lunes, 25 de junio de 2018

Ludoteca Misionera

Por segunda vez os traemos a esta sección música africana. En esta ocasión os compartimos una pequeña recopilación del blog de El País "África no es un país". Amalgamas hipotéticas nos acerca seis artistas de Malí, República Democrática del Congo, Guinea y Nigeria. Música de fusión, con ritmos que no nos suenan extraños en nuestra cultura, y más ahora a las puertas del verano, pero que mantienen la esencia africana.



lunes, 11 de junio de 2018

La otra cara del mundo. La misma cara humana

Queridos amigos y familia, me llamo Carmen y soy laica misionera comboniana.            
Hace menos de un año estaba todavía por tierras africanas, viviendo con el pueblo Acholi (en Uganda), lo que ha sido, sin duda, un periodo muy especial de mi vida. He estado en Gulu tres años, en un orfanato, trabajando con los niños en actividades creativas en un pequeño taller que hicimos entre todos. También trabajaba con las mamás en la gestión del almacén y el granero, donde teníamos que secar y almacenar el maíz, arroz y otras legumbres que recogíamos en el campo, y que después repartíamos para comer.

Mirando hacia atrás pienso en cómo los pasos que das (a veces sin entenderlos) hacen el camino, un camino que Dios ha diseñado en alguna parte y que sueña con mostrarnos a cada momento. Tu camino, que a veces necesita de alguien que te empuje porque estás paralizado, de alguien que te acompañe, incluso que te lleve en brazos porque estás demasiado cansado. Pero, ¿qué me decís cuando en el camino corres y saltas llena de entusiasmo porque sabes que tu ruta esta vez la sientes en el corazón al 100 %? Para mi esa es la vocación, cuando caminas de la mano de Dios y llena de paz, aunque los problemas no hayan disminuido, ni las dudas, ni siquiera los miedos, pero la balanza se descuelga irremediablemente por el platillo que dice alto y fuerte “esto es lo que Dios quiere para mí, y por eso me siento tan plena”.

Con esas dudas llegué al grupo joven de las Misioneras Combonianas (como había ido a tantos otros sitios), pero al instante sentí que allí había algo que me atrapó, por su fuerza y por resultarme tan familiar. Cosa inexplicable, me sentía en casa, sin conocer el sitio ni a las hermanas. Estoy muy agradecida al cariño y a la paciencia que tuvieron, ya que fue de su mano como pude discernir que mi vocación estaba en la familia Comboniana. Así conocí a los laicos, que viven también el carisma de Comboni y con los que comparto camino ya seis años. Con los Combonianos abrí las puertas de África…. Continente que había estado durmiendo en mi corazón no sé desde cuándo, ni por qué. Sólo sé que quería estar, quería vivir, sentir y compartir la experiencia de Dios con el pueblo que tuviera la generosidad de acogerme, de acompañarme y de enseñarme otra cara del mundo. Cara que al final es la misma, humana.

No hay sorpresas, porque el hombre sueña igual en todas partes, sonríe, llora, piensa, siente. Las relaciones son también las mismas, pero ¡qué determinantes son los envoltorios!, ¡qué determinante la pobreza que te ata y no te da opción a elegir!, ¡qué cruel la vida “de mínimos” que mata por una simple infección…..”
Así que la experiencia se hace carne, precisamente cuando te desarmas y ya no hay marcha atrás. Ese mundo que intuías está y es duro, muy duro para mucha gente, gente que nació como tú, pero en otra parte, sólo eso.

Aquí Dios se vuelve más centro, porque sin el eje de la fe, todo se desmorona. Es fácil dejarte acariciar por lo “bonito” de la experiencia misionera, que en mi caso fueron muchísimas cosas, como la suerte de vivir en comunidad con tres laicas polacas con las que he disfrutado y compartido, el pueblo acholi de carácter abierto y acogedor, los niños que siempre lo hacen todo más fácil y divertido, la vida más despacio y sin tanto ruido, más de relacionarse y crecer…..Pero si no llevas cuidado, por otro lado te va invadiendo lentamente una tristeza fruto de esa injusticia crónica que está en las entrañas de este mundo y que lo divide en los que abusan de los demás y en los que no pueden defenderse.
En Gulu construimos un precioso taller “Art Studio”, donde hacíamos muchas manualidades que después vendíamos a los voluntarios que se acercaban a visitarnos. Pero lo fundamental era que pudimos hacer un espacio para divertirnos y hablar con los niños, mientras ellos se daban cuenta de que eran capaces de hacer cosas preciosas. Todos estaban muy orgullosos cuando terminaban una libreta, un lapicero o un monedero. Ellos me enseñaron a mí, a hacer coches con botellas de plástico y guirnaldas de flores para ponerse en el pelo.

Tres años son pocos para entender profundamente tantas cosas, pero sirven para intuir, para acercarte a personas de una cultura tan lejana y tan cercana a la vez, porque eres capaz de sentir cosas muy fuertes, como la gratitud auténtica de corazón, la sensación de fraternidad, la esperanza y la alegría. En Uganda he sido muy feliz.

Y ahora estoy aquí, en Murcia, intentando reconstruir todo lo que ha quedado debilitado por esa dura realidad, de la que creo que es imposible escapar una vez que la miras a los ojos. Intentando que Dios, que fue el que me llevó hasta allí, me ayude aquí a no olvidar, y a no dejar que la tristeza me invada, que me ayude a aceptar y a aprender a vivir con una fe nueva, fe que se ensució con la tierra del camino, pero que se tiene que levantar, sacudir y volver a caminar con fuerza.
Confiando en que el amor tiene la última palabra, y no otros ruidos que intentan imponerse. Para eso cuento con mi familia, amigos, y hermanos laicos combonianos, que me acompañan y ayudan en este periodo a recuperar la esperanza para vivir con plenitud y alegría, y quién sabe si en un futuro poder volver a África con la misma ilusión, sino mayor, con la que llegué a la aldea de Gulu un mes de agosto de 2014.

Carmen Aranda,
Laica Misionera Comboniana

sábado, 9 de junio de 2018

Campo de Trabajo 2018

Este año tendremos nuestro campo de trabajo del 8 al 14 de agosto en la Fundación Escuela de Solidaridad (FES), como ya os adelantamos hace un par de meses en el blog. Aquí os traemos toda la información para participar.
La FES es un centro de acogida para personas en situación de exclusión social. Es una experiencia muy enriquecedora, llena de humanidad, sencillez, internacionalidad e interioridad. Se vive el respeto y la convivencia a las diversidades de cada persona, y grupo.

Si voy como Combojoven ¿Qué haremos? 

Estaremos 5 días completos, sin contar los de llegada y salida. 

Por la mañana, trabajamos en los diversos talleres que llevan adelante para la propia subsistencia: cocina, panadería, jardín, huerta, pintura, limpieza, guardería; en talleres de artesanía: con el vidrio, piel, madera, hacer velas,… 

Por las tardes, tenemos encuentros entre nosotros, el grupo, para tener algunas temáticas misioneras, oración y tiempos de ocio. 

El domingo, es libre de trabajos, tendremos una mañana de retiro y por la tarde vamos de paseo a la ciudad (Granada). 

Cada uno aportamos nuestros dones y creamos un ambiente amigable, sencillo y muy rico de experiencias que nos ayudan a crecer y ser mejores personas para incidir en nuestra sociedad, en la Iglesia y en el mundo.

¡Me quiero apuntar! ¿Qué hago?
Escríbenos a través de David: davidaguilerap@gmail.com; WhatsApp: 678 801 295
Con los siguientes datos:
  1. Nombre completo
  2. Lugar de procedencia
  3. Contactos
  4. Foto carnet
  5. Haremos equipo de: 1) Oración y 2) Cantos ¿En cuál te gustaría participar?
Tengo muchas ganas de ir pero... ¿Cuánto hay que pagar? de 60 a 100 € (¡Que no sea impedimento para participar!)

Recuerda traer ropa cómoda de trabajo, bañador y lo necesario para aseo personal.

¡¡Nos vemos en Sierra elvira!!

martes, 5 de junio de 2018

Día del Medio Ambiente

Hoy, 5 de junio, celebramos el Día del Medio Ambiente, desde Jóvenes en Misión nos hemos querido sumar a esta jornada de reflexión y reivindicación. Por ello os compartimos la oración y el trabajo que se está realizando desde varias instituciones de la Iglesia bajo la campaña Enlázate por la Justicia, que ya hemos traído anteriormente a este blog. Cuidemos de nuestra Casa Común, solo tenemos una.


Bienaventuranzas de la fidelidad a la tierra


 Dichosos, dichosas... los pobres y humildes, indefensos, desdichados y oprimidos de la tierra; los que ponéis a la luz que la «civilización del progreso» y la «sociedad de la abundancia» están llenos de engaños, y declaráis que el ser humano, con todo su poder y con todas sus riquezas, no se basta a sí mismo; los que vivís aceptando que nada es verdaderamente vuestro -por muchas cosas que tengáis- salvo el amor; que devuelve, la armonía al mundo. Os digo que ya poseéis el gozo del Reino de Dios.

Dichosos, dichosas porque sabéis disfrutar de la Naturaleza, y de todas sus ofrendas sin ejercer violencia ni generar destrucción; los que no os aprovecháis de la noche para pisar la hierba o matar los pájaros; los que no usáis la fuerza para ahogar el rumor del mar, ni para romper el éxtasis de la belleza; los que trabajáis siguiendo el ritmo de la vida. En verdad os digo que poseeréis la tierra.

Dichosos, dichosas... los que lloráis y sufrís por la miseria de tantos, por los campos asolados, por las especies olvidadas...Los que reconocéis que formáis parte-aunque una parte muy pequeña-del universo y lográis que toda su sinfonía se encienda y resuene en vuestro ser diminuto. Vuestras lágrimas beberán la luz de las estrellas, y vuestro sufrimiento expondrá al sol de Dios vuestro corazón.

Dichosos, dichosas... los que tenéis hambre y sed de un orden más justo...y no os conformáis con no participar, de cualquier modo, en la degradación del hombre y su morada, sino que buscáis con esfuerzo la superación de todo egoísmo, de toda injusticia, de toda violencia, hasta hacer de la tierra lugar de la vida, herencia fraterna. Os digo que participáis del gozo del Creador.

Dichosos, dichosas cuando prestáis ayuda a todo ser que alienta y procuráis su bien con sabiduría y amor, cuando cultiváis con humildad la bondad de las cosas, cuando recuperáis la rama herida y devolvéis al aire al pájaro caído: los que no lleváis vuestro trabajo como un yugo, sino como encuentro de vuestra libertad con la libertad del universo. Dios mismo os prestará ayuda.

Dichosos, dichosas, los que tenéis los ojos limpios y ponéis sin temor el corazón a la intemperie; los que os entregáis con las fuentes, camináis con los ríos y miráis en la noche más allá de las estrellas; los que juntáis las manos para recoger la lluvia, los que no teméis del viento que ahogue vuestra voz. Porque en el reflejo de cada criatura encontraréis el reflejo del buen Dios.

Dichosos, dichosas... los que, como niños, dais de comer a las palomas en las plazas del mundo; los que desmanteláis los mísiles que amenazan a los pueblos; los que no os apuntáis a las guerras aunque os llamen cobardes; los que os ponéis delante de los tanques enarbolando una bandera blanca; los que con vuestra lucha y vuestro amor desbaratáis las semillas de toda violencia. Porque estáis animados por el Espíritu de Dios.

Dichosos, dichosas... los que sois perseguidos por ser fieles a la tierra; los que, por respetar su armonía, sufrís el látigo de la incomprensión; los que no os resignáis a, vivir en una tierra extraña, donde mueren sin sentido el águila y el hombre, la risa y el paisaje; los que, en cada rincón de este planeta, descubrís la belleza y descalzáis vuestros pies, pues cada rincón es sagrado; los que decís que es posible una tierra hermana. Dios mismo será vuestra tierra.

Dichosos, dichosas seréis, si aprendéis a vivir sin matar, a crecer sin destruir, a caminar sin dejar desiertos detrás de vuestros pasos. Estad alegres y contentos, aunque tengáis que sufrir por ello. Vosotros hacéis posible la Tierra Nueva. No dudéis que Dios va a certificar vuestra obra.

(Oración de CONFER. Justicia y Solidaridad)

lunes, 4 de junio de 2018

Portadores de sueños

El último encuentro lo empezamos con esta poesía de Gioconda Belli, que bien puede ser una oración, una declaración de intenciones de quiénes queremos ser y hacia dónde queremos ir: Portadores y constructores de sueños.


En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.

Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores;
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundode las mariposas y los ruiseñores.

Desde pequeños venían marcados por el amor.
detrás de su apariencia cotidiana
guardaban la ternura y el sol de medianoche.

Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros.

Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
por un invierno de caricias.

Así fue como proliferaron en el mundo los portadores de sueños,
atacados ferozmente por los portadores de profecías
habladoras de catástrofes.

Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso
es antigua al corazón del hombre.

Los acumuladores de riquezas les temían
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños
todas las noches hacían el amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
que no sólo portaban sueños sino que los multiplicaban
y los hacían correr y hablar.

De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida
como también había engendrado
a los que inventaron la manera
de apagar el sol.

Los portadores de sueños sobrevivieron a los climas gélidos
pero en los climas cálidos casi parecían brotar
por generación espontánea.

Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias torrenciales
tuvieron algo que ver con esto,
la verdad es que como laboriosas hormiguitas
estos especímenes no dejaban de soñar y de construir hermosos mundos,
mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se llamaban compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban en las muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos, se querían,
se ayudaban en el arte de querer y en la defensa de la felicidad.

Eran felices en su mundo de azúcar y de viento,
de todas partes venían a impregnarse de su aliento,
de sus claras miradas,
hacia todas partes salían
los que habían conocido portando sueños,
soñando con profecías nuevas
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar en la hecatombe.

Por el contrario, los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.

Son peligrosos - imprimían las grandes rotativas
Son peligrosos - decían los presidentes en sus discursos
Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra.
Hay que destruirlos - imprimían las grandes rotativas
Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus discursos
Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra.

Los portadores de sueños conocían su poder
por eso no se extrañaban
también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian las profecías
y por eso defendían su vida aun con la muerte.

Por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores.
Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros
vigilando los pasajes y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar,
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día, ni de noche.

Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de sueños
que no pueden detener los traficantes de la muerte;
por doquier hay paquetes con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver.
La semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
en amplios vestidos de maternidad
donde piececitos soñadores alborotan
los vientres que los albergan.

Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.
Nosotros sólo sabemos que los hemos visto,
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte que anuncian las profecías.

Gioconda Belli


sábado, 2 de junio de 2018

Constructores de sueños


Desde pequeños venían marcados por el amor. / Detrás de su apariencia cotidiana / guardaban la ternura y el sol de medianoche”. Empezamos el encuentro con la oración, donde resonaron estas palabras de la poesía de Gioconda Belli Portadores de Sueños. Desde la cotidianidad de cada uno, nos juntamos un nutrido grupo en la casa de los misioneros combonianos en Madrid para reflexionar y compartir sobre el tema de este encuentro: “Jesús sigue llamando”. 

Ese llamamiento es la vocación, una vocación humana, cristiana y específica. La humana de amar y servir, a la que todos estamos llamados, la que nos hace ser humanidad. La cristiana, a la que somos llamados todos los que compartimos las enseñanzas de Jesús, vocación que tiene múltiples perfiles como laicidad, vida consagrada o sacerdocio, diferentes caminos para un mismo fin, y diferentes formas de realizar cada camino, realidad que pone de manifiesto la “pluriformidad” de la Iglesia. Y la vocación específica, cómo construir el Reino de Dios, aglutinando las dos vocaciones anteriores desde nuestras profesiones, en la cotidianidad.

La esencia pluriforme de la Iglesia se representa también en sus múltiples traducciones culturales, tuvimos el placer de escuchar al P. Miguel Ángel (misionero comboniano), que ha desarrollado gran parte de su misión en Filipinas. A través de él pudimos acercarnos un poco más a ese rincón tan rico y diverso.
P. Miguel Ángel en un momento de su testimonio

Si algo es la vocación, es un “estado permanente de misión”, como nos recuerda el Papa Francisco. Esa construcción permanente de los sueños comunes es la que nos lleva a tener las puertas abiertas y realizar la revolución de la ternura y del cariño. Como recordábamos en un momento del encuentro, “me toca a mí y de mí depende el que tus palabras no se pierdan”, nos toca a cada uno portar nuestros sueños, sueños compartidos, para ir construyendo entre todos y todas la utopía del mundo fraternal, recuperar ese Reino de Dios originario donde nos reconocemos como humanidad hermanada.
En un momento de la Vigilia
“Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso
es antigua al corazón del hombre” G. Belli

Íñigo Vitón García

¡Vente al próximo encuentro!

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