jueves, 4 de agosto de 2011

Fotografías




Ayer, recopilando materiales para "este nuestro blog", tuve la suerte de pasar un par de horas viendo fotos antiguas de la misión y de un buen puñado de combonianas españolas.

Es una sensación extraña de descubrimiento, asombro y reconocimiento a la vez porque con algunas ya he convivido o compartido muchas horas. A los que aún somos jóvenes nos cuesta imaginar que los mayores también lo fueron un día, y que han tenido vidas de lo más variopintas, apasionadas, con sus dudas, sus miedos, sus trabajos (tan distintos a los de ahora...) y que han vivido durante años en África, en Oriente Medio o en Lationamérica. Y, curiosamente (y aunque sepa que uno suele poner "cara de foto" en las fotos) todas me parecieron radiantes y satisfechas en el lugar en las que las fotografiaron.


Algo que siempre he admirado de las misioneras mayores es su capacidad para lanzarse a este tipo de vida, sobre todo cuando la mayoría no había salido antes de su pueblo y las posibilidades de conocer el mundo "de ahí abajo" eran más bien remotas o, en todo caso, tamizadas por los relatos un tanto hagiográficos que pudieran contarles algún párroco o alguna revista de misiones. Simple y llanamente, se fiaban. Me imagino el impacto que podía suponer aterrizar a principios de los setenta en el Zaire o en Etiopía.

Hoy pedimos y hacemos un millón de experiencias para asegurarnos bien...y aun así, seguimos dudando y somos incapaces de soltar amarras y confiar. Nunca nada nos parece lo suficientemente bueno y lo intentamos otra vez, a ver si la siguiente experiencia es la definitiva, reveladora y con un resguardo de garantía que nos permita devolverla a la tienda, si no nos convence.


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