viernes, 19 de abril de 2013

¡Somos una gran familia!




 La Familia Comboniana embarcados en la Misión y guiados por la Fe.

- ¿Quiénes forman parte de la familia comboniana?
- Mmmm (una voz, desde atrás le “sopla” a mi madre: combonianos, combonianas y laicos).
De buenas a primeras, la pobre mujer acaba de enterarse que su hija ha entrado a formar parte de una “familia numerosa”. 

Y sí… es así, somos una “familia numerosa” y el domingo 14 de abril nos reunimos en Granada para festejarlo. Los “combos” pusieron la casa y prepararon la Eucaristía, las “combos” el testimonio misionero, los laicos la dinámica de presentación, Comboni desde el cielo una sonrisa y un sol “casi africano” y nuestro buen Dios… se encargó de todo lo demás.

Fue un día de gozo intenso y de encuentro; entre nosotros, con nuestros familiares y amigos y con los familiares de los misioner@s que ahora mismo están en tierras lejanas. 

Con la presentación, los laicos consiguieron romper el hielo, en sentido literal y figurado porque ¡el sol derretía! A base de pasarnos un ovillo de lana y de ir respondiendo  preguntas personales y de familia, fuimos tejiendo una red muy misionera. 



Después, Magdalena Ribas, comboniana recién llegada del Chad, logró que a todos los presentes se nos “moviera” algo por dentro al escuchar su testimonio. Oposición de sus padres, opción por los leprosos, descubrimiento de “nuevas lepras”, los hospitales y las misiones del Chad… Una vida llamada a hacer causa común con los más pobres y necesitados del continente africano. Una vida entregada, sin reservas, por Amor.



Terminado el testimonio, nos esperaba el “banquete” de la Eucaristía. En torno a la mesa compartida nos reunimos para festejar y celebrar como comunidad la fe que nos une. La alegría del Resucitado se respiraba en el ambiente. La red del Pescador nos llenaba los ojos de “peces misioneros” repartidos por los distintos continentes para anunciar la Buena Noticia. La Palabra nos hizo amanecer junto a Cristo, nos invitó a lanzarnos para llegar junto a Él, nos alimentó y llenó de VIDA (como aquellos panes y aquellos peces) y nos lanzó a perdonar y a amar, a amar mucho. 




Con el “alma esponjada”, la garganta agotada (después de haber cantado a voz en grito: Llévame donde los pueblos necesiten tus palabras, necesiten mis ganas de vivir) y las tripas haciendo los coros porque se nos había pasado el tiempo volando, fuimos de la Misa a la mesa. Manteniendo el mismo clima de alegría degustamos una riquísima paella y un sinfín de esmerados postres caseros que se hubieran llevado el 10 en cualquier concurso gastronómico. 



Como colofón, flamenquito del bueno con Almudena, Jose, y Melin (al cante, la guitarra y el baile); danzas varias animadas por el hermano Jesús y secundadas por toda  la concurrencia, especialmente por un incondicional grupo de seguidoras salobreñeras que después se animaron a cantarnos los secretos de las solteras y las delicias de su tierra natal. 

Así transcurrió el día de esta “familia numerosa” que, embarcada por la Misión y guiada por la fe, continúa caminando tras las huellas de Comboni haciendo realidad sus palabras: yo muero, pero mi obra no morirá. 

¡Os esperamos!

Beatriz Galán



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