miércoles, 23 de marzo de 2011

El que pierda su vida...



Hoy jueves 24 de marzo se recuerda a todos los misioneros que han muerto por anunciar La Buena Noticia. Murieron por un amor incontenible, encendido que no podían callar porque era la bienaventuranza para los más pobres y abandonados.

Hoy se conmemora también los treinta años  del asesinato de Moseñor Óscar Romero. Os dejamos un pequeño extracto sobre él aparecido en la página web de los Comités Óscar Romero y os invitamos a poner en oración a todos aquellos que dieron su vida para que otros tuvieran una vida digna, plena y reconfortada por el Amor de un Padre que nunca deja de abrazarnos.

"Tras 25 años se puede afirmar sin miedo: Romero ha cristalizado en la memoria popular y eclesial y hasta en la opinión pública de la sociedad en general como «el mártir latinoamericano por antonomasia», el más conocido y el más universalmente querido, querido hasta por las personas alejadas de la religión. Nos preguntamos: ¿Por qué? ¿Por pura simpatía suya? No, sino por méritos propios. ¿Cuáles?

Romero no abrazó de entrada la teología y la espiritualidad de la liberación; al contrario, fue un gran conservador (por eso fue nombrado arzobispo), pero, al final de su vida, a los 60 años, «se convirtió». Se dejó interpelar y cambió. Asumió muy personalmente esa teología y esa espiritualidad y las vivió con toda coherencia, hasta en grado heroico.

Más: como arzobispo logró institucionalizar la opción por los pobres en su Iglesia local, de forma que la práctica pastoral de su arquidiócesis fue de hecho una encarnación o aplicación concreta de esa teología y espiritualidad. No fue la suya una vivencia personal meramente individual, sino que arrastró consigo la vivencia comunitaria de toda una Iglesia local. Su posición liberadora no fue simplemente práctica, sino que incursionó a fondo en el mundo teológico dando muestras de una lucidez notable. Sus homilías y escritos ocupan hoy ocho volúmenes y son toda una  referencia teológica. Su discurso como doctor honoris causa por la Universidad de Lovaina es una pieza antológica de la teología de la liberación.

Es por todo ello, y no por mera simpatía o por fama aleatoria injustificada, por lo que Romero es, como decimos, un símbolo máximo de la opción por los pobres, o lo que es lo mismo, de la teología y de la espiritualidad de la liberación latinoamericanas. Hay otros muchos mártires latinoamericanos, pero ninguno reúne en sí esta realización eminente de la opción por los pobres, tanto en su propia persona como, a través de ella, en una Iglesia local, con un respaldo teológico tan serio, y con la rúbrica y el aval del martirio."

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