-Y tú, ¿quién dices que soy yo?-
La pregunta llena toda la habitación. Se instala entre el espacio que dejan el aire y los muebles. Es una pregunta enorme.
La verdad, no sé qué decir.
Y me quedo en silencio. La pregunta te ha dejado sentado encima de ella. Balanceas los pies. Y yo estoy allá, a lo lejos, debajo de todo eso que nos separa. Me encojo en el sillón rojo, deseando que la pregunta desaloje mi habitación y que tú te bajes de ahí arriba.
-Sé dónde estás-
Me aventuro a decir.
-¿Y dónde dices que estoy yo?-
Creo que te estás sonriendo, pero como no llevo las gafas y aún sigues encima de la pregunta, no puedo verte bien.
Sé dónde estás. Bueno, sé algunos sitios (no todos) Sé que estás cambiando pañales, sé que estás poniéndole derecha la horquillita rosa a Isabela, sé que estás en el ala innombrable del hospital, sé que estás cuando bailan las estelas en el ofertorio, sé que estás cuando creo que no estás, sé que estás cuando me nombran la palabra “África”, sé que estás en los tanatorios y cuando friego los platos. Sé que estás en los últimos, sé que estás ahí fuera, en la cola del paro, y en la gente por la que me cambio de acera. Sé que estás cuando llego a casa, de vacaciones, y mi madre me pregunta (como si fuera un asunto de estado) qué quiero que me cocine esos días. Y sé, te juro que lo sé, que estás aún en aquel descampado del que no puedo olvidarme.
-Ah, ah, se te olvida un sitio-
Y me señalas con el índice en el ombligo.
-Bueno…sí, y en mí sé que también estás-
La pregunta llena toda la habitación. Se instala entre el espacio que dejan el aire y los muebles. Es una pregunta enorme.
La verdad, no sé qué decir.
Y me quedo en silencio. La pregunta te ha dejado sentado encima de ella. Balanceas los pies. Y yo estoy allá, a lo lejos, debajo de todo eso que nos separa. Me encojo en el sillón rojo, deseando que la pregunta desaloje mi habitación y que tú te bajes de ahí arriba.
-Sé dónde estás-
Me aventuro a decir.
-¿Y dónde dices que estoy yo?-
Creo que te estás sonriendo, pero como no llevo las gafas y aún sigues encima de la pregunta, no puedo verte bien.
Sé dónde estás. Bueno, sé algunos sitios (no todos) Sé que estás cambiando pañales, sé que estás poniéndole derecha la horquillita rosa a Isabela, sé que estás en el ala innombrable del hospital, sé que estás cuando bailan las estelas en el ofertorio, sé que estás cuando creo que no estás, sé que estás cuando me nombran la palabra “África”, sé que estás en los tanatorios y cuando friego los platos. Sé que estás en los últimos, sé que estás ahí fuera, en la cola del paro, y en la gente por la que me cambio de acera. Sé que estás cuando llego a casa, de vacaciones, y mi madre me pregunta (como si fuera un asunto de estado) qué quiero que me cocine esos días. Y sé, te juro que lo sé, que estás aún en aquel descampado del que no puedo olvidarme.
-Ah, ah, se te olvida un sitio-
Y me señalas con el índice en el ombligo.
-Bueno…sí, y en mí sé que también estás-
...traigo
ResponderEliminarsangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
TE SIGO TU BLOG
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
AFECTUOSAMENTE
MISIONERAS CAMBOIANAS
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE BLADE RUUNER , CHOCOLATE, EL NAZARENO- LOVE STORY,- Y- CABALLO.
José
Ramón...