martes, 20 de marzo de 2012

Y Dios habló en una Converse verdes



“Sal de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, y vete a la tierra que yo te indicaré”. Génesis 12, 1. 

 El viernes compré unas preciosas zapatillas verdes, tipo converse, y las metí en la mochila para estrenarlas en Granada.

El sábado, Silvia me sorprendió diciendo que había programado para el domingo una “mañana de desierto”, me agradó la idea de poder tener un tiempo de silencio profundo durante la Cuaresma. Quién sabe... quizá Dios se decidía a aclarame el mar de dudas en que me siento. Lo que no había tenido en cuenta es que el desierto en Granada tiene forma de “paseo por el monte” y claro... con las zapatillas nuevas... poco iba a caminar.

Según nos bajamos del coche y vi aquel suelo de arena rojiza comencé a pensar: “mmmm, si lo llego a saber antes... hubiera traído un calzado más cómodo para caminar por aquí”. Tras avanzar un poco más, miré hacia el suelo y descubrí que mis maravillosas zapatillas nuevas se estaban ensuciando con ese polvo y pensé: "¡Jo! Con lo limpitas que estaban y ahora están llenas de ese polvo rojo que no sale por mucho que las sacudas, las frotes o las metas en la lavadora." Después de un rato, la arena se llenó de piedras y ahí... ahí sí que me calenté: "¡¡¡¡kdjfjasgdfu!!!! No hay una bendita piedra que no se me haya clavado en las plantas de los pies!!!"

Por supuesto, no dije nada y seguí renegando interiormente durante todo el camino, mirando para el suelo evitando tropezar con alguna de las piedras. Cuando paramos, me senté a la sombra de un pino y comenzó el silencio. Y la verdad es que cuando te olvidas de ti, te centras en Él y te dispones a escuchar, Dios se vale hasta de unas zapatillas verdes tipo converse:

"Querida mía, seguirme es un estado permanente. Nadie tiene que anunciarte mi llegada con antelación porque sabes que estoy en ti y en cada uno de tus hermanos. Lleva siempre puesto el calzado que te permita seguirme en el amor.

Seguirme implica meterse en caminos de arena (hoy rojiza, como aquella que soñaste y experimentaste en Mozambique). Caminos que hay que recorrer, que cansan, que dejan huella en el calzado y en el corazón. Si te quedas mirando la arena que cubre tus pies... no podrás disfrutar del paisaje.

Camina y percibe el camino con todos tus sentidos, así vivirás en plenitud, no sueño otra cosa para ti. Y la arena, que mancha pero resulta agradable de pisar, en momentos determinados puede llenarse de piedras. ¿No sucede así mismo en la vida?

Benditas suelas que te protegen lo suficiente como para que, de momento, no te hieran. Aunque si sigues caminando, las heridas llegarán. Benditas también porque, gracias a su delgadez, te permiten sentir cada una de las piedras del camino.

¿Olvidaste tan pronto que mis obras nacen, crecen y prosperan al pie de la cruz? Puedes elegir: seguir avanzando aunque sientas que “tu equipación” no es la adecuada, aunque te llenes de polvo, o te claves las piedras... o... pararte aquí.

Yo ya lo elegí, ahora eres tú la que tiene que responder. ¡Ah! Recuerda que no caminas sola. Al menos hoy, Silvia camina a tu lado. No te equivoques, no está a tu lado para hacer tu camino, no va a despejar tus piedras... Simplemente, acompañará los pasos que decidas dar."

 Señor, cuando te pones “en plan comunicativo” y me miras con ternura en medio del desierto, hasta unas zapatillas verdes estilo converse pueden transformarse en un verdadero regalo del cielo. Cuando vuelva a tener dudas, simplemente me dedicaré a seguir las señales del camino, así no habrá manera de perderse.

Bea


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