domingo, 6 de febrero de 2011

Ella Fitzgerald en el cielo


Le rezaba a Dios,
le rezaba ardientemente,
para que hiciera de ella
una feliz chiquilla blanca.
Y si ya es tarde para esos cambios,
pues al menos, mi Señor, mira cuánto peso
y quita de aquí como poco la mitad.


Pero el misericordioso Dios dijo No.
Simplemente puso la mano en su corazón,
le miró la garganta, le acarició la cabeza.
Y cuando todo haya pasado —añadió—,
me llenarás de júbilo viniendo a mí,
mi alegría negra, mi tonel cantarín.


Wislawa Szymborska


1 comentario:

  1. Si es que Ella es magnífica!
    El poema es muy...como diría...."des...algo" ;)

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