SHREK - Para tu información, los ogros somos muy diferentes a lo que creen.
ASNO - ¿Ejemplo?
SHREK - ¿Ejemplo? De cuerdo…ah…los ogros son como cebollas.
ASNO - ¿Apestan?
SHREK - ¡Sí! ¡No!
ASNO - ¿¡O te hacen llorar!?
SHREK - ¡No!
ASNO - Ya sé, si los dejas al sol, ¿se ponen marrones y les salen pelitos blancos?
SHREK - ¡No! ¡Capas! ¡Las cebollas tienen capas! ¡Los ogros tienen capas! ¡Las cebollas las tienen ¿Entiendes? ¡Ambos tenemos capas!
ASNO - ¡Oh! ¡Ambos tienen capas! Pero… No a todos les gustan las cebollas…
Quizás durante este mes me he vuelto un poco “cebolla”, poniéndome esas máscaras de las que hablábamos en la catequesis.
Tras la intensidad de la Pascua, esa relación íntima, profunda y constante que mantuve con Dios el primer mes, fue perdiendo fuerza. No porque la luz se apague, porque una vez Dios te enciende el corazón de verdad, es muy, muy difícil que esto se apague.
Pero sí, es cierto que las capas o las máscaras oculten esa luz. Y una vez que estoy inmersa en el ritmo de mi vida; con sus parones y lo horrible que me resulta la inmensidad del tiempo, o con ese otro ritmo trepidante y la falta de horas en mi día, acabes creyendo que esa luz ya no está, y recurras a tu máscara de autosuficiencia, de actitud distante o de simulada indiferencia para consolarte y justificar tus faltas, tus desencuentros con los demás, con Dios y contigo misma.
Pero la voz está ahí, la de la canción que me invita a mi éxodo personal de mi comodidad, que dice:
Tengo que escapar, tengo que arriesgar
¡Ay de mí si no lo hago…!
¿Cómo escapar de Ti? ¿Cómo no hablar?
Si tu voz me quema dentro…
Y así es. Que tu Voz ahí está en mi corazón humano, solo que con tanta capa y con tanta máscara suena muy bajito.
Pero, te sigo necesitando, Señor.
Sigo estando dispuesta a que toques mi corazón y lo hagas más carne y menos piedra.
Para que al situarme junto al hermano, junto al pequeñuelo, no de piedra al que pide pan.
María de la Fuente
Llama a tu amiga: la experta en "pelar" cebollas ^^
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