Gozo indecible, gratitud, asombro...
Gozo indecible, gratitud, asombro…nos parece imposible describir lo que llevamos en el corazón. Pero vayamos con orden… Llega el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada, día tan deseado y esperado en el que Dios nos consagra a Sí para la misión en el Instituto de las Hermanas Misioneras Combonianas! El corazón está ansioso y temeroso al mismo tiempo pero sereno: ansioso y temeroso porque conocemos nuestra fragilidad pero sereno porque hemos vislumbrado algo de Su Amor!!! Sentimos la protección especial de Maria y de Comboni!
La iglesia de San Basilio de Milano está atestada de parroquianos que nos han acompañado con afecto durante el tiempo del noviciado. ¡Alegría grande, de El Salvador han llegado una hermana de Azucena y dos sobrinos! ¡Estamos todos!
Entramos acompañadas por nuestros familiares cada una con una lámpara encendida. Recuerda la luz de Cristo que recibieron nuestros padres el día de nuestro Bautismo. Otros signos bautismales acompañarán la celebración para recordarnos que la Consagración es un compromiso de vivir con radicalidad el Sacramento del bautismo. ¡La inmersión total en el Amor de Dios!
La celebración, muy intensa y participada, fue presidida por el p. Lino, misionero comboniano superior de la Comunidad de Milano. Con él estaban otros padres combonianos y sacerdotes de la Comunidad Pastoral. Presentes también muchas Hermanas Combonianas, que después de nuestro SI, renovaron los votos. Nos recuerdan la ‘heredad santa’ de nuestra Congregación hecha de fidelidad, pasión y sacrificio. Nos sentimos acompañadas también de toda la Familia Comboniana esparcida por el mundo y en modo especial por las Hermanas ancianas y enfermas.
P. Lino nos advierte que ‘ahora vivir es Cristo’ y que, como María y nuestras Hermanas, estamos llamadas a generar Vida!
Pronunciamos con alegría nuestro SI al Señor, recibimos el crucifijo y la Regla de Vida…una ALEGRÍA PROFUNDA se enraíza en nuestro corazón: ser suyas para siempre es un DESEO INCONTENIBLE que nos arde por dentro: comunicar a todos, especialmente a los más pobres y abandonados, ¡Su Amor!
Gracias, Hermanas queridísimas, por haber creído con Él en nuestra pequeñez en estos primeros años de camino y continuad a acompañarnos con vuestra oración y con vuestra entrega sin escatimar nada a El y a los más pequeños en el espíritu de S. Daniel Comboni!
Sor Azucena Guadalupe Cerón Escobar (El Salvador)
Sor Marianna Santin (Italia)
Sor Silvia Sartori (Italia)
Lo hemos compartido en Suore Missionare Comboniane
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