jueves, 11 de agosto de 2011

Un oasis de vocaciones

El grupo de jóvenes de la familia comboniana vamos a acoger a un grupo de madres dominicas del convento de Santa Ana, Murcia, durante estos días. Se unirán a nuestras actividades y compartiremos todos juntos los eventos de la Jornada Mundial de la Juventud. En Vida Nueva han explicado cómo ediciones anteriores de la JMJ cambiaron para siempre su vida.


sor Inmaculada
En el Convento de las Monjas Dominicas de Santa Ana en Murcia, hay varias vocaciones que surgieron en las JMJ.

Sor Inmaculada y sor Isabel María descubrieron su vocación a la vida contemplativa en Santiago, en 1989; mientras que sor María Belén lo hizo en París, en 1997.

“Descubrí mi vocación en Santiago de Compostela cuando tenía 17 años. Juan Pablo II nos dijo con mucha fuerza: ‘No tengáis miedo a ser santos’. Y nos presentó la figura del Hermano Rafael, al que yo no conocía. Luego en un encuentro con mi comunidad, con Kiko Argüello, pidieron vocaciones. Mi corazón estaba dispuesto con todo lo que había recibido de la JMJ y dije que sí para entrar en un convento”, cuenta sor Inmaculada.

Por su parte, sor Isabel María reconoce que “no sabría decir qué hecho concreto” le hizo descubrir la voz de Dios que le llamaba a entregar su vida.

sor Isabel
“Durante todo el año me habían pasado una serie de cosas que yo no entendía, pero que iban trastocando mi escala de valores; después comprendí que, sin darme cuenta, Dios me había preparado interiormente para escuchar su voz y para responder con prontitud. Al año siguiente entré en este convento, en el que vivo feliz como el primer día”, responde a través del correo electrónico.

Sor Inmaculada sí estará en Madrid, en el encuentro con el Papa en El Escorial; sor Isabel María, no. Lo seguirá por televisión. Sor María Belén de la Inmaculada, de 41 años, también estará en la localidad madrileña, aunque no sabe si podrá entrar o no, porque supera la edad establecida.

Ella entró en la comunidad de las dominicas de Murcia hace diez años tras rechazar una oferta de trabajo buenísima. “Me pusieron el mundo a mis pies con una oferta de trabajo muy buena, pero, ante el amor de Jesucristo, todo lo estimé, y lo estimo, basura, como dice el apóstol san Pablo”.

La primera vez que sintió la llamada de Dios fue en París, aunque no respondió en ese momento. Venía de una fuerte conversión, tras 10 años fuera de la Iglesia y sin querer saber nada de Dios, y se sintió “indigna de ello”. “Me invadió un gran miedo y no respondí”, afirma.

Fue en 2000, en Roma, cuando sí lo hizo. “El escuchar que Dios me amaba como yo era cambió totalmente mi vida. Experimentar el amor de Dios es lo único que cambia la vida y cuando una va descubriendo que Dios lo da todo y que no quita nada se da cuenta de que el único tesoro y lo único que da la verdadera felicidad es Dios”, añade.

Las tres coinciden en la dificultad para explicar al mundo de hoy su opción. También en que la JMJ cambia la vida, en algunos casos, radicalmente. “Claro que la cambia, a mí me la cambió radicalmente. Pero tiene que ser algo muy fuerte y no solo la emoción del momento. Y hay que crecer en la fe”, añade sor Inmaculada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails