Cuando aquellos a quienes amamos nos piden algo,
les damos las gracias por pedírnoslo.
Si tú deseases, Señor, pedirnos una única cosa en
toda nuestra vida,
nos quedaríamos asombrados,
y el haber cumplido una sola vez tu voluntad
sería el gran acontecimiento de nuestro destino.
Pero como cada día, cada hora, cada minuto,
pones en nuestras manos tal honor,
lo encontramos tan natural que estamos hastiados,
que estamos cansados...
El día en que lo entendiésemos, iríamos por la vida
como una especie de profetas,
como videntes de tus pequeñas providencias,
como agentes de tus intervenciones.
Madeleine Delbrêl
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