lunes, 26 de septiembre de 2011

Harambee!



"Harambee!" era la frase favorita de Wangari Maathai: significa "¡Todos a una!" y eso fue lo que trató de conseguir a lo largo de su vida, que todos los africanos se implicaran en el cuidado y la defensa del medio ambiente, como única forma de promover un desarrollo social, cultural, económico y democrático. 

Wangari Maathai fue la primera mujer africana en conseguir el Premio Nobel de la Paz en 2004 y la impulsora del Movimiento Cinturón Verde, con el que pretendía mejorar las condiciones de vida de miles de mujeres africanas sumidas en los círculos del hambre y la pobreza. Ella había sido una privilegiada al haber tenido la oportunidad de estudiar, e incluso de viajar a EE.UU y Alemania, para completar sus estudios de Biología:


“Comencé trabajando como científica aplicada a la investigación de los problemas alimentarios, emprendí estudios sobre el ciclo de la vida del parásito que se transmitía a través de las garrapatas y mientras recogía muestras me fijé en que los ríos iban llenos de limo. Aquello no sucedía cuando era pequeña. Por lo tanto había poca hierba y no contenía los nutrientes necesarios. El suelo no cumplía sus funciones. Aquellas mujeres no disponían de leña para hacer fuego ni para levantar cercas, no tenían pienso para el ganado, agua para beber o cocinar, ni suficiente comida para ellas y sus familias. Entonces se me hizo evidente que la mayor amenaza era la degradación del medio ambiente. De repente todo cobró sentido”, 

 “Si vas al campo en África verás que son las mujeres quienes cultivan la tierra, van a buscar agua, cuidan a los hijos, a los mayores. Por eso era para mí natural trabajar con ellas...Mi idea inicial era plantar árboles que proporcionaran a las mujeres leña, frutos y materiales de construcción para sus casas. Pero lo que ocurrió es que las necesidades descritas por las mujeres eran en realidad síntomas de otros problemas como la deforestación o la propia situación de las mujeres y de esta forma fuimos profundizando en temas como la degradación del medio ambiente, la malnutrición, las enfermedades. Me di cuenta de que, aunque parecen problemas distintos, están conectados”.


Wangari ha muerto esta noche, pero creo que el ejemplo de lucha, tesón, entusiasmo y esperanza que ha supuesto para muchas mujeres africanas permanecerá (o al menos, eso debería). La conexión evidente entre medio ambiente y desarrollo puesta sobre la mesa por Wangari, y sobre todo, cómo hacerle frente de una manera práctica y abarcable para los propios ciudadanos no pueden caer en saco roto. Las mujeres y los gobiernos tienen la última palabra.

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