Al escuchar ayer "Ven, sígueme", no pude menos que asumir la fragilidad, la pequeñez, hasta la incredulidad. Y, a la vez, el ruego, el sueño, el deseo de estar, de verdad, en comunión con Él.
"La comunión con Jesús significa hacerse igual a él. Con él estamos clavados en la cruz, con él yacemos en el sepulcro, con él resucitamos para acompañar a los caminantes perdidos en su viaje.
La comunión, el convertirnos en Cristo, nos lleva a un nuevo ámbito de existencia. Nos introduce en el Reino, donde las viejas distinciones entre dicha y desdicha, entre éxito y fracaso, entre bienaventuranza y condenación, entre salud y enfermedad, entre vida y muerte... ya no tienen sentido.
Allí ya no pertenecemos a un mundo empeñado en dividir, juzgar, separar y valorar. Allí pertenecemos a Cristo, y Cristo nos pertenece a nosotros, y tanto él como nosotros pertenecemos a Dios".
Henri Nouwen
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