viernes, 16 de marzo de 2012

Marzo, mes de dos mártires.


Al saber de los asesinatos de Rutilio y sus compañeros, Monseñor Óscar Romero fue al templo donde reposaban los tres cuerpos y celebró la misa. En la mañana del día siguiente, después de reunirse con los sacerdotes y consejeros, Romero anunció que no asistiría a ninguna ocasión gubernamental ni a ninguna junta con el presidente — siendo ambas actividades tradicionales del puesto — hasta que la muerte se investigara. Nunca se produjo ninguna investigación, y Romero no asistió a ninguna ceremonia de estado durante sus tres años como arzobispo. 

 El domingo siguiente, para protestar por los asesinatos de Grande y sus compañeros, Monseñor Romero canceló las misas en toda la arquidiócesis, para sustituirlas por una sola misa en la catedral de San Salvador. Más de 150 sacerdotes concelebraron la misa y más de 100.000 personas acudieron a la catedral para escuchar el discurso de Romero, quien pidió el fin de la violencia: 

 "El amor verdadero es el que trae a Rutilio Grande en su muerte, con dos campesinos de la mano. Así ama la Iglesia; muere con ellos y con ellos se presenta a la trascendencia del cielo. Los ama, y es significativo que mientras el Padre Grande caminaba para su pueblo, a llevar el mensaje de la misa y de la salvación, allí fue donde cayó acribillado. Un sacerdote con sus campesinos, camino a su pueblo para identificarse con ellos, para vivir con ellos, no una inspiración revolucionaria, sino una inspiración de amor y precisamente porque es amor lo que nos inspira, hermanos. ¿Quién sabe si las manos criminales que cayeron ya en la excomunión están escuchando en un radio allá en su escondrijo, en su conciencia, esta palabra?. Queremos decirles, hermanos criminales, que los amamos y que le pedimos a Dios el arrepentimiento para sus corazones, porque la Iglesia no es capaz de odiar, no tiene enemigos. Solamente son enemigos, los que se le quieren declarar; pero ella los ama y muere como Cristo: "Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen". 



 "Queridos hermanos y amigos, me doy perfecta cuenta que muy pronto la Biblia y el Evangelio no podrán cruzar las fronteras. Sólo nos llegarán las cubiertas, ya que todas las páginas son subversivas—contra el pecado, se entiende. De manera que si Jesús cruza la frontera cerca de Chalatenango, no lo dejarán entrar. Le acusarían al Hombre-Dios... de agitador, de forastero judío, que confunde al pueblo con ideas exóticas y foráneas, ideas contra la democracia, esto es, contra las minoría. Ideas contra Dios, porque es un clan de Caínes. Hermanos, no hay duda que lo volverían a crucificar. Y lo han proclamado." (Rutilio Grande) 

 “La palabra de Dios está siendo retada por la historia; así es siempre y si nosotros loscristianos logramos encarnarla y hacerla nuestra vida, ese reto de la historia tendrá larespuesta de la palabra de Dios en nuestra propia vida. En Puebla, se dijo esta hermosadefinición de Iglesia: «La Iglesia, escuela de forjadores de historia». ¡Qué hermoso sería que todos nosotros fuéramos forjadores de nuestra propia historia!”(Mons.Romero, 11 de noviembre de 1979)

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