sábado, 13 de agosto de 2011

La vida florece en medio de la violencia



En varias ocasiones hemos compartido la destrucción que nuestro pueblo Nuba está sufriendo en este tiempo, pero ahora nos gustaría mencionar algunos signos de vida que son nuestra fuerza para seguir adelante.

Me deleita el empezar a escribir estas líneas con el sonido de la lluvia. Sí, la gente estaba preocupada porque la estación de la lluvia se estaba tardando y decían: "Ésta estación de lluvia no es buena y nuestros campos están sufriendo, sin embargo esperamos en la providencia divina". Sí, la gente espera por las manifestaciones de Dios y esta tarde nos habla de Él ya que ésta es la quinta lluvia en dos semanas...¡Las plantaciones de maíz, sorgo y cacahuate gozan de la lluvia!

La lluvia nos trae dos bendiciones: la primera es que reune a la gente para trabajar en unidad. Familiares y vecinos limpian la tierra y riegan las semillas. En estos momentos de trabajo en el campo los campesinos comparten sus alegrías, preocupaciones y esperanzas. En este tiempo de guerra la ayuda comunitaria es muy importante para sentir que todos ellos comparten la misma situación política y social.

La segunda bendición que la lluvia trae a esta tierra es que cuando llueve cesan los bombardeos aéreos.

En el hospital local hay también signos de vida. Los heridos traídos al hospital desde que la guerra empezó (5 de Junio del presente) hasta hoy son 292; de estos heridos sólo 3 fallecieron. Los bombardeos no distinguen entre los soldados y los civiles, por eso es frecuente ver niños heridos, mujeres y ancianos entre los soldados atacados.

En este momento la sala de hombres tiene 212 pacientes, la mayoría de ellos heridos en la guerra. Sor Angelina, la jefa de enfermeras comenta: "Veo algo que no había visto antes: la gente se desfigura. Las personas traídas al hospital llegan con serias heridas de bala en el pecho, cerebro y huesos...caras destrozadas y cuerpos paralizados. Según los médicos, los pacientes que son traídos al hospital en tales condiciones dificilmente sobrevivirían pero aquí se palpa la acción de Dios que permite su recuperación. Algo bonito: caras sonrientes se aprecian cuando los pacientes empiezan a sentir su recuperación. ¿Y qué decir de los pacientes que se recuperan totalmente? Su gratitud hacia Dios es enorme de tal manera que la expresan en gritos de júbilo y cantos de alabanza. Aquellos que perdieron algún miembro de su cuerpo salen contentos pero deseosos de obtener una prótesis que supla el miembro perdido.

Las comunidades cristianas de las diferentes capillas de la parroquia llegan al hospital para visitar a los heridos. Aunque si la guerra ha disminuido la adquisición de jabón, azúcar, sal y otros los cristianos comparten lo poco que tienen con los enfermos. Llegan con comida también y se ponen a bañar a los heridos. Estos servicios son muy apreciados por todos. La visita de esta gente generosa concluye con un momento de oración preparada por un sacerdote o el catequista. "Benditos de mi Padre, porque cuando estuve enfermo, me visitaron..." (Jesús)


Sor. Mary Carmen, Misionera Comboniana en Sur Sudán

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