miércoles, 25 de agosto de 2010

Las tijeras





"Pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad y se os abrirá." Mateo 7,7


Querido Dios (dos puntos)


Este año he cuidado de la mata fea y pelada que me regalaste. Como he cerrado varias veces el negocio, se ha quedado sin regar durante un tiempo, así que tampoco esperes gran cosa. En todo caso, no la he tirado a la basura, y eso ya es un adelanto. Te la adjunto en el paquete.


Tuve que ir al médico. No sé si te dijeron. Nada grave, no creas. Bueno, se me perdió el corazón. Tuve varios médicos y cada uno puso el fonendoscopio en un sitio, a ver si lo escuchaban. Cuando lo encontraron, era tan pequeño como la uña de mi meñique. Me he pasado el año poniéndolo al sol, aunque la verdad es que con el tiempo de perros que ha hecho, ha sido poco. Lo intenté con los flexos de los escritorios, pero no es lo mismo. El verano ha ayudado bastante: ahora tiene el tamaño de un melocotón.


He estado leyendo tu libro. Encontré el marcapáginas aquel que me metiste en uno de los capítulos: el de los enamorados que se buscan y cuando se encuentran, se vuelven a perder. Es bonito, pero a veces es triste. Sobre todo cuando ella se levanta y él justo se acaba de ir, y sólo le queda el murmullo de su voz y piensa que quizá se ha helado de frío. También me gusta mucho el del hijo que vuelve a casa.


Te escribía para pedirte un favor. Me gustaría que me mandases unas tijeras en la próxima carta. Una vez te las vi en la mesa. Son esas que tienen las patitas rosa. Creo que antes estaban en una clase de preescolar. Quiero cortame los elásticos. Aprietan mucho. Bueno, casi preferiría que los cortases tú porque yo no puedo moverme. ¿Sabes? Que saltaran por los aires. ¡Chas!¡chas!¡chas! Sería fantástico, realmente. Y volar sin medida, sin cálculo. Que si me llamaras para ir a bailar, dijera sí. Y si me llamaras para coger la fruta madura, dijera sí. Y me olvidara de la olla que está al fuego, del invierno y del verano y de mí misma.


Por favor, no te olvides. Te esperaré durante todo el año. Puedes venir cuando quieras. Cuando acabes, te llevaré a dar una vuelta por la ciudad y nos sentaremos a tomar un café. Sé de un sitio que te encantará.



Sinceramente tuya,


Beatriz

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