viernes, 31 de agosto de 2012

Las coincidencias



"Las coincidencias son pequeños milagros en los que Dios prefiere ir de incógnito" 
san Daniel Comboni

jueves, 30 de agosto de 2012

¡Hasta pronto, Marisa!



La capilla de la Casa provincial se llenó de hermanas, vecinos y personas amigas, en la Eucaristía de ayer por la tarde (martes 28 de agosto) para dar el último saludo a nuestra hna. Marisa Orueta y ofrecer nuestra oración y agradecimiento al Señor per su presencia, su vida, su misión.Fueron muchos los testimonios compartidos de los valores y recuerdos que la hna. Marisa ha dejado en el corazón de muchas personas.

La larga vida misionera por la cual la hna. Marisa, española, siempre se mostró feliz, se desarrolló en Ecuador, México y Perú. Siempre hablaba con satisfacción de haber sido enviada al Ecuador luego de su profesión. Después de su primera “causa común” con las poblaciones afro de la Costa de Esmeraldas había pasado a trabajar con los indígenas de la Sierra Andina, a Sigchos- Latacunga. 

En México acogió a las futuras misioneras de las primeras generaciones de jóvenes mexicanas y al volver al Ecuador, dedicó muchos años a los niños del Colegio de las hermanas Oblatas, en Quito. Más que una profesora era para ellos una amiga, siempre atenta a escuchar sus preocupaciones  y sufrimientos a causa de dificultades y divisiones familiares. No la llamaban ni hermana ni madre, simplemente: Marisa.

También los vecinos la querían mucho; a los enfermos y ancianos les llevaba cada domingo la comunión junto a su comprensión y cariño. La enfermedad de los últimos tiempos no le ha quitado nunca la serenidad, la generosidad en los servicios que podía hacer y en la oración comunitaria en la cual siempre compartía su amor y celo misionero.

Su vida aquí en la tierra ha terminado pero su presencia estará siempre con nosotras. 

miércoles, 29 de agosto de 2012

Isiro grita por la paz




¿Quién ha oido hablar del movimiento LRA?, ¿o del grupo armado M23?, ¿o de otro grupo armado autodenominado “Mai-Mai”?... quizás poca gente, porque la información que se tiene a menudo en los países del norte hace muy poca referencia a conflictos armados en otras partes del mundo.Todos esos grupos, y alguno más, existen y “trabajan”, muy a pesar de la población, en el este de la República Democrática del Congo, un país inmenso en el corazón de África.

Desde hace años no han dejado nunca de amedrentar la población creando mil y un sufrimientos allí por donde pasan; pero últimamente, desde hace unos meses, el este del país es un hervidero de refugiados que huyen de tanto grupo armado. ¿Quién los gobierna? ¿Quién los sostiene? ¿Qué pretenden? ¿Qué beneficio sacan de todo ello?... vaya usted a saber, todo son conjeturas, hipótesis y acusaciones de unos y de otros. En general los medios de comunicación y el gobierno de la R.D. del Congo acusan directamente altos gobernantes de Rwanda, que sostendrían el movimiento M23. Otros acusan también Uganda diciendo que da cobijo a los rebeldes de la LRA. América del Norte también hace suyas estas acusaciones. Pero entre tanto quienes sufren son los miles de refugiados que se han visto obligados a dejar sus pueblos para buscar amparo en los países limítrofes de la zona o en otros lugares más seguros al interior del país.


Detrás de todo esto la codicia de unos pocos. La R.D. del Congo es un país inmensamente rico, con minas de oro, de diamante, de coltán, de uranio…. y eso atrae a sociedades mineras y a particulares que piensan únicamente en obtener beneficios propios, y si para ello hay que matar, pues se hace… y si hay que crear guerras, ¡pues se crean! Además se habla de contratos “secretos” entre gobiernos que no se han respetado, y ahora cada uno defiende lo que piensa que le pertenece. Con todo ello el país en general vive una situación de “inquietud” creciente, porque todo esto se pasa en el este del país, en la región de los grandes lagos, pero ¿quién te asegura que esa guerra no se va a extender al resto del país?

En Isiro, la capital de la provincia oriental, al noreste del país, la sociedad civil ha querido apoyar a tantos miles de refugiados que huyen cada día de esta guerra sin sentido, y han convocado una manifestación por la paz. También nosotras hemos participado, caminando con la gente, desde Mayogo (la zona del mercado) hasta la residencia del alcalde, unos 2 Kms de marcha, para gritar la impotencia de la población, y la inquietud que reina. 



Al final de la manifestación, los representantes de la sociedad civil, han leído un manifiesto en el que han expresado su inquietud por el estado de deterioro creciente de todas las infraestructuras básicas de la región. La zona desde hace mucho tiempo vive postrada en una pobreza creciente debido a su aislamiento del resto del país. Sin carreteras la zona no puede establecer un mínimo de comercio y eso empobrece la zona y encarece los productos.


La gente tenía miedo y, al inicio de la marcha el grupo era bastante reducido, luego se han ido añadiendo alguna persona más, pero en conjunto, la manifestación ha sido reducida. ¡No importa! Ahí han estado y ahí hemos estado con ellos, apoyando, generando confianza. Nuestra presencia como extranjeras en medio de esa manifestación ha sido vista muy positivamente por la gente, ha generado confianza y muchos se han unido a nosotros al vernos pasar.¡Queremos la paz en este país! No una paz de fachada, sino una paz que nazca de la justicia social. Ese ha sido el grito que hoy, la población de Isiro, ha querido dejar claro. Y ese grito también lo hacemos nuestro. ¡La paz, ya!

Mª del Prado Fernández Martín
Misionera Comboniana en Isiro (R.D. del Congo)



martes, 28 de agosto de 2012

Da rienda suelta a la ilusión




"Nada nos puede detener.
¡Prepárate, vamos a poner
el mundo del revés!

No nos van a decir
cómo tenemos que vivir,
decidí dar lo mejor de mi.
No nos van a decir
lo que tenemos que sentir,
porque mi vida depende de mi...
Depende de ti

Si en la vida hoy se anda con rodeos,
haz de tripas corazón,
haz de cada historia una canción
da rienda suelta a la ilusión..."

martes, 21 de agosto de 2012

El poder de un libro




Las misioneras combonianas trabajamos en Isiro, en el noreste de la Republica Democrática del Congo desde hace muchos años. En su día la ciudad de Isiro, así como los pueblos de alrededor, tenían un buen nivel de vida. Después de la guerra de 1997 ya nada ha sido igual. Todo empezó a decaer, empezando por la industria, las carreteras y  las escuelas.

Actualmente es muy difícil tener acceso a la lectura. Son pocas las librerías en Isiro, con escasos libros y muy caros. Poquísima gente se puede permitir comprarlos. En las escuelas los maestros apenas tienen manuales escolares para consultar y preparar sus cursos, y los alumnos pasan de un curso a otro sin haber tenido en sus manos un libro al que considerar “propio”. Los universitarios estudian con fotocopias de los cursos de sus profesores que previamente han escrito a máquina y que después hacen pagar a cada alumno como “derechos de autor”.  Si un alumno no lo compra no puede acceder a los exámenes; no vale eso de fotocopiarlo de otro amigo.

El derecho a la cultura pasa por el derecho a la lectura. Y para estudiar y aprender hay que leer ¡y mucho! Aquí lo de aprender con el ordenador, internet y todo eso nos queda aun muy lejano. Y lo de las bibliotecas “ambulantes” aquí no tiene futuro por la mentalidad que existe: “cojo un libro para leerlo y ya no lo devuelvo, me lo quedo. Que compren más para los que vengan después de mi”.


En el ámbito de la animación misionera en la ciudad de Isiro llevamos a cabo la venta de libros y revistas que tocan aspectos de la misión, de la cultura, geografía política, valores, etc. Son libros editados por los misioneros combonianos en Kinshasa. Vamos a las diferentes parroquias a ofrecer este material, que por tener un formato muy accesible y económico atrae a mucha gente. Son libros y revistas editados tanto en francés como en lingala. Junto a los libros ofrecemos algún otro tipo de material religioso que también es difícil  encontrar allí. 

Pues bien, nos planteamos si esto que es válido para la ciudad podría ser válido también en las zonas rurales donde la gente está muy poco acostumbrada a leer y donde tener dinero para comprar un libro es más difícil. Y así fue como decidimos llevar a cabo una iniciativa muy sencilla pero que creemos muy útil.

Cuando vamos a los diferentes sectores para otras actividades de formación nos llevamos nuestra mochila con algunos libros que creemos les pueden ser útiles. No podemos llevar mucho ya  que el coche no puede pasar y nos vemos obligados a viajar en moto llevando con nosotros el material imprescindible. La gente viene, mira, vuelve a mirar… muchos se van sin nada entre las manos, pero muchos otros vienen y compran algún libro o alguna revista.


En los mercados de los pueblos encuentras muchas cosas, pero nada referente a la lectura o a la cultura en general. Por eso creemos que el servicio que prestamos es muy útil. Es un modo de favorecer el desarrollo personal a través de la lectura.  No queremos ofrecer las cosas gratis porque sería un modo de infravalorar sus capacidades. Es el mismo dilema de siempre: “no se trata de dar de comer sino de que aprendan a pescar”, y eso genera desarrollo personal y autoestima.

Os invito a pensar durante un momento: ¿que sería de vuestra vida si no tuvierais la posibilidad de tener un libro entre las manos? Si hubierais crecido sin poder apenas leer,  ¿seriáis los mismos? Pues por eso, porque creemos en las capacidades de las personas queremos seguir fomentando el hábito de la lectura aunque sea de forma sencilla y discreta. ¡Y en ello estamos!




Mª del Prado, Fernández Martín.
Misionera Comboniana en  Isiro (R.D. Congo)


lunes, 20 de agosto de 2012

Misión+



Con el lema "Ven, ve, vive...¡hazte Misión!" comenzamos nuestro campo de trabajo en la parroquia de Camarate, Lisboa. Nos enviaban y nos retaban a algo aparentemente muy sencillo: compartir nuestra alegría con los niños de tres barrios, que no tienen la oportunidad de ir a campamentos, ni otras actividades de verano que los saquen (al menos por un tiempo) de la realidad complicada y difícil en la que viven.

Porque esta Misión era Más...más allá de nuestras fronteras, más hermosa que nuestros prejuicios, más desafiante, más "cerca", más profunda, más liberadora, más brillante, con más alegría, con más amigos, con más experiencias, con más preguntas, con más respuestas, con más sorpresas, con más...¡VIDA!

Pero esta vez, en vez de soltaros un mamotreto, hemos decidido que mejor lo veáis por vosotros mismos :)


miércoles, 15 de agosto de 2012

Sólo el amor nos alumbra



Llevo dando vueltas por la estación de Oriente, en Lisboa, unas tres horas. Miro la mochila y mis pies y me pregunto si realmente seré capaz de caminar los 100 km que nos separan del santuario de Fátima. Tengo sin embargo, tantas ganas de ver a algunos amigos y a las hermanas combonianas que la pregunta no se mantiene demasiado tiempo en mi cabeza.

¡Allí están, en la segunda planta! Antes de que me dé cuenta, somos casi ochenta personas dispuestas a subirnos al tren que nos llevará a Azambuja, el pueblo desde donde comenzaremos la caminhada. Después de hacer la inscripción y que nos den nuestro librito de peregrinos, compartimos la cena y algunos aprovechamos para ponernos al día de las últimas novedades desde que no nos veíamos. Antes de irnos "a la cama", los animadores y responsables nos explicaron el tema de nuestra peregrinación hasta Fátima: "Ven, ve, vive...¡ve en misión!", así como el motivo central que guiaría las dinámicas que estaban preparadas para cada etapa del camino: la cuerda. De hecho, la cruz que nos acompañaría sostenía un Cristo hecho con cuerdas. Pero, ya es hora de irse a dormir (¡preferimos no pensar a qué hora nos levantamos!) y el padre Carlos nos bendice a nosotros y a los bastones que nos sostendrán durante los kilómetros que nos quedan por delante.


Tres en punto de la mañana.
"Pessoal, bom dia!Vamos, embora!" repite insistentemente el hermano Neto por los cuartos.

Lucho con el saco para que vuelva a la mochila. Tengo los ojos pegados y la misma pregunta en la cabeza que el día anterior "¿Seré capaz de hacer esto?" Saludo en el pasillo a un amigo "¿Has dormido bien?" "Bueno, no he dormido nada, la verdad" Y comenzamos a caminar de noche, con una pieza de fruta en el bolsillo, la linterna y mirando al suelo para no tropezar. Casi está rallando la luz el cielo cuando nos toca girar a la derecha y atravesar corriendo un maizal...¡los aspersores están trabajando! No salgo muy mal parada, pero algunos llegan al final convertidos en "caldo verde". Lo peor no es haber acabado con una ducha matutina, sino que nos hemos equivocado de camino y no queda otra solución que desandar un buen trecho para encontrar el correcto. Pienso en todas las veces que he desandado un camino en mi vida, la de vueltas y curvas que he cogido y las pocas veces que he tenido la certeza de estar en el camino adecuado. Y decido no enfadarme demasiado, aunque me preocupa el sol y el calor que vamos a tener que soportar en grado extra.



Después del desayuno, recogemos de la Cruz nuestra cuerda: nos servirá para presentarnos en pequeño grupo y elegir un nombre, que daremos a conocer en la Eucaristía de la tarde. Llegar hasta Las Laranjeiras va a ser duro: el sol cae a pedazos. Pero los que están mejor, animan a los que ya no pueden más: cantando, rezando, haciendo reír, dando conversación para no pensar demasiado, cargando agua para dar de beber al sediento, cargando la mochila del compañero. Y aunque costaba creer que llegaría...¡allí están los naranjos, allí está la sombra! La carrinha de apoyo nos tiene preparado todo para que sólo tengamos que llegar y desplomarnos en el suelo. Me tumbo al lado de quien me espera, después de quedarme descalza. La brisa nos refresca bajo las ramas de la laranjeira. El sol se asoma entre las hojas. Siento tanta calma y tanta paz que no me movería de allí. Escuchamos un trozo del Passo-a-rezar. Después de la magnífica comida que nos habían preparado, caigo rendida en una beatífica siesta.

A la sombra de los naranjos.

La misa la celebramos allí mismo. Nuestro altar es una nevera de la playa. La Eucaristía nos da aún más fuerzas y más empuje para emprender la tercera etapa. Hasta los más doloridos insisten en continuar a pie. Así que allá vamos de nuevo: Vamos, embora! Nuestra meta está en Santarem, en la casa que los misioneros combonianos tienen allí. Reconozco que mi motivación durante esos kilómetros fue la piscina que decían que había (¡aunque sospeché que se trataba sólo de un rumor!) Bea y yo llegamos de las últimas (para eso somos muy combonianas: "siempre con los últimos" :P) cantando una versión de "Ya están pisando nuestros pies tus umbrales...¡Santarem!" Milagrosamente, llegué sin una ampolla en los pies. Corrí a ponerme el bikini y salté con infinito entusiasmo a la piscina porque no, no era un rumor.



El jueves, lo reconozco, lo empecé con un agujerito negro en el ánimo: uno de nosotros tenía que abandonar la peregrinación por una lesión. Y por si fuera poco, también era el día más difícil y duro "físicamente hablando": cuestas arriba y cuestas abajo. Yo no podía más. Pero es aquí donde entra el ingrediente mágico de la amistad, la fuerza de voluntad y la oración que nos sostenía en vivo y en directo, o a través de los que nos acompañaban desde lejos. Bea tiró de mí y aunque llegué a la hora de la comida con lágrimas en los ojos del cansancio, fuimos capaces de superarlo. Dormir, comer bacalhau, recibir ánimos vía móvil y la Eucaristía hicieron su tarea...Y partimos de nuevo: la sierra de Minde nos esperaba.


Hoy por ti, mañana por mí

"Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene
nada le falta..."

Contra el dolor, cariño y sabiduría.

¡Qué duro fue, qué duro!Las lágrimas de dolor e impotencia corrieron a borbotones, pero...¿nos rendimos?¡No! :) Con paciencia e infinito cariño, nos ayudamos mutuamente para que todos pudiéramos cumplir la promesa que habíamos hecho. Peleamos como jabatos con cada piedra del camino para llegar hasta la cima. Los abrazos y los besos se repartían sin medida. Éramos un equipo y nadie se iba a quedar atrás. Llegamos, llegamos al cuartel de los bomberos. Más muertos que vivos, pero con la satisfacción de haber superado un día más. Fátima estaba cada vez más cerca.



 ¡Juntos SÍ que podemos superarlo!

Yo miraba mis pies, intactos. La pregunta de "¿Seré capaz?" se había convertido ahora en una exclamación rotunda "¡Sí, soy capaz!" Me dormí, como siempre, agarrada a la medalla de Nossa Senhora de Fátima. ¿Soy capaz?¿es esto mérito mío? Pienso realmente en mis fuerzas y en mi condición física y tengo que responder que no. Deslizo los dedos por su imagen. Sé por qué he venido, sé por qué llevo en las espaldas casi cien kilómetros, sé qué sentido tiene todo este cansancio y toda esta energía a la vez. Sé que es sólo el Amor el que me mueve y que sin Él no hubiese avanzado un sólo paso.  Sé a quiénes llevo en el corazón y sé que quiero que ellos también llegue a los brazos de Nossa Senhora. Sé que no depende de mí, que es ella la que me atrae. Decir que el amor es la razón que me ha traído aquí puede sonar demasiado cursi, demasiado abstracto, demasiado increíble. Pero tampoco sé darle otro nombre.


¡Por allí, por allí! :)

El viernes ya todo olía a Fátima...¡estábamos tan, tan cerca!El camino se nos hizo llevadero, la alegría aumentaba por momentos, también los nervios, las ganas, hasta la velocidad con la que caminábamos. El grupo del norte, que había salido desde Coimbra, también avanzaba hacia el mismo destino. Y, finalmente...

¡Allí estábamos, habíamos llegado a Fátima, habíamos llegado al Santuario de Nossa Senhora!


Españolas, colombianas, portugueses, ingleses, italianos...Da igual de dónde venimos
¡porque todos tenemos la misma meta!

Saltos, risas, abrazos, llamadas por teléfono para anunciar que TODOS estabais allí con nosotros...Yo esperaba ansiosa poder llegar a la capillita para darle gracias a la Virgen por haberme llevado en volandas hasta aquel lugar. Realmente, la oportunidad llegó aquella noche, en la procesión de las velas. Me emocionó como a una niña pequeña poder rezar el rosario una vez más...una vez única. No lo diré en voz alta, pero lo cierto es que hasta este verano no lo he rezado completo nunca. Y no deja de tener su gracia que haya sido en un idioma que no es el mío, pero que sí que me unía con los amigos y el país que siempre me ha acogido incondicionalmente y con tanto cariño.

Unidos en la oración


El sábado era el día previsto para el gran encuentro nacional de la Familia Comboniana. ¡Reconozco que no podía salir de mi asombro con la cantidad de gente que mueve esta familia en Portugal! Decenas de autobuses llegados del norte y del sur trajeron a cerca de cuatro mil personas, todos unidos por el carisma de san Daniel Comboni: hermanas, padres, hermanos, laicos, seculares, amigos, jóvenes, mayores, matrimonios, familias enteras. Tras el encuentro en el auditorio, compartimos la comida y nos congregamos en la capilla de la Santísima Trinidad para celebrar en la misa nuestra unión.




Como broche final, esta foto. Allí estábamos todos los que con nuestras dudas, temores, ilusión y alegría comenzamos a andar...camino de la misión que Dios nos tiene preparada con inmensa ternura. Ahora es nuestro turno para volver a decirle que SÍ.



Ya casi estamos de vuelta



Las actividades de verano de la familia comboniana nos han tenido un poquito ocupadas, pero ya hemos vuelto a casa y dentro de poco subiremos las crónicas de la peregrinación a Fátima y el campo de trabajo de Missao+, en Lisboa.

Y para ir abriendo el apetito...¡algunas fotos de estas maravillosas experiencias! :)









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