jueves, 20 de octubre de 2011

Ni guapos, ni ricos



No son guapos, ni ricos, ni juegan bien al fútbol pero en muchos casos sí son cristianos... Desde luego podrían dar lecciones de humildad a más de uno. Y posiblemente de alguna cosa más. Estas personas nos muestran cada día que en cada uno de nosotros conviven capacidades y discapacidades, y que a pesar de las limitaciones, los seres humanos buscamos lo mismo: que no nos silben. Quizás también que nos apoyen para conseguir las metas que nos propongamos, sean grandes o pequeñas. 

Muchas personas con discapacidades, visibles y reconocidas, nos sacan de los patrones y estándares de belleza que una y otra vez tratan de imponernos la sociedad de consumo y de la imagen en la que vivimos. Es algo que percibo diariamente, ya que tengo la suerte de trabajar con personas con discapacidad intelectual. A estas personas también les gusta ponerse guapos y guapas, estrenar ropa, ir bien vestidas y, sobre todo, agradecen con alegría que se lo digan. Como a todo el mundo. Sin embargo, aceptan con sencillez los piropos y no generan envidias, tal vez porque no buscan la admiración del entorno. 

 En algunos casos forman parte de familias con buena posición económica, pero la mayoría viven con lo justo. Reciben una mínima pensión y es mucho más difícil que accedan a un empleo, al trabajo remunerado. Muchos no manejan el dinero; para Carlos, por ejemplo, lo máximo que puede costar un ordenador o un coche son diez euros. Es difícil así hacerse una idea de la crisis económica global (yo confieso que tampoco la entiendo muy bien) pero sí saben que las cosas cuestan y que no se puede derrochar (sobre todo los botes de pegamento del taller).

 El Papa Benedicto XVI los ha elegido para ponerlos en un lugar preferente en su reciente visita a España con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud. A algunos les ha sorprendido, pero hay una razón bastante lógica: la Iglesia, las iglesias, son de los pocos lugares donde hoy por hoy no se les expulsa aunque no sean guapos, ni ricos, ni jueguen bien al fútbol. En la medida en que trabajemos para lograr una sociedad algo más integradora y diversa, donde se valoren las capacidades de todas las personas y nos prestemos unos a otros los apoyos que necesitamos, descubriremos que no hace falta ser guapo, ni rico para ser Cristiano.

Lo hemos leído en la nueva edición de PastoralSj

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