Deseaba vivir la experiencia de “peregrina”,de“ camino”, en compañía de Jesús, ayudada por Su Palabra, por la naturaleza, la soledad, el silencio y el “ estar en movimiento”… Sentia muy fuerte la necesidad de“caminar”, ligera de equipaje. Lo inicié junto a la hermana Paquita y a Diana, una joven que me pidió si podia hacerlo con nosotras.
Desde el primer dia empecé a EncontrarLo encontrando personas en nuestro camino. Les personas encontradas “conocian” lo que estabamos iniciando a vivir y cada una intentaba ayudarnos como podía y sabía.
La naturaleza que ibamos encontrando era de mucha belleza y variedad, en sus colores, formas y sonidos…Las casas antiguas, de grandes piedras, nos hablaban de hogar, de sueños, de encuentro y acogida. Por todas partes fuimos encontrando pequeñas capillas, signos visibles de la fe de la gente que alli vivió o vivía…
Otra experiencia muy curiosa es lo que sentia cuando llegaba a los albergues: los sentia mi casa, mi lugar de reposo, de relax, de acogida. Curioso porque en ellos yo no habia estado nunca. Eran mi hogar por una noche. Lo mismo empezó a suceder con las personas peregrinas como nosotras: se iban poco a poco volviendo algo “nuestro”. Sentíamos que “Alguien” nos unía cada día un poco más. Compartíamos el espacio, la comida, nuestras historias, nuestros pies doloridos y en muchas ocasiones heridos, nuestras dificultades en el camino, nuestras esperanzas y sueños… y con algunos compartimos la oración, nuestro diálogo con Quien nos habia puesto en camino…
Durante el camino pude tener momentos fuertes de soledad y silencio, pero menos de los que yo deseaba y necesitaba. Tuve momentos fuertes de “encuentro” con otros peregrinos, con personas concretas que encontré en el mismo camino, en el albergue o en el pueblo… Las ocasiones para compartir sobre nuestra vocación religiosa y misionera han sido muchisimas. Se nos ha pedido en diferentes momentos razones de la Esperanza que habita en nuestros corazones y hemos podido dar a conocer la situación y realidad de muchos de nuestros pueblos y hermanos-as …
Durante todo el camino me han acompañado personas y situaciones de personas, invisibles a los ojos de los demás, porque estaban dentro de mi…. He ido recordando en mi oración de cada dia a personas concretas, sus necesidades… a los dos pueblos de Sudán, a Egipto, a nuestras hermanas y hermanos Combonianas allí presentes… a nuestro Consejo General, a la Provincia de Europa… a los jóvenes encontrados y acompañados en estos dos últimos años en España… Toda esta realidad estuvo muy, muy presente y de forma muy especial en mi diálogo con Él a mi llegada a Santiago. Por ellos ofrecí todo, más sobretodo las dificultades del camino y las renuncias a las que fui invitada a lo largo de él.
En Santiago mismo fuimos acogidas por nuestros hermanos Combonianos. Nos sentimos inmediatamente en familia, en nuestra casa, y sorprendidas gratamente por el cariño de los hermanos y por su interés por la experiencia apenas vivida por nosotras. En pocas horas compartimos intensamente y profundadmente. ¡¡¡Comboni en el paraíso tenia que estar radiante!!!
Terminé este camino con una sed mucho más fuerte de Soledad y de Silencio, de seguir en “camino…”, dando Gracias a Jesús por haberme permitido vivir esta experiencia, y con la certeza de que este “camino de Santiago” es un medio excelente para nosotras-os para compartir la vocación religiosa, misionera y comboniana que Dios nos ha regalado con tantas personas, muchos de ellos jóvenes.
Expedita Pérez
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