"Afectuosamente —la repetición de su nombre lo prueba— el Señor le critica más bien estar prisionera de lo que ella considera su papel propio de mujer y de dueña de casa. Le llama a que rompa con esa concepción, que sitúa a la mujer en condición de persona confinada a los trabajos caseros.
Marta, como María, debe reivindicar y ocupar plenamente su lugar en tanto que discípula del Señor (...) Jesús libera a la mujer de una concepción que la mantiene en una situación de segundo plano, de simple ama de casa. La amistad —que supone siempre igualdad— de Jesús con Marta y María hace que éstas se encuentren a sí mismas como personas."
Leído en Antena Misionera
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