¡Vivir la solidaridad es una actitud y una respuesta! Hace ya cinco años que fui invitada a trabajar en la Misión de Sur Sudán. Soy una Misionera Comboniana brasileña y trabajo en el campo de la educación en este País. Desde el comienzo de este año formo parte del proyecto “Solidarity with South Sudan”.
El Sur Sudan es el más reciente de los Países reconocidos por el noroeste de África; antes pertenecía a Sudan. Pero el pueblo del sur del sur, pero, no se sentía bien bajo un gobierno musulmán. Lucharon durante veinte años para obtener la libertad. Este año, el 9 de julio, han conmemorado el primer año de independencia con muchos festejos y danzas, pero los retos son grandes. Como sucede en otros países el petróleo existente en el subsuelo ¡parece ser más una maldición que una bendición! Quien más sufre por esta causa es probablemente el área de la educación escolar.
El gobierno está tratando hacer algo para mejorar el nivel de instrucción de la población con programas de adiestramiento para enseñantes, pero por el momento no se ven resultados. Y es una vez más la Iglesia, la que viviendo al lado del pueblo trata de ayudarlo a continuar a ser protagonista de su historia de lucha por la libertad.
La Conferencia Episcopal del País, con este fin, ha pedido a las congregaciones religiosas y misioneras, que colaboren en el campo sanitario preparando enfermeras cualificadas, y también en el campo de la educación preparando maestros para las escuelas elementales. Por esto, también yo, estoy colaborando, con otras religiosas y religiosos, en los programas de preparación de loa maestros del proyecto “Solidaridad con el Sur Sudan”.
Trabajo en el proyecto de una comunidad formada por varios religiosos y religiosas, misioneros y misioneras, laicos y laicas, viviendo juntos. Estamos disponibles para desplazarnos en los varios centros diseminados en el País. En mi comunidad de base, Yambio, somos seis, cada uno pertenece a países y congregaciones distintas. Pero el objetivo es común: habilitar a los maestros. Se trata de un reto, ¡pero es también gratificante! Trabajamos en las escuelas de Yambio y de Malakal, pero visitamos también pequeños centros que se encuentran en situaciones precarias, donde la escuela es una cabaña con techo de paja. En estos lugares la gente está ávida de instrucción, y camina más de dos horas bajo un sol abrasador ¡con tal de no perder las lecciones! Son hombres y mujeres fuertes, no obstante su pobreza, pero dignos y capaces de cualquiera esfuerzo y sacrificio.
Para mí, comboniana, veo a nuestro fundador S. Daniel Comboni muy feliz por este proyecto en Sur Sudan, porque esto era lo que él quería! Personas cualificadas y de buena voluntad, provenientes de distintos Países, laicos, misioneros, religiosos trabajando juntos para la promoción de los africanos.
Quisiera decir una palabra a los jóvenes; ¡todo se hace grande, cuando el alma no es pequeña!
Vale la pena, sí, responder sin miedo al impulso de hacer algo más. Algo que no sabemos siquiera de donde venga ni que cosa sea. Es la voluntad de Dios que se manifiesta en nosotros. ¡Ve, soy yo que te mando!
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