Eulalia con los jóvenes de la parroquia de St.Agatha, Mongu |
El calendario me recuerda que faltan dos días para la ceremonia del Kuomboka: el fin de la estación de las lluvias. Durante estos últimos cinco años mi vida se ha moldeado al ritmo del agua, que periódicamente inunda las vastas llanuras de esta parte del mundo donde el río Zambezi es apodado el Todopoderoso. El agua me da una sensación de libertad y me ayuda a conectar con la energía creadora de Dios. Otro elemento importante en mi experiencia es la arena de los caminos y senderos que ha curtido mis piernas para caminar con paciencia y determinación. La gente Lozi que camina los mismos senderos son ahora mis amigos y compañeros; ellos me han abierto sus casas y han compartido sus historias haciéndome parte de sus vidas.
Ésta es hoy mi tierra de misión a la cual dije que sí hace unos siete años, cuando completé mi formación como Misionera Comboniana y pronuncié los primeros votos. Entonces poco sabia de Zambia, pero mi enorme deseo de compartir mi experiencia de fe en África me hizo la persona más feliz del mundo.
En mi niñez había escuchado numerosos testimonios de la misión. A los dieciséis años experimenté una gran inseguridad: todo aquello que había conocido hasta entonces se derrumbó dejando paso a un sinsentido existencial. Sin embargo, la presencia de Alguien, con mayúsculas, se hizo más y másimportante en mi vida. Fui descubriendo la gran fuerza del Amor de Dios y entendí que mi vida tenía un significado único y precioso. La vida misionera que había admirado siempre se convertía ahora en una llamada, que con el tiempo se hizo urgente y clara. Después de terminar mis estudios de Agricultura en Barcelona, mi tierra natal, empecé un camino de discernimiento con las Misioneras Combonianas. El ideal de Daniel Comboni me atrajo desde el principio.
Hoy puedo vivir la misma pasión de Comboni junto a Hermanas que proceden de diferentes países del mundo. En mi comunidad de Mongu somos de Méjico, Sudán, Etiopia y España. Nuestra presencia en esta joven comunidad cristiana quiere ayudar a formar líderes que puedan fortalecer la fe y el compromiso de los cristianos en la transformación de la sociedad. Damos prioridad a las mujeres y a los jóvenes. A éstos he dedicado especialmente mi atención. En mi trabajo combino el camino de fe de diferentes grupos con la formación agrícola y la iniciación de pequeños proyectos para ayudar a la gente a desarrollar los propios talentos y una vida sostenible.
Daniel Comboni quiso salvar a África con África y desde mi pequeña experiencia puedo decir que el anuncio del Evangelio promueve exactamente esto: dentro de cada uno existe el potencial para vivir una vida y una vida en abundancia.
Eulalia Capdevila Enríquez, misionera comboniana destinada en Zambia
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