera para mejorar en la medida de lo posible las vidas de los otros.

• La necesidad de vocaciones misioneras para llevar a cabo el trabajo de misión, porque a pesar de las misioneras (para nosotros “supermujeres”) el trabajo es mucho, y a lo mejor hay que plantearse la corresponsabilidad de los laicos con las misiones y nuestro papel en ellas.

• Como siempre en estas experiencias, nos damos cuenta de nuestro exceso de necesidades que llamamos vitales en nuestro primer mundo, y de lo incoherentes que somos con el evangelio en el momento en que ponemos el pie en Europa.

• La riqueza humana que nos llevamos al haber compartido con las hermanas, hermanos y padres combonianos misioneros este tiempo. Algunas han conseguido meterse en nuestros corazones y hacerse un hueco muy especial donde poder mirarnos y aprender.

• Y ya para terminar agradecer a Dios y a “nuestras madrinas” el haber hecho de esta experiencia algo único.


Oración de Fin de Año



 Las misioneras combonianas os invitamos a despedir el año con esta oración. Una oración en la que dar gracias, pedir perdón y presentar a Dios nuestros sueños, proyectos y deseos para que el 2011 se convierta en un año  lleno de más Justicia, Paz y Amor para todos y cada uno de los hombres, estén donde estén.


ORACIÓN DE FIN DE AÑO


Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de ti.

Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.

Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.

También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte.

Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.

En los próximos días iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo TÚ sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.
Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.

Cólmame de bondad y de alegría para que,
cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí
encuentren en mi vida un poquito de TI.
Danos un año feliz y enséñanos
a repartir felicidad. Amén

Si...




“Si creemos en algo, si tenemos en nuestro interior suficiente energía, suficiente pasión y ganas de vivir, podremos encontrar en los recursos que nos ofrece el mundo actual los medios necesarios para hacer realidad algunos de nuestros sueños”.

Amin Maalouf

jueves, 30 de diciembre de 2010

Dios con nosotros




En 1994 dos americanos respondieron una invitación que les hiciera llegar el Departamento de Educación de Rusia para enseñar moral y ética en las escuelas públicas basada en principios bíblicos. Debían enseñar en prisiones, negocios, el departamento de bomberos, de la policía y en un gran orfanato. En el orfanato había casi cien niños y niñas que habían sido abandonados y dejados en manos del estado. De allí surgió esta historia relatada por los mismos visitantes:

"Se acercaba la época de las fiestas de 1994, los niños del orfanato iban a escuchar por primera vez la historia tradicional de la Navidad. Les contamos acerca de María y José llegando a Belén, de cómo no encontraron lugar en las posadas por lo que debieron ir a un establo donde finalmente el niño Jesús nació y fue puesto en un pesebre. A lo largo de la historia los chicos y los empleados del orfanato no podían contener su asombro. Algunos estaban sentados al borde de la silla tratando de captar cada palabra. Una vez terminada la historia les dimos a los chicos tres pequeños trozos de cartón para que hicieran un tosco pesebre. A cada chico se le dió un cuadradito de papel cortado de unas servilletas amarillas que yo había llevado conmigo. En la ciudad no se podía encontrar un sólo pedazo de papel de colores.

Siguiendo las instrucciones, los chicos cortaron y doblaron el papel cuidadosamente colocando las tiras como paja. Unos pequeños cuadraditos de franela cortados de un viejo camisón que una señora americana se olvidó al partir de Rusia fueron usados para hacerle la manta al bebé. De un fieltro marrón que trajimos de los Estados Unidos cortaron la figura de un bebé. Mientras los huérfanos estaban atareados armando sus pesebres yo caminaba entre ellos para ver si necesitaban alguna ayuda. Todo fue bien hasta que llegué donde el pequeño Misha. Parecía tener unos seis años y había terminado su trabajo. Cuando miré el pesebre quedé sorprendido al no ver un sólo niño dentro de él sino dos. Llamé rápidamente al traductor para que le preguntara porqué había dos bebés en el pesebre. Misha cruzó sus brazos y observando la escena del pesebre comenzó a repetir la historia muy seriamente.  Para ser el relato de un niño que había escuchado la historia de Navidad una sóla vez estaba muy bien hasta que llegó la parte donde María coloca al bebé en el pesebre. Allí Misha empezó a inventar su propio final para la historia, dijo:

"Y cuando María dejó al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar para estar. Yo le dije que no tenía mamá ni papá y que no tenía un lugar para estar. Entonces Jesús me dijo que yo podía estar allí con Él, le dije que no podía porque no tenía un regalo para darle. Pero yo quería quedarme con Jesús, por eso pensé qué cosa tenía que pudiese darle a Él como regalo. Se me ocurrió que un buen regalo podría ser darle calor. Por eso le pregunté a Jesús: 'Si te doy calor, ¿ese sería un buen regalo para ti?'. Y Jesús me dijo: 'Si me das calor, ese sería el mejor regalo que jamás haya recibido'. Por eso me metí dentro del pesebre y Jesús me miró y me dijo que podía quedarme allí para siempre."

Cuando el pequeño Misha terminó su historia sus ojitos brillaban llenos de lágrimas empapando sus mejillas; se tapó la cara, agacho la cabeza sobre la mesa y sus hombros comenzaron a sacudirse en un llanto profundo. El pequeño huérfano había encontrado a alguien que jamás lo abandonaría ni abusaría de él.
¡Alguien que estaría con él para siempre!.

Y yo aprendí que no son las cosas que tienes en tu vida lo que cuenta sino quienes tienes lo que verdaderamente importa."





lunes, 13 de diciembre de 2010

El descendente




Lo pensé mientras veía a la cápsula Fénix deslizarse hacia las entrañas de la tierra para rescatar a los 33 mineros chilenos: vaya parábola para entender un poco mejor lo que celebramos en Navidad y para acercarnos a Belén, además de con la consabida ovejita y el tarrito de miel, con la pregunta de si dan razón por ahí de un tal “Jesús el descendente”.

El tema del ascenso/descenso es determinante para entender este mundo de feria en que vivimos, subiendo o bajando como caballitos de tiovivo: sube el Tea Party, baja Obama; sube Tomás, baja Trini, vuelve a subir Trini; suben los dividendos de los bancos, bajan las pensiones; suben los parados, la factura de la luz y la previsión de gastos de la JMJ; bajan las partidas para proyectos de desarrollo y las posibilidades de papeles para inmigrantes. Y en medio de este sube y baja y con tanta gente empujando y dando pisotones con tal de ascender, alguien calladamente decide bajar y señala como dirección de su GPS vital: “lugares de abajo”. Censado en lugares tan poco emergentes como Belén o Nazaret, conociendo de primera mano lo que es vivir “abajo” y “fuera”, incardinado entre aquellos que ni entonces ni ahora tienen sitio en las posadas del mundo, encabezando su lista de contactos con los nombres de unos curritos que cuidaban ovejas por cuenta ajena; colando de paso junto a ellos a todos los que siguen yendo por la vida sin currículum, sin master y sin Erasmus, porque a los 16 años ya estaban subidos a una patera o fregando portales.

Empeñado de mayor en bajar a buscar a la gente más hundida, en hacer saltar por los aires las sentencias que los aplastaban (“está leproso”, “es una pecadora”, “es ciego de nacimiento”, “está muerta”, “ya huele mal”…), para auparlos hacia la vida con la autoridad de su palabra: “queda limpio”, “vete en paz”, “recobra la vista”, “está dormida”, “¡sal fuera!”.  Estamos avisados: una de las consecuencias de asomarnos a ver al niño Jesús, tan tierno y calladito en su pesebre, es que la visita puede dejarnos irremediablemente registrados en el colectivo de “Afectados por el Descendente” y sin más manual de instrucciones para el descenso que su Evangelio.

Si nos animamos a seguir paso a paso sus indicaciones, podríamos empezar por nosotros mismos y arriesgarnos a bajar al agujero negro de nuestros errores, fracasos y fangos varios: nos llevaremos la sorpresa de descubrir que Otro los ha visitado antes que nosotros y los ha iluminado con su presencia. Y ya que estamos por esos bajos fondos, podemos aprovechar para desalojar al yo “trepa/okupa” que se esconde en nuestro sótano con su lista de pretensiones. Es increíble la cantidad de espacio que libera cuando se retira y la de nombres que empiezan a cabernos dentro, aparte del alivio de bajarnos del escalón del personaje y ser sencillamente lo que de verdad somos.

Paso segundo: negarnos a calificar una situación de definitivamente bloqueada, una herida de incurable o una brecha de irremediable, porque estaríamos entonces negando al Descendente su poder de sanar y transfigurar cualquier realidad.

Paso tercero: habitantes de una superficie en la que sólo se valora a los que ascienden y que se ha hecho experta en ignorar y ocultar los “lugares de abajo”, discurrir en que “Fénix” podemos montarnos para bajar al encuentro de los sepultados por tanto derrumbamiento. No bajamos solos: delante de nosotros va el Experto en rescates, el que descendió a los infiernos, el Primer nacido de entre los muertos. En él, el Eterno ha entrado en el tiempo, el Inmenso se ha hecho pequeño, el Altísimo se ha abajado, el Silencioso se ha vuelto Palabra.

No será difícil encontrarle: según sales de Belén, dejas atrás la posada, sigues en dirección Sur, llegas a un descampado donde suele haber rebaños y pastores y cerca hay una cueva donde se guardan animales en invierno. Al entrar, encontrarás un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. No tiene pérdida.

Dolores Aleixandre RSCJ
ALANDAR Dic. 2010

martes, 7 de diciembre de 2010

Un hogar para las niñas de Mozambique



Poco a poco se aproxima el día de mi despedida, el día en que tendré que dejar mi misión de Mozambique. Sé que un día volveré, pero me duele salir y al mismo tiempo se que lo necesito, necesito descansar y seguramente me hará bien regresar a mi tierra, España, de la que salí hace casi 19 años.

Me voy con el corazón cargado de agradecimiento a este pueblo mozambiqueño que con tanto cariño me ha acogido siempre, desde mi llegada en 1991. A lo largo de todos estos años he podido vivir infinidad de experiencias que me han ayudado a “crecer por dentro” para decir que me siento muy enriquecida espiritual y humanamente.

Estos últimos 4 años los he vivido en Nampula, provincia al norte del país, en un barrio llamado Muahiviri Expansão, precisamente por ser una zona de la ciudad que se está expandiendo mucho, y como todo Mozambique en general es un barrio lleno de VIDA, de movimiento, lleno de niñas y niños que te saludan al pasar: “TATA IRMA” la verdad es que es increíble la cantidad de chiquitines que adornan las calles, son imágenes preciosas que me llevo guardadas en mi memoria.

Vivo con dos hermanas: Carmelina y Assunta, las dos ya superaron los 70 años de edad y son un tesoro de sabiduría y de modelo de amor para los más pobres. Las dos son italianas. Carmelina visita periódicamente Marattani, que es el nombre del lugar donde el gobierno ha instalado el centro de acogida para refugiados. Ahí Carmelina se encuentra con personas provenientes del Congo, Burundi, Ruanda, Somalia y Eritrea y todas en casa participamos de las experiencias de sufrimiento que estas personas viven. Assunta se dedica en cuerpo y alma a los más pobres del barrio: señoras viudas o abandonadas por el marido que tienen sobre sí 4 ó 5 hijos que mantener, enfermos de sida y viejecitas abandonadas.



Justo al lado de nuestra casa está el “LAR ELDA”, o sea, Hogar Elda, que es una casa para acoger a niñas. La mayoría de estas niñas son huérfanas a causa del SIDA, todas provienen de familias extremadamente pobres, lo que en muchos casos degenera en serios problemas de alcoholismo, prostitución y total desintegración familiar. Por ello decimos que son niñas en situación de riesgo; riesgo de acabar en la calle y en la prostitución. A estas niñas he dedicado mi vida en estos últimos años, ellas han sido mis maestras en el arte de amar, con ellas he aprendido lo que significa ser una “Madre de la Nigrizia” como nos quería Comboni.

En esta sociedad Mozambiqueña la situación de los niños y niñas es muy preocupante. El SIDA, y la situación de extrema pobreza en que vive la mayor parte da la población ha dado lugar al fenómeno de los “niños de la calle” que aumentan de día en día.

La Archidiócesis ha abierto un centro para estos niños y otras confesiones religiosas están abriendo casas para acoger a los chicos de la calle, nosotras hemos abierto esta casa para las niñas, ellas no se ven en las calles, al menos de forma tan evidente pero si son muchas las que son utilizadas como esclavas, maltratadas y sin posibilidad de ir a la escuela. La situación nos preocupa mucho pues son estas pequeñas las víctimas más vulnerables para el tráfico humano que aquí es un tema muy candente, estas niñas desamparadas son “mercancía fácil” que serán utilizadas después para la prostitución, sobre todo en el país vecino de África del Sur.


iLa historia que cada una de estas niñas carga sobre sus espaldas siempre me impresiona, como ejemplo cuento la de Inés, ella tiene 10 años y ha llegado a nuestra casa recientemente. Tiene un carácter alegre, es inteligente y especial para el teatro. Su papá murió de SIDA y su mamá lo padece,. Desde la muerte del papá la mamá con sus 4 hijos vive en pobreza extrema y fue la misma mamá que nos trajo a Inés. Hace unos días encontré a Inés sentada sola, me senté a su lado y le pregunté si todo iba bien, entonces ella me dijo: 

“Estoy muy triste, de vez en cuando me quedo muy triste, sí, de repente…” 

Traté de escuchar y entonces abrió su corazón para dejar salir todo el dolor que cargaba. Me habló  de cuando murió su papá y a continuación murió su hermanito de 5 años, de hambre y de cómo ella tuvo que ir a casa de una señora para trabajar, con 7 años lavaba la ropa, buscaba agua cargando cubos de 10 litros sobre su cabeza, buscaba leña, y además era maltratada. No puedo explicar lo que sentí contemplando a esta pequeña que lloraba sin consuelo liberándose del dolor que la oprimía. ¡Como puede un niñita soportar tanto dolor!

Junto al Hogar de las niñas viven mamá Teresa y papá Antonio, ellos son los Papás del Hogar y se dedican en cuerpo y alma a las niñas, son un auténtico testimonio de lo que es ser cristiano, de lo que significa haber entendido el mensaje de Jesús.


Actualmente son 40 las niñas que viven en el hogar, la más pequeña tiene 5 años y la mayor 18; la mayoría llega al Hogar sin saber leer ni escribir, muchas nunca han ido a la escuela, así que toca poner manos a la obra. Se vive un ambiente de familia donde las grandes cuidan de las pequeñas y juntas cocinan, limpian la casa, cuidan de las gallinas, siembran tomates y disfrutan también de las danzas, teatros y canciones que son el mejor instrumento pedagógico para recuperar la autoestima y la alegría.

Desde el año 2003 que fue abierta esta casa han pasado por aquí muchas niñas que ahora son jóvenes mujeres felices. Algunas se casaron, otras siguen estudiando cursos superiores y siempre vuelven aquí, “su Hogar” su casa y su familia para saludar, pasar algún día de vacaciones y contarnos sus preocupaciones.

Sólo me queda agradecer a Dios por esta “Escuela de Vida” que me ha regalado, y agradecer a cada persona que de una manera u otra hacen que esta obra siga adelante, a quienes viven junto con las niñas y a quienes con su oración y cariño o contribución económica posibilitan un futuro más bonito para estas niñas.

Gracias de todo corazón;
Mari Carmen López Galán
(Misionera Comboniana)

lunes, 6 de diciembre de 2010

Me voy a dejar llevar



Se abre el movimiento de la imprecisión
una melodia que se me escapó
esa flor de día que se marchita,
así me siento yo.

Fue soplar las velas y en ese apagón vi pasar mi vida
y aunque me gustó,
deja que te pida, si tu me permites,
contigo me voy.

Ahora me voy a dejar llevar
voy a callarme y escuchar
prometo que esta vez voy a confiar en ti.

De pelear mucho y ya me cansé
tanto sufrimiento para llegar aquí
ahora un nuevo dia parece decirme:
"Déjate llevar".

Ahora me voy a dejar llevar
voy a callarme y escuchar
prometo que esta vez voy a confiar en ti.

Sueño con las luces de hogares llenos de un murmullo lejano que no es ajeno,
cúbreme de besos,
abrazame fuerte y dejate llevar

Es que me voy a dejar llevar
voy a callarme y escuchar
prometo que esta vez voy a confiar en ti.

Me voy..

domingo, 21 de noviembre de 2010

De igual a igual





Soy bolita en Italia,
soy colombo en Nueva York,
soy sudaca por España
y paragua de Asunción

Español en Argentina,
alemán en Salvador,
un francés se fue pa' Chile,
japonés en Ecuador

El mundo está amueblado
con maderas del Brasil
y hay grandes agujeros
en la selva misionera

Europa no recuerda
de los barcos que mandó
Gente herida por la guerra
esta tierra la salvó

Si me pedís que vuelva otra vez donde nací
yo pido que tu empresa se vaya de mi país
Y así será de igual a igual
Y así será de igual a igual

Tico, nica, el boricua,
arjo, mejo, el panameño
hacen cola en la Embajada
para conseguir un sueño

En tanto el gran ladrón,
lleno de antecedentes,
si lo para Inmigración
pide por el presidente

Los llamados ilegales
que no tienen documentos
son desesperanzados
sin trabajo y sin aliento

Ilegales son los que
dejaron ir a Pinochet
Inglaterra se jactaba
de su honor y de su ley

Pajaritas de papel


Para Marcela y todas las soñadoras que, gracias a Dios, hay repartidas por el mundo

Por el año que vivimos juntas, por los fuegos artificiales, las posibilidades, los encuentros y despedidas, por tu sonrisa, por el "ah, ¿pero tú también?", por las horas en tu cuarto de la esquina, por los secretos, por la Pascua y la caja de mariquitas, por Zambia, por Haití, por los cafés.

Por las pajaritas de papel.
Keep on dreamin'!


viernes, 19 de noviembre de 2010

Lo posible



Sabes, pasó.

Sin más. O quizás con todo lo demás.

De repente, el mundo parece ancho y posible y yo estoy en él.

Y todos mis esfuerzos,
mi resistencia
los miedos
se han abierto de par en par y te han dejado pasar.

Desde luego, no he sido yo.
Así que supongo que habrás sido Tú.

Me siento sentada a la mesa, abriendo regalos sin parar, desempaquetando cajas con lazos de colores en el día de mi "Feliz-no-cumpleaños".

Y tengo tantas ganas de bailar...


jueves, 18 de noviembre de 2010

Olvidados por casi todos


En la revista 21 hemos encontrado este artículo sobre la difícil situación de los beduinos, en el desierto de Judea, abandonados tanto por palestinos como por israelíes. Las misioneras combonianas tratan de darle un futuro mejor a través de la educación.


Nos encontramos en pleno desierto de Judea, en el área geográfica comprendida entre Jerusalén y Jericó; en el lugar que los Acuerdos de Paz firmados en Oslo entre palestinos e israelíes denominaron “Zona C”. Allí, en terrenos desérticos e inhóspitos, donde el calor del verano es sofocante y el frío del invierno llega a ser helador, habita marginada, tanto por las autoridades palestinas como por las hebreas, la comunidad de beduinos Jahalin.
Su vida transcurre en un territorio degradado, que a menudo alberga los vertederos de basura a cielo abierto de los barrios árabes de Jerusalén Este. Las haimas y las barracas de precaria construcción son los únicos edificios permitidos en un lugar donde la construcción está terminantemente prohibida desde 1993. La mayoría de las chabolas carecen de agua corriente, de luz eléctrica y de servicios higiénico-sanitarios.

Estas circunstancias, unidas a los altos índices de pobreza, de paro y de discriminación hacen mella fundamentalmente en el sector más vulnerable de la población: los niños más pequeños, que se ven imposibilitados para asistir a la escuela infantil, y que, para estudiar en las escuelas de la UNRWA (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos), situadas a 30 km, deben buscar quien les transporte cada día poniendo en riesgo sus vidas en las cunetas de carreteras con tráfico intenso.


En el año 2008, las misioneras combonianas comenzaron a trabajar con los beduinos Jahalin. El suyo es trabajo arduo, en el que diariamente han de sortear infinidad de dificultades. Su dedicación, que a veces no es bien comprendida, tiene como única finalidad colaborar con los más desfavorecidos.

Las hermanas combonianas han hecho de la educación de los más pequeños una prioridad, y con ayuda de diversas organizaciones civiles y religiosas, como un grupo de arquitectos de la ONG italiana “Vento di Terra”, jóvenes voluntarios hebreos canadienses o los Rabinos israelíes por los Derechos Humanos (RHR-il), lograron levantar una de las escuelas más peculiares que probablemente haya existido nunca: un edificio con cuatro aulas espaciosas, un despacho para la administración, patio y servicios, construido con 3.000 neumáticos rellenos con tierra. La escuela ha sido reconocida por el Ministerio de Educación de la Autoridad Palestina, pero ha desafiado la estricta prohibición de edificar en la zona. Mientras esperan la resolución de los tribunales, que podrían ordenar su demolición, en el colegio se imparten clases con total normalidad.

Tras esta escuela han llegado las de los más pequeños. Las maestras beduinas y los miembros de la comunidad Jahalin denunciaron la casi nula preparación de los alumnos que ingresaban en los cursos de primaria. Pero para estos pequeños no había escuela infantil. Y las condiciones de la zona incrementaban las dificultades a las que normalmente se enfrentan los más desfavorecidos a la hora de escolarizar a sus hijos: el bajo rendimiento escolar y la alta incidencia de absentismo y abandono, sobre todo entre las niñas, debidos a la carencia de habilidades sociales necesarias para seguir la disciplina y el ritmo de la escuela.

Finalmente, se llegó al acuerdo de acondicionar la mínima infraestructura existente (tiendas y barracas compatibles con las restricciones de construcción) y establecer una red de escuelas infantiles en los campamentos beduinos, capaces de albergar, en una primera fase, a 120 niños y niñas. Además, se daría formación a 10 jóvenes maestras beduinas en el centro Al Sabah de Jerusalén Este, en cursos intensivos de educación infantil de tres meses de duración.

La hermana Alicia Vacas, dirigió su petición de ayuda a Manos Unidas, que, tras estudiarla y valorarla, decidió hacerse cargo del establecimiento de esta red de escuelas infantiles en los campamentos beduinos de Anata, Khan Al Ahmar, Al Jabal, Wadi Abu Hindi y Abu Nawar, y de la formación de las maestras.

Manos Unidas se ha sumado con entusiasmo a este proyecto destinado a mejorar la vida de los niños beduinos Jahalin, niños víctima de un conflicto que ellos no han provocado y que dura ya demasiado tiempo.

En la aprobación de sus proyectos Manos Unidas no hace ninguna distinción por raza, religión o país y únicamente tiene en cuenta el bienestar y el desarrollo de los más desfavorecidos, en este caso, los niños.


martes, 16 de noviembre de 2010

Yo te saludo, África


Cuando el viajero recorre por primera vez los caminos de Centroáfrica, no puede evitar quedar sorprendido por la intensidad que llegan a adquirir los intercambios de saludos con las gentes a las que encuentra. Si atraviesa el país en coche, bastará un sencillo movimiento de manos alzadas para que los lugareños, al borde del camino, reconozcan el gesto y lo devuelvan multiplicado, mediante un sonoro y risueño «Merciiiii!», mientras el vehículo continúa avanzando sin remedio sobre la tierra ocre y los ecos del agradecimiento se pierden en el aire. Si, por el contrario, transita a pie, contará con algunos segundos más para mirar a los ojos de la persona con la que se cruza y, aun sin conocerla, dirigirle en lengua sango un sencillo «Bara ala» (Yo le saludo), que seguramente desencadenará parecida reacción.

En ambos casos, lo habitual es que el viajero se sienta gratamente reconfortado por los benéficos efectos de su voluntad de acercarse, tímidamente siquiera, a quienes siempre tuvo tan lejos. Es difícil que ese «Merciiiii!» no llegue a sus oídos con una mezcla de calidez y reconocimiento. Quienes lo pronuncian parecen hacerlo con tanta alegría como sorpresa: los has mirado, los has identificado, los has hecho visibles, los has traído a tu vida por un instante.

Pongamos ahora que el viajero es, además, un cooperante o un misionero. Alguien que llega a servir, a ofrecer su tiempo y sus manos entre aquellos que ya le anticipan su gratitud. ¡Qué mejor manera de arrancar su experiencia, de saberse acogido, de creer que el primer paso está dado! La anécdota, sin duda, resultará hermosa entre las fotos que en Europa todos aguardan: las del mercado caótico y bullicioso con telas de mil colores colgando de cada puesto, las de los niños sonrientes de mirada traviesa, las de los atardeceres que hacen arder la selva de naranja. Las que yo también envío, de cuando en cuando.

¿Porque esto es África?

No, las cosas no son tan sencillas. Afortunadamente.

Alguien especial me prometió, unos meses antes de venir, que África iba a modelarme, que me haría regresar distinto. Lo que no me recordó, lo que me permitió descubrir por mis propios medios, es que, para modelar el barro, es preciso primero derretirlo, deshacerlo. Des-hacerlo. Es decir, acabar con aquello que ya parecía hecho, perfilado, terminado… para volver a empezar. Para recrear lo que se había secado y fosilizado, humedeciéndolo y dándole nueva forma.

Yo me des-hago un poquito en este rinconcito del mundo cada vez que siento la derrota de mi cuerpo y de mis fuerzas, las que yo creía tan a prueba de casi todo. El calor húmedo y sofocante, el acecho de las enfermedades, la vulnerabilidad de tus defensas ―que todavía han de tomar la medida a la nueva latitud―, ese sutil pero incesante cansancio que acompaña invariablemente tus pasos a lo largo del día… son como gotas de agua que, cayendo desde lo alto, van horadando poco a poco tus rocosas seguridades, ¿tu pétrea vanidad? Te ponen a ras de suelo, te vuelven del color de la tierra, curan tus expectativas, relativizan tus agobios ―¿qué significará entonces cargar con la cruz del sida?― y te dejan desnudo ante tu humilde condición: no lo puedes todo, eres barro frágil, ahora no tienes que «hacer»: sólo «déjate hacer».

Y sí: yo me des-hago otro poco en este rinconcito del mundo cuando recojo la admiración con la que otros miráis mi presencia aquí, esta apuesta a ojos cerrados, y pongo en el otro platillo de la balanza la infinita pequeñez con la que afronto cada jornada mis quehaceres y mis silencios. Lo que cuentas es que viniste a vivir entre los más pobres de la tierra y lo que vives, sin embargo, tiene exceso de comodidad y poco de desprendimiento, mucho de fatiga y bastante menos de entrega a fondo perdido. Cada vez que acojo falto de paciencia y de ternura a uno de esos niños que, por decenas, vienen desde el amanecer a nuestra puerta para pedir un poco de agua o un cuaderno; cada vez que prefiero quedarme plácidamente encerrado en casa, en vez de salir al encuentro de quienes hoy serán olvidados por casi todos; ¿no escojo, en el fondo, seguir buscándome a mí mismo, por mucho que envuelva tal búsqueda en los atrayentes colores de la solidaridad? Definitivamente, la vasija que soy, la que ha de ir desmigajándose para que el Señor pueda modelar algo nuevo, ha llegado a África sobrada de grietas.

También me des-hago, cómo no, al experimentar en propia carne lo que significa ―aun en mi privilegiada condición― ser el distinto: el que pudo pagarse el largo viaje hasta aquí, el que a duras penas todavía habla la lengua del pueblo, el que se muestra tantas veces incapaz de comprender la cultura local, el que permanece al otro lado de la frontera… El que tiene, sobre todo, un raro color de piel. El blanco de todas las miradas: acogedoras, curiosas, cotillas, exigentes, burlonas o despectivas; pero siempre inevitables y descaradas. Y sólo a veces ―pero también― el blanco del rencor por una historia no reconciliada: la de aquellos, tan blancos como yo, que antes sojuzgaron este continente colonizándolo brutalmente y ahora lo sojuzgan colonizándolo económicamente. Que ¿no? es lo mismo. Con infinita simplicidad, un muchacho me decía el otro día: «El mundo está mal hecho. Los blancos inventasteis el avión para poder venir aquí cuando quisierais, pero nosotros no tenemos permitido ir donde vosotros». Y yo, pasado el primer trago, daba gracias en lo profundo. Felizmente, alguien venía a recordarme eso que siempre decimos con mayor convicción de la que sinceramente albergamos: que no estamos aquí para salvar a nadie.

Que no nos han llamado, que no nos esperaban, que la vida pasa sin nosotros, que no tiene sentido creernos mínimamente necesarios. Que esto no es un decorado levantado a mayor gloria nuestra y que nadie lo desmontará cuando tomemos el vuelo de regreso. Que somos presencias insignificantes en medio de un sinfín de historias que van y vienen. Que cada una de ellas ya tiene ―y seguirá teniendo― su propio afán. Que no he venido aquí, en definitiva, para modelar ningún futuro ajeno, sino para dejar modelar primero mi barro por Aquel hecho carne entre quienes, a pesar de todo, abren un huequecito para darme la bienvenida al filo de sus luchas, sus penas y sus esperanzas.

…Y me des-hago, ojalá, porque no es justo. Porque todavía no hemos traído a la luz el Reino del amor y la fraternidad por el que cantamos y bailamos festivamente, con gozo inmenso, cada domingo. Porque es imposible no deshacerse, siquiera un poquito.

Este es mi barro. Esta es mi debilidad. Estos son los agujeros y las brechas por los que empieza, tal vez, a derretirse algo de lo viejo. O, por lo menos, éstas son las palabras que intentan contarlo. Sobre ellas navego en este momento hacia mis primeros recuerdos de Centroáfrica, para traer de nuevo a mi corazón los sonoros y risueños «Merciiiii!» con que los lugareños, los que se quedaban al borde del camino, correspondían a mis saludos desde el coche. Para sentir ahora que no era yo quien los reconocía, quien los hacía visibles, quien los acogía con la mirada:

¡Eran ellos conmigo!

Con el pequeñito. Con el frágil. Con el que también necesita ser salvado.

Esto tampoco es África. Pero sí el pedacito de África al que voy dando, poco a poco, sentido. Saberme agrietado, presto a derretirme, me quita muchas etiquetas: la de útil, la de necesario, la de competente, la de experimentado, la de cooperante. La de servidor, incluso. Pero me hace saborear la dicha inmensa de que puedo empezar a sentirme en casa…

Humildemente, a echar raíces.

(Fuente: blog ‘El barro del alfarero’, 12/11/2010)

* Alex Segrelles Cuevas es laico marianista, y trabaja actualmente como voluntario en el Colegio Saint Pierre Claver de la Diócesis de Bangassou (República Centroafricana). Más información en su blog y en la web de la Fundación Bangassou


Lo hemos leído en FAST

lunes, 15 de noviembre de 2010

Rabo de nube




Si me dijeran pide un deseo,
Preferiría un rabo de nube,
Un torbellino en el suelo
Y una gran ira que sube.
Un barredor de tristezas,
Un aguacero en venganza
Que cuando escampe parezca
Nuestra esperanza.

Si me dijeran pide un deseo,
Preferiría un rabo de nube,
Que se llevara lo feo
Y nos dejara el querube.
Un barredor de tristezas,
Un aguacero en venganza
Que cuando escampe parezca
Nuestra esperanza
Silvio Rodríguez


jueves, 11 de noviembre de 2010

Las mujeres en la Iglesia



Lo hemos leído en: http://blogs.periodistadigital.com/religion.php/2010/11/09/el-antisigno-de-las-monjas-que-fregaron-


Es tópico y típico, porque repite y mantiene los estereotipos. El espectáculo de las monjas limpiando el altar de la bellísima Sagrada Familia fue, cuando menos, denigrante. Y me dolió. No por las monjas. Habría cientos dispuestas a aceptar el honor de limpiar el altar en esa ocasión tan solemne. Ni siquiera por el gesto: alguien tenía que limpiarlo. Y es un gesto tan digno, como leer una lectura o tocar el órgano (algo que también hicieron otras dos mujeres). Me dolió por la mala imagen que transmitía y, sobre todo, por lo que la imagen encierra y representa.

Y ya sé que es muy fácil criticar lo obvio, pero no por eso deja de ser necesario. Porque la imagen gritaba. Chillaba a los cuatro vientos del planeta y escenificaba la auténtica situación de la mujer en la Iglesia. 1.100 varones, presidiendo. 4 mujeres y monjas, fregando. En vivo y en directo. A la vista de más de 150 millones de telespectadores de todo el planeta. ¿De quién fue la sublime idea? ¿Nadie pensó en el brutal contraste? ¿No tiene la archidiócesis y el propio Vaticano decenas de expertos, ceremonieros y ayudantes litúrgicos?
Me temo que ninguno de ellos se dió cuenta. Porque, entre otras cosas, lo tienen asumido, lo tienen introyectado. Eso es lo que, desde siempre, hicieron y siguen haciendo muchas monjas. O eso creen ellos, porque la verdad es que, en estos momentos, son auténticos "apóstoles" en la educación, enseñanza, atención a los enfermos, en la oración y entre los más desfavorecidos. Pero muchos eclesiásticos siguen pensando en ellas como las "monjitas" de antaño.
Y eso es lo peor. Que nadie se diese cuenta. Porque gestos como ése, en una sociedad mediática y televisada, pueden triturar y dejar por los suelos incluso los frutos de un viaje papal. Y porque denotan y reflejan a la perfección la auténtica situación de la mujer en la Iglesia católica.

Una situación que, por mucho que quieran justificar, es de marginación absoluta. De negación de sus derechos. De desigualdad radical con el varón. Por simple cuestión de género. ¿Cuándo se reconciliará la Iglesia con la otra mitad del cielo? ¿Cuándo honrará de verdad a María, honrándolas a ellas y permitiéndoles el acceso al altar, no sólo para fregar, sino también para presidir?

Y por mucho que se esfuercen, nadie entiende las alambicadas razones teológicas en contra del sacerdocio de la mujer. Ni el "en persona Christi" ni los demás argumentos, que no tapan lo obvio ni lo explican. Su situación en la Iglesia es de escándalo.

Pronto tendremos que pedir perdón por la situación de la mujer en la Iglesia. A mi juicio, uno de los mayores pecados de la institución en la actualidad. Y el peor de los antitestimonios. Se nos pedirá cuenta de ello. Y, como siempre, nos arrepentiremos. Pero tarde.

José Manuel Vida

Juguetes en Uganda

La imaginación de los niños africanos a la hora de construir juguetes es inagotable. Aunque, la verdad, nunca se me hubiera ocurrido que fuera posible esto...


miércoles, 10 de noviembre de 2010

Misión Etiopía: De vuelta a casa II




Otro de los jóvenes que estuvo en Etiopía este verano nos cuenta su experiencia...


1º) Explícame, en unas cuantas palabras, qué te llevas de tu experiencia en Etiopía.

Siento que me ha ayudado a crecer en: Humildad, paciencia, conocimientos, comprensión, compañerismo, confianza en el prójimo, fe en Dios, amor a las personas, obediencia (y éste era un tema complicado), dominio de mí mismo, capacidad de expresión, capacidad pedagógica, idiomas, observación, pensamiento crítico, valoración del esfuerzo, amor a la naturaleza...

Siento que me ha ayudado a despojarme de: presunción, ciertos relativismos, necesidades superfluas, prejuicios...

Es difícil resumirlo, pero creo que estos cambios en mí son el resultado de haber visto la realidad africana y experimentado la vida en una comunidad misionera, aunque sólo fuera en una versión reducida.

2º) Si tuvieras que quedarte con un rostro, una situación, un paisaje, una palabra, ¿cuál elegirías?

Dos momentos: Uno de ellos, junto a Diana y una anciana del lugar, tomando un té a la puerta de una choza. Simplemente fue un momento cómico, pero pudimos llegar a vivirlo porque ocurrió al final de nuestra estancia y nosotros ya nos habíamos liberado de miedos y prejuicios. Si hubiéramos estado allí algo más de tiempo, habríamos formado parte de alguna manera de aquella comunidad.

El segundo momento tuvo lugar durante la fiesta que coincidió con nuestra estancia en Mandura, la famosa fiesta del pájaro. Recuerdo que fui a sentarme un rato junto a Maru, la comboniana mexicana que llevaba allí ya más de un lustro al cargo de la misión y del desarrollo de su (cada vez menos) pequeña clínica. Me pareció admirable, en todos los sentidos y en todas las direcciones, ver cómo las mujeres de la zona que iban llegando a la fiesta se acercaban a saludarle con aprecio y cariño. Igualmente, la propia Maru se acercaba a unas u otras y todo el mundo tenía un momento de atención para ella, su voz y su opinión eran respetadas porque la gente sabía cuántos años de trabajo y esfuerzo estaba dedicando al desarrollo de su comunidad. Aquel fue el momento de coordinar proyectos en marcha, teorizar sobre los pendientes y tener unas palabras de amor y respeto con cada persona. Me impresionó profundamente.

3º) ¿Cómo ha sido tu encuentro con Dios en África?¿en qué lo has sentido con más fuerza?

Quizá el modo más claro de explicarlo sea recordando otro momento: una noche salí a acompañar a un padre comboniano y los jóvenes catequistas de su grupo a la reunión semanal que tienen en una de las pequeñas aldeas que crecen junto a la carretera. Esta aldea había sido escenario de episodios violentos en los últimos meses entre los vecinos, incluído algún homicidio. Aquel había sido día de mercado y los ánimos estaban algo excitados por los negocios del día y las copas de la noche. El ambiente en el pueblo no era bueno, la gente se relacionaba en grupos cerrados y pude escuchar alguna riña. Los catequistas estaban algo apurados por mí, temían que algún vecino me dijera alguna impertinencia y yo me molestase. Pero yo me limité a seguirles, a poner cara de payaso blanco a los niños y de blanco conciliador a los adultos, invitando a todo el mundo a la reunión posterior en la precaria capilla de cañas y techo de zinc.

Cuando llegó la gente a la reunión, yo me senté entre ellos, al fondo de la capilla, lo cual sorprendió a más de uno. La capilla estaba llena y había problemas para acomodarse. Se trataba de una ceremonia especial para (¿los catecúmenos?) la gente que se estaba preparando para el bautismo. Especial quiere decir que era de larga duración, con muchas lecturas y cantos. Al cabo de un tiempo la gente seguía la ceremonia con interés, incluídos los niños, atentos a las palabras del sacerdote y de los catequistas, que se turnaban la linterna para poder leer. Entonces fue la primera vez desde que llegué a esa aldea que pude vivir la paz. Entendí que Dios estaba presente en esa capilla, en cada uno de nosotros y en todos a la vez. Entendí que Dios era necesario en esa aldea, en esa capilla y en mí.

4º) ¿Qué le dirías a otras jóvenes que están pensando en realizar este tipo de experiencia?

Que no lo duden en ningún momento.

5º) Ahora que has vuelto a España, ¿cómo te gustaría darle continuidad a esta experiencia? ¿ha cambiado tu concepto de la misión? ¿Cuál crees que debe ser nuestra misión como jóvenes en Europa?

La misión puede continuar perfectamente en la distancia. Es la ventaja de nuestro mundo. Hay muchas formas apoyar a la misión y aún debo descubrir cuál es la más adecuada a mis posibiliaddes y mis capacidades. Está la vía económica, la material, la educativa, la activista...

Mi concepto de misión no ha cambiado. No conocía ninguna por mis propios ojos, pero como antiguo lector de "Mundo Negro", en general, ha sido bastante parecido a lo que me imaginaba.
Quizá esperaba que fueran comunidades mayores. Es decir, me ha sorprendido la cantidad de actividades que pueden desarrollar grupos de sólo cuatro o cinco personas.

Creo que nuestra misión en Europa es extender entre nuestros allegados (en la familia, en los amigos, en el trabajo, en todas partes) el lema de Comboni: "Salvar África con África".
Este lema es, para mí, el resumen de muchas ideas: la injusticia en el reparto de las riquezas; la dignidad de los africanos, tantas veces pisoteada; la inutilidad de tantos lujos occidentales que significan más penuria para los ya pobres; la validez de los modelos vitales africanos, etc




domingo, 7 de noviembre de 2010

Prudencia



Hay un límite imperceptible entre prudencia y cobardía.
Llamamos prudencia a la seguridad y a la flojera.
Llamamos prudencia al no comprometerse, al no arriesgar nada personal.
Creemos que con la edad aumenta la prudencia;
sin pensar que también aumenta el conformismo.

Todos nos hablan de prudencia, Señor;
pero de una prudencia que no es tuya,
que en vano buscamos en tu Evangelio.
Jesucristo, te damos gracias porque tú no fuiste prudente,
ni diplomático;
porque no callaste para escapar de la cruz,
porque fustigaste a los poderosos
sabiendo que te jugabas la vida.
Los que te mataron, éstos fueron los prudentes.

No nos dejes ser tan prudentes, como para contentar a todos.
“Tu palabra” es hiriente como espada de dos filos.
Además de las bienaventuranzas, también pronunciaste las maldiciones;
es un texto subversivo.

No queremos una prudencia que nos lleve a la omisión.
La terrible prudencia de acallar los gritos de los hambrientos y los oprimidos.
Danos sinceridad, para no llamar prudencia a la cobardía,
al conformismo,
a la comodidad.
No es de prudentes el ser cristianos y el seguir a Cristo.
No es prudente “vender lo que se tiene y darlo a los pobres”.
Es imprudente entregar la vida por Dios y por los hermanos.

Que cuando sintamos la tentación de la prudencia, recordemos que Tú “has escogido la debilidad del mundo para derrotar a los fuertes; y a los estúpidos para confundir a los sabios”.


Porque la prudencia del mundo es enemiga de Dios.

Luis Espinal, sj.

¡Iza las velas y comienza a navegar!


El pasado fin de semana tuvimos el primer encuentro de jóvenes en Madrid. No pudieron venir todos los que quisieron, pero creo que las dos que sí pudimos hacerlo lo disfrutamos al máximo. Aquí va una pequeña crónica de lo que vivimos, que espero que os anime a uniros a nosotras en este caminar misionero.


Comenzamos nuestro encuentro el sábado por la tarde con una breve oración en la que se nos invitaba a ser valientes, imprudentes y un poco locos para atrevernos a echar las redes, a salir a navegar, aunque no sepamos con qué nos vamos a encontrar. Leímos también el pasaje de Lucas 5, 1-11 y oímos la canción de Luis Guitarra "Sois la sal". Tras la oración, Expedita y Elvira nos explicaron en qué consistía el camino que íbamos a empezar y cuáles eran los pilares: Oración, Información y Servicio. Aprovechamos para hablar sobre las distintas misiones que tienen las combonianas a lo ancho del mundo y también sobre nuestros recorridos personales.


Pero quizá la mejor parte del encuentro fue la que nos esperaba después de cenar: el testimonio. La hermana Antonia nos brindó la oportunidad de escuchar de primera mano las vivencias, sentimientos, reflexiones y preguntas de una trayectoria vital centrada en la misión ad gentes. Antonia ha vivido su misión entre Uganda y Mozambique, la mayor parte del tiempo como docente y en contacto con la gente joven. Su testimonio nos dejó "tocadas" en lo más profundo y no sé si con más preguntas que respuestas. Ella insistía que eligiría su vida una y otra vez, por todo lo que le ha ofrecido de experiencias y de gente que le ha ensanchado el horizonte y también, porque se ha sentido instrumento de Dios.


El domingo por la mañana, tras el desayuno, Elvira nos invitó a encender "nuestro barco" con cuatro velitas colocadas sobre una cartulina azul nos introdujo el Evangelio de Mateo e hicimos el retiro a partir de uno de sus pasajes: De las tinieblas a la Luz (Mt 4,12-25). Finalizamos el encuentro yendo a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe para celebrar la Eucaristía.


Nosotras ya hemos izado las velas y nos hemos puesto a navegar, ¿no querrías unirte al viaje?


¡Te esperamos el próximo fin de semana del 21 de noviembre!




lunes, 25 de octubre de 2010

Animación misionera




Expedita Pérez León, misionera comboniana, nacida en Gran Canaria, es la misionera que se está encargado de la animación del octubre misionero en la Vicaría de Las Pamas de G.C. Está teniendo la oportunidad de compartir con jóvenes estudiantes, movimientos juveniles y comunidades parroquiales, su experiencia como misionera en el Sudán.

En esta entrevista, Expedita, habla sobre las actividades que está realizando por motivo del octubre misionero y de su reciente experiencia en Etiopía, este pasado verano, con un grupo de jóvenes.


miércoles, 20 de octubre de 2010

No me hagas caso



No te avengas a mostrarte donde te busco, encamina mi búsqueda allí donde deseas revelarte. No respondas al instante a mis peticiones tan pequeñas, sorpréndelas con tu bondad sin medida y sin usura.

No me dejes satisfecho en los conceptos donde te apreso, ábrelos al saber de ti que no cabe en mi certeza. No recorras conmigo mis calles hasta mi meta fijada, desvíame contigo por las veredas de tu por-venir.

No permitas que te encierre dentro de mi pecho posesivo, distiéndeme entero y con gozo en el juego incesante de tu vida. No me hagas caso Señor, contempla mi ser entero, escucha mis raíces milenarias, y la ambigua claridad de mi deseo. Escúchame en el Espíritu que vive dentro de mí, y me expresa dentro de ti más allá de lo que digo.

¿Quiénes somos las Misioneras Combonianas?

lunes, 18 de octubre de 2010

Dinoperrosaurio



Cuando a una la conocen por dibujar tortugas al natural, la cosa promete. Y si después, viene los dinoperrosaurios y una vaca llamada María Chimichurri...entonces, los lunes se convierten en algo espectacular.

sábado, 16 de octubre de 2010

La impaciencia


¿Sabes, Dios? He estado pensando mucho y ojalá siempre consigas mantenerme impaciente. Siempre me pareció una característica detestable, pero si desapareciese de mí la impaciencia mi forma de querer sería también un poquito más gris.

Soy impaciente, lo sé. Siempre estoy impaciente y mi imaginación se dispara y hace saltar fuegos de colores. Y quiero ya y quiero urgente y quiero estar allí y aquí y en mil sitios y quiero, impacientemente, abrazar y que me abracen. Quiero impacientemente que entremos todos en tu Reino y quiero, impacientemente, que se haga realidad.

Quiero con urgencia
con impaciencia
con exigencia
con denodado convencimiento
no dejar de desear
jamás.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Laicos Misioneros



¿Sabías que existen laicos misioneros? Un matrimonio misionero nos explica desde Canarias en qué consiste pertenecer a los Laicos Misioneros Combonianos y cómo dan cauce a su vocación Ad Gentes:

"Somos un grupo de laicos (solteros, casados, con hijos, sin hijos,... comprometidos con la misión Ad Gentes que nace al abrigo de la Congregación de los Misioneros combonianos fundados por San Daniel Comboni en el siglo XIX.

Estamos presentes en diferentes zonas de la península (Galicia, Asturias, Cataluña, Andalucia, Madrid y Castilla y León) y en Canarias en nuestra isla de Gran Canaria. Nos agrupamos por zonas geográficas y al frente de cada grupo-zona hay un Padre comboniano responsable del grupo. Menos aquí que no hay presencia comboniana y la responsabilidad la llevamos Faina, mi mujer, y yo.

En total somos alrededor de 40 miembros de los cuales 6 están actualmente en misión: una familia de 4 miembros (los padres y dos niños pequeños) y una laica en Perú y otro en Brasil. En años anteriores hemos estado presentes también en Mozambique, Ecuador, República Centroafricana y Méjico. Las estancias son por periodos de tres años renovables a otros tres.

Nos organizamos con una Coordiandora elegida en Asamblea y que lleva la responsabilidad del Movimiento es sus diferentes aspectos (espiritualidad, formación, economía, misión,...)

Como movimiento nos vemos tres veces al año: en la Asamblea General (en verano), en el Encuentro de Diciembre y en la Pascua. A nivel de grupo cada uno se organiza según sus posibilidades (una vez al mes, dos veces al mes,...)

Para comenzar a pertencer a nuestro Movimiento se establece un periodo que se llama de Discernimiento que dura, como mínimo, un año. Luego se solicita a través de una carta, el ingresar en el Movimiento y éste da su aprobación.

Nuestra realidad canaria es un poco más sencilla. Actualmente somos 5 miembros (dos matrimonios y cuatro niños) y una chica soltera. Dos ya somos LMC (Laicos Misioneros Combonianos) y el resto están en discernimiento. Nos intentamos ver una vez al mes, aunque luego las realidades personales y laborales no siempren facilitan los encuentros.

Las reuniones suelen ser formativas, espiritualidad comboniana, su vida y su obra, y terminan con una comida. En ocasiones contamos con la presencia de Combonianos/as que nos aportan sus testimonios.

En fin, esto es a grandes rasgos lo que define a nuestro Movimiento. Si tienes alguna duda o necesitas alguna aclaración ya sabes nuestro e-mail:  faynaluis@yahoo.es El teléfono: 656-263952."


Si quieres saber más sobre el movimiento de laicos misioneros combonianos (LMC), pincha aquí.

martes, 12 de octubre de 2010

Coleguitas


"No hay nada peor que acostumbrarse a Dios, convertirlo en nuestro colega, hasta que deja de sorprendernos. Y empezamos a hacer nuestros planes al margen de Él, esperando que venga a rubricar nuestras opciones en el último momento, como el big boss que nos protege y firma los cheques, porque el resto es cosa nuestra..." Por Marc Vilarassau

lunes, 11 de octubre de 2010

Qué complicado es ser simple

Los montes de Béter



"Abrí yo misma a mi amado, pero mi amado se había marchado..."


Cartas interminables, conversaciones por Madrid, llegando tarde a donde debería haber llegado a tiempo, dando vueltas aquí y allá preguntando quién ha visto a mi Amado.

Y dónde está. Dónde pace a su rebaño. Porqué se tuvo que ir antes de que me diera tiempo a abrirle la puerta.

Salgo por la noche y me monto en trenes y espero que esté a la vuelta de la esquina y me cubra, por fin, de besos.

Las otras muchachas pasean y me preguntan cómo he sido capaz de perderlo. Y yo balbuceo y vuelvo a correr.

"¡Llévame en pos de ti: ¡Corramos!
Méteme, rey mío, en tu alcoba,
disfrutemos juntos y gocemos"

Correré hasta darte alcance
correré y correré,
te agarraré y te meteré en mi alcoba:
ésa en la que entraste una vez,
aquí dentro

dentro
dentro

tan dentro...

Porque "mi amado es mío y yo de mi amado..."


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