Cartas interminables, conversaciones por Madrid, llegando tarde a donde debería haber llegado a tiempo, dando vueltas aquí y allá preguntando quién ha visto a mi Amado.
Y dónde está. Dónde pace a su rebaño. Porqué se tuvo que ir antes de que me diera tiempo a abrirle la puerta.
Salgo por la noche y me monto en trenes y espero que esté a la vuelta de la esquina y me cubra, por fin, de besos.
Las otras muchachas pasean y me preguntan cómo he sido capaz de perderlo. Y yo balbuceo y vuelvo a correr.
"¡Llévame en pos de ti: ¡Corramos!
Méteme, rey mío, en tu alcoba,
disfrutemos juntos y gocemos"
Correré hasta darte alcance
correré y correré,
te agarraré y te meteré en mi alcoba:
ésa en la que entraste una vez,
aquí dentro
dentro
dentro
tan dentro...
Porque "mi amado es mío y yo de mi amado..."
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