Se llama Sakher y tiene siete años. Su padre y su abuelo lo llevan de la mano por las calles del campo de refugiados de Jelazoun (Cisjordania, Palestina). Es un niño introvertido y callado que se emociona sólo al hablar del Real Madrid. Entran juntos al centro de jóvenes del campamento.Sakher nunca ha visto un circo, y hoy toca estrenarse. “En mis tiempos, en Lydda (Lod), iban malabaristas y saltimbanquis de vez en cuando… Hace media vida que no los veo“, dice el abuelo, recordando los tiempos en los que vivía en lo que hoy es suelo de Israel. Ni su hijo ni su nieto han tenido nunca un trapecista o un equilibrista cerca.
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Un grupo de niños del campo de Jelazoun, ante una batería de Payasos sin Fronteras |
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