Hay un límite imperceptible entre prudencia y cobardía.
Llamamos prudencia a la seguridad y a la flojera.
Llamamos prudencia al no comprometerse, al no arriesgar nada personal.
Creemos que con la edad aumenta la prudencia;
sin pensar que también aumenta el conformismo.
Todos nos hablan de prudencia, Señor;
pero de una prudencia que no es tuya,
que en vano buscamos en tu Evangelio.
Jesucristo, te damos gracias porque tú no fuiste prudente,
ni diplomático;
porque no callaste para escapar de la cruz,
porque fustigaste a los poderosos
sabiendo que te jugabas la vida.
Los que te mataron, éstos fueron los prudentes.
No nos dejes ser tan prudentes, como para contentar a todos.
“Tu palabra” es hiriente como espada de dos filos.
Además de las bienaventuranzas, también pronunciaste las maldiciones;
es un texto subversivo.
No queremos una prudencia que nos lleve a la omisión.
La terrible prudencia de acallar los gritos de los hambrientos y los oprimidos.
Danos sinceridad, para no llamar prudencia a la cobardía,
al conformismo,
a la comodidad.
No es de prudentes el ser cristianos y el seguir a Cristo.
No es prudente “vender lo que se tiene y darlo a los pobres”.
Es imprudente entregar la vida por Dios y por los hermanos.
Que cuando sintamos la tentación de la prudencia, recordemos que Tú “has escogido la debilidad del mundo para derrotar a los fuertes; y a los estúpidos para confundir a los sabios”.
Llamamos prudencia a la seguridad y a la flojera.
Llamamos prudencia al no comprometerse, al no arriesgar nada personal.
Creemos que con la edad aumenta la prudencia;
sin pensar que también aumenta el conformismo.
Todos nos hablan de prudencia, Señor;
pero de una prudencia que no es tuya,
que en vano buscamos en tu Evangelio.
Jesucristo, te damos gracias porque tú no fuiste prudente,
ni diplomático;
porque no callaste para escapar de la cruz,
porque fustigaste a los poderosos
sabiendo que te jugabas la vida.
Los que te mataron, éstos fueron los prudentes.
No nos dejes ser tan prudentes, como para contentar a todos.
“Tu palabra” es hiriente como espada de dos filos.
Además de las bienaventuranzas, también pronunciaste las maldiciones;
es un texto subversivo.
No queremos una prudencia que nos lleve a la omisión.
La terrible prudencia de acallar los gritos de los hambrientos y los oprimidos.
Danos sinceridad, para no llamar prudencia a la cobardía,
al conformismo,
a la comodidad.
No es de prudentes el ser cristianos y el seguir a Cristo.
No es prudente “vender lo que se tiene y darlo a los pobres”.
Es imprudente entregar la vida por Dios y por los hermanos.
Que cuando sintamos la tentación de la prudencia, recordemos que Tú “has escogido la debilidad del mundo para derrotar a los fuertes; y a los estúpidos para confundir a los sabios”.
Porque la prudencia del mundo es enemiga de Dios.
Luis Espinal, sj.
Tengo que confesar que me encanta el blog. ¡¡¡Gracias!!!
ResponderEliminarEspero que el encuentro de este fin de semana vaya fenomenal. Yo estoy deseando que llegue el próximo "combofinde".
La mano de la fotógrafa de portada es excelente pero... la mirada de la niña que estaba antes ¡no tiene parangón!
Mucha LUZ en esta semana.
Bea Galán
¡El próximo finde que nos veamos, te aseguro que volverás a ver a esa nena de ojos brillantes! :)
ResponderEliminarEso de "combofinde" suena genial :P
Un besote mu fuerte de "la otra Bea"
;)