domingo, 15 de septiembre de 2013

¡Estás en todo, en todos!



“Tu bondad y tu amor me acompañan 
a lo largo de mis días, 
y en tu casa, Señor, por siempre viviré” 
Salmo 23


 Siento que Dios me invita a vivir en su casa hoy, en cada instante, en cada amanecer, para siempre…Siento que soy una peregrina que camina con la esperanza del encuentro con Dios, ese encuentro verdadero que nos lleva a darnos cada día, a cada instante con alegría… Y así fue cómo llegué a Mozambique el 20 de mayo. Una vez más me encontré en la casa del Señor, en su templo santo.

 Aquí hay un sol que me anima el cuerpo y una dulce brisa que lo besa. Una brisa que me inunda y que casi parecer que llega al fondo de mi ser. Hay un cielo azul y nubes que se deslizan por él, silenciosas, tranquilas…Hay montañas allí, al fondo, y baobabs que perfilan la puesta de sol, pintada de tonos anaranjados; está el ruido de los cuervos que irrumpen en danzas y de repente se transforman como si fueran la más bella criatura de Dios…Y está el pueblo de Dios. El pueblo macua. Sencillo y acogedor. Está la Escuela Profesional de Carapira, con sus “mis” niños, que me invitan a un encuentro apasionado con Dios cada día. Con ellos y con este pueblo es imposible no sentir la presencia de Dios.


Desde que llegué aquí he tenido la oportunidad de experimentar en la sencillez la contemplación. Una contemplación que genera vida y me invita a hacer de mi vida un continuo cántico de alabanza a Dios. 

Contemplo a Dios en los alumnos, apasionados por la vida, llenos de sueños por realizar y esperanzas que vivir. Contemplo a Dios en las esteras extendidas debajo de un mango donde nosotros, el pueblo de Dios, nos reunimos junto con una mamá en una oración de acción de gracias a Dios por haberla ayudado durante su enfermedad, y por todos los amigos y familiares que la han ayudado todo este tiempo. 

Todos juntos, hablando la misma lengua. La lengua del Amor, de aquel que le habla a Dios para agradecerle su presencia, los dones recibidos.

Contemplo a Dios en los jóvenes, en las comunidades, que anuncian la vida como un regalo que viene del Padre.

Aquí, en Mozambique, Dios está en todo…y hasta me dan ganas de llorar, embriagada de tanta belleza.

Márcia Costa, LMC en Mozambique

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