lunes, 28 de junio de 2010

Lo contrario del miedo



“Lo contrario de la fe no es la duda, sino el miedo” Pere Casaldáliga



Una boutade de teólogos. Un jeroglífico con el que dejar patidifusos a los que somos más de andar por casa en cuestiones divinas. Y, como yo estaba realmente enfadada por aquella época, simplemente anoté la frase en un post-it (rosa fucsia) y la pegué en la pared de delante de mi escritorio.

Y el tiempo fue pasando. Y con él, el enfado.

Y cuando uno deja de estar enfadado, es capaz de iniciar el camino de vuelta a casa.
El miedo es un bicho feo. Es pequeño y tiene los dientes muy largos y las garras muy afiladas. Se cuela por la nariz y se desliza hasta la boca del estómago y allí se queda, engordando. Le gustan especialmente los planes y las previsiones del tiempo, desayuna nostalgia por las mañanas y unas cuantas culpabilidades birladas del bolsillo. Cuanto más gordo, más duele y cuanto más duele, más comida quiere. Y si va creciéndote el miedo, mal asunto, porque tú también te vuelves pesada, peluda y no puedes ya ni andar.

Bueno, bueno.
Yo tengo
Un par de remedios
Contra el miedo.

Cuando camino, el miedo adelgaza.
Cuando recuerdo África y los platos que fregué.
Cuando echo de menos el Amor de todos los días.
Cuando me agarro, como niña chica, de la mano de Dios y no me suelto. Uh, uh, al miedo se le caen los dientes de puritito susto.
Cuando le dejo los mapas
Y me despeino.
Cuando me indigno.
Cuando me vuelvo adolescente (qué pequeño era entonces el miedo)

Cuando salto cascadas

Y me dejo

Caer

Porque abajo

Donde todo parece perderse y morir,

Allí

Están Sus manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails