Aquí estoy de nuevo en Barcelona. Despues de haber estado un mes en Mozambique...Se me hace extraño volver a mi barrio, a mi casa, a mi rutina,a mi lujosa y privilegiada rutina.
De mi boca solo sale una palabra: Gracias, y me río de mi misma por dentro pensando lo lejos que me tiene que llevar Dios para hacerme entender lo mucho que me ama.
Este viaje ha sido todo un regalo desde el principio. Milagrosamente no me puse nerviosa en los viajes en avion, me sentía como llevada en brazos. Al aterrizar en Beira un sol rojo fuerte inundaba toda la pista, no podía haber mejor bienvenida pero no ayudo a que me creyera que todo eso fuera real!
Otro mundo, la ciudad tiene condiciones de vida muy tristes, gente vendiendo todo lo que puede en la calle, coches abarrotados de gente detras... Bueno lo que todos ya habéis conocido o lo que todo el mundo ha visto alguna vez en la tele, pero esta vez lo podía tocar.
La sabana interior era ya algo más diferente aún a la ciudad. "Pallotas"(Cabañas) con corralitos y mujeres cargadas con bidones, cargando a sus hijos a la espalda. Niños juando con pneumáticos, saludaban con emoción a nuestro paso. Eso nunca lo acabé de entender:¿Porqué me sonreían? Cada vez que un grupo de niños me sonreía desde la carretera algo en mi desbordaba de alegría, no lo puedo explicar.
El trabajo en el hospital de Mangunde, la misión donde nos acojieron las hermanas combonianas fue precioso.He de reconocer que los primeros dias se me hizo muy duro, durante el dia hacia el corazón fuerte , pero por las noches rompía a llorar sola. La impotencia de no poder hacer nada cuando faltan medicamentos, sillas de ruedas, material para las curas, una simple lámpara para hacer bien las inyecciones..
Con el paso de los días y también gracias a mi amiga Merce y el apoyo de las hermanas, pude ir entrando en la aceptación. Tenia que dar lo mejor de mi, y eso con tristeza es bastante difícil, así que una sonrisa en la cara y a compartir la alegría que me regalaba el puebloo!
Me he visto muy inmadura, he sentido que África, que Dios, me piden ser fuerte, madura y alegre. Por eso siempre estaré agradecida a las personas que me lo hicieron ver. A las/los jovenes estudiantes de los internados que en una vida llena de obstáculos, tienen fuerzas para luchar, para estudiar. Gracias de nuevo (no me cansaré de repertir esta palabra).
Cada vez que me decían "Te tienes que quedar más tiempo a trabajar aquí", "¿Porqué vuelves tan pronto?", sabía que mi deber ahora es formarme. Aprovechar la oportunidad de ser profesional para volver algun dia, si Dios quiere, y dar todo lo que pueda para la recuperación de mis hermanos del Sur. Sí,mis hermanos, así es como los siento. Personas que sin tener nada, me han ofrecido lo más valioso: su amistad.
Ahora solo puedo seguir rezándole a este Jesús amigo, este Jesús que me ha hablado de tu a tu, que me hizo saber que no éramos dos (Merce y yo) sino que éramos siempre tres para que me permita ser buen TESTIMONIO de todo lo que he vivido y aprendido en este mes de agosto.
Gracias, gracias Mozambique.
Lucía Fonts
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