miércoles, 26 de octubre de 2011

La guerra de Emma



A través de El Confidencial


El aspecto externo de este libro, con sus tonos deslucidos, sus grecas y motivos estudiadamente retro junto a la fotografía de la portada no pueden despistar más respecto a su contenido. ¿Tal vez una novela romántica y de aventuras? ¡Pues no! Nos encontramos ante una obra muy potente, un ensayo sobre el devenir de la historia de Sudán en los últimos siglos y más particularmente desde su independencia del imperio británico. Y junto a Sudán, la de sus vecinos sin la que esta sería incomprensible, Egipto y Kenia, pero sobre todo Etiopía y Somalia. 

 El hilo conductor de la obra es la vida de Emma McCune, una joven aventurera inglesa que obsesionada con África, no cejó hasta obtener empleo en una ONG que trabajaba en territorio sudanés, trasladándose allí. Dedicó su mayor empeño a la reconstrucción y avituallamiento de las escuelas del sureste de Sudán que, inmerso en una interminable guerra civil, había dado al traste con todas ellas. Pero aunque su vida es singular, el tema central es la historia del país, desde el comienzo del próspero negocio de la esclavitud desarrollado por los árabes, hasta ese enfrentamiento entre el norte, de mayoría árabe musulmana con gobiernos cada vez más radicales, de donde partió la Yihad universal, impulsada por Bin Laden entre otros, y el sur disgregado en infinitas etnias, tribus, familias, cada una con territorios acotados y defendidos con los dientes, de tradiciones cristianas y animistas. 

Y el tema clave, la existencia de yacimientos petrolíferos en el sur, ambicionados por el gobierno de Jartum, que no ha dudado en expulsar y asesinar a las tribus lugareñas y en armar a diferentes facciones rebeldes del sur para que luchasen entre ellas. Esta estrategia del gobierno central ha resultado de una eficacia impecable. Las dos grandes facciones en que se dividió el EPLS (Ejército popular de liberación de Sudán) han luchado entre sí durante 22 años, mientras dejaban el campo libre al gobierno para apoderarse de los territorios petrolíferos y obligar a la población a desplazamientos terribles que acababan con frecuencia en la muerte. Y someter además a esos territorios a la ley islámica, armando a unas aldeas contra otras, masacrando, arrasando e incendiando cualquier indicio de vida que encontraban a su paso. 

 Pero hay más, mucho más: la impresionante reflexión, que sobre la cooperación humanitaria y sobre la intervención exterior en áreas en conflicto, provoca inevitablemente en el lector la exposición de los hechos. La actualidad y la urgencia de encontrar cauces apropiados para ambas no puede ser más imperiosa. Hace poco las noticias nos alegraban con la cifra de 29.000 niños muertos en Somalia en los últimos tres meses, con cientos de muertos en Siria por la represión policial a las protestas contra el gobierno, con el secuestro de cooperantes y embarcaciones. 

 No creo que la intención de la autora sea la de transmitir un escepticismo que conduzca a la inhibición absoluta en la escena internacional, pero sí una mayor reflexión, conocimiento y valoración de las personas afectadas y sus necesidades. La compleja red de intereses, conflictos, venganzas, soberbias y envidias que se ocultan tras las encendidas proclamas de democracia y libertad de los poderosos para hacer lo que les venga en gana, al final -y siempre- tiene una gran víctima, la población civil, especialmente las mujeres, ancianos y niños. 

 ¿Cómo nos podemos lucrar en el mundo occidental con la industria armamentística? ¿Acaso no sabemos en qué manos acaba y para qué la utilizan? Esta es la sangrienta y cotidiana historia de tantos países africanos, desangrados por las periódicas sequías y epidemias, pero sobre todo por tiranos implacables, que azuzados a menudo por el marxismo y el islamismo más extremo siguen sometiendo a sus poblaciones al expolio, éxodo y genocidio, pensemos en Ruanda, Liberia, Etiopía, Sudán, Congo, etc. 

 La lectura de esta obra puede encender pasiones, ojalá su fuego sea duradero y cada uno de nosotros contribuya con todos los medios a su alcance a cercenar el terrible poder que el mal tiene sobre el mundo.

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