Qué difícil es tomar decisiones. No sé si es característica de nuestra generación o es que mis mejores amigas y yo formamos un selecto club, pero lo cierto es que nos cuesta arriesgarnos, apostar sin garantías y librarnos de "lo que se supone que tenemos que hacer".
Hoy he tenido con una de ellas una larga conversación de teléfono (¿y cuándo no lo son?), viendo los pros y contras de dos posibles caminos, aunque al final (¿y cuándo no?) hemos ido un poco más allá de la situación concreta y hemos compartido cómo nos las apañamos para distinguir el camino correcto, las elecciones que nos hacen más felices y cómo distinguir si lo que nos retiene es sana prudencia, sexto sentido o puritito miedo a caernos.
Yo le conté que había aprendido este año (bueno, eso de aprender es quizá muy pretencioso, todavía ando en prácticas) a hacerme una pregunta cuando empezaban a entrarme esos atasques mentales: ¿esto que estoy sintiendo es del espíritu bueno o del malo?¿esto que estoy eligiendo me da vida o me acerca a la muerte? Si olía el tufo del mal espíritu, dejaba de darle vueltas y me agarraba a lo que ya tenía claro que me daba vida. Entonces mi amiga me preguntó "¿Y a qué llamas tú vida?"
Glups. Menuda pregunta.
Respondí que me acercaba a la Vida cuando volvía a sentirme en mi centro, cuando sentía una alegría que no estaba tan relacionada con lo que hacía, como con verle sentido al lugar en el que me encontraba, con darle alas a mis convicciones más profundas y con las que me sentía más "yo". Básicamente, con "estar en mi centro" y dejar brillar la Luz.
"La verdad, es que esto es como en la Guerra de las Galaxias"-le dije-" Tú eres un guerrero jedi, pero puedes acabar en el lado oscuro, si te dejas llevar por el mal espíritu; y el miedo, normalmente, es el peor porque te está privando de encontrar tu sitio, de arriesgarte a probar otros lugares, otras experiencias, otras vidas"
A veces me sorprendo transmitiéndole a los demás cosas que me haría mucha falta aplicármelas a mí misma. ¿De dónde nos viene esa clarividencia, cuando hablamos con alguna gente?¿por qué somos capaces de iluminar lo que ni nosotros tenemos resuelto?Cuando hablaba, parecía tenerlo tan claro, tan masticado, tan vivido...que cuando colgué, me pregunté a mí misma qué es lo que me falta, por qué sigo dándole tantas vueltas a lo mismo, por qué no soy capaz en realidad de dejarme llevar y mandar al cuerno todos los planes y los "tengo que".
Por qué, básicamente, dudo de que soy un caballero jedi y ya sé, aunque no lo quiera reconocer, dónde está La Fuerza.
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