El segundo encuentro del grupo “Jóvenes en Misión" tuvo lugar en Mula (Murcia) en la casa de nuestra queridísima Carmen, nuestra laica comboniana que este próximo Junio parte hacia la República Centroafricana a vivir una gran aventura personal y de vida. Fue la calidez del recibimiento y el encanto del lugar lo que presagiaban un fin de semana de reencuentro, convivencia y de amor de Dios.
El sábado 09 comenzamos con la “oración de la mañana”. En ella reflexionamos sobre el amor de Dios mediante la lectura inicial de un versículo de Mateo:
“En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. ¡No temáis, pues!” (Mateo 10,30).
Este amor loco de Dios por cada uno de nosotros nos invita a vivir confiados plenamente en Él puesto que nos conoce mejor que nosotros mismos y sabe lo que necesitamos para ser felices. El salmo 139 lo expresa de una manera fascinante.
“Señor, tú me sondeas y me conoces. Me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos percibes mis pensamientos. Disciernes mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares […].¿Adónde me alejaré de tu aliento? ¿Adónde huiré de tu presencia? Si me traslado al ruedo de la aurora o me instalo en el confín del mar, allí se apoya en mí tu izquierda y me agarra tu derecha [...]. Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.” (Salmo 139, 1-13)
Tras la lectura del salmo, nos preguntamos ¿qué es orar? Orar es, sencillamente, hablar con Dios y escucharlo; es contarle honestamente nuestros pensamientos y sentimientos, alabarlo, agradecerle, confesarle nuestros pecados, y pedirle ayuda y consejo. Para finalizar, el grupo leyó a coro un bella oración de Charles de Foucauld.
Una vez acabada la oración y después del desayuno, continuó nuestro encuentro con un divertido juego: “una yincana” en la que cada uno de nosotros tenía su propio logo y ruta para encontrar 10 pistas escondidas en la zona exterior de la casa. Cada pista contenía una pregunta de los Evangelios que había que responder para poder buscar la siguiente pista. En esta ocasión, nos sorprendió que no ganara el primero que hubiera llegado sino aquél que hubiera respondido correctamente y con precisión a las preguntas planteadas. Finalmente, las ganadoras consiguieron unas bonitas y originales zapatillas “africanas” hechas a mano.
Una vez acabado el juego y entregado los regalos, que curiosamente no se llevaron las ganadoras (…y no digo más sólo “gracias, chicas”), Juan Antonio nos introdujo el tema de la “Lectio Divina” que seguiría con un taller práctico después de la comida y su “pertinente descanso”.
Lo que aprendimos acerca de La “Lectio Divina” fue el encuentro y la fuerza que reporta leer la palabra de Dios y meditarla. La palabra de Dios está viva y la atención especial a su Palabra favorece nuestro encuentro con Él. Es a través del Espíritu Santo que podemos interpretarla. Esta metodología fue utilizada principalmente entre el clero monástico en la época medieval. Con el tiempo se extendió a los fieles y, posteriormente, en el Concilio Vaticano II, la Lectio Divina fue considerada una lectura piadosa, se le llamó “la buena lectura”. Actualmente es una práctica común entre los católicos practicantes.
Una vez que Juan Antonio nos explicó el significado de la Lectio Divina, escogimos el evangelio del día siguiente (Lc 20:27-38) para ponerla en práctica. Se nos repartió un esquema sintético de las 10 etapas que comprende la lectura de la Lectio.
1.STATIO (Preparación): disposición interior. Silencio. Invocación del Espíritu Santo.
2.LECTIO (Lectura): leer y releer el texto con atención. Leer bien es escuchar en profundidad.
3.MEDITATIO (Meditación): el significado de la Palabra en mi vida actual. ¿Qué dice? ¿qué me dice? ¿quién me lo dice?
4.ORATIO (Oración): se inicia mi diálogo con la Palabra. Oro el texto, brota viva la oración.
5.CONTEMPLATIO (Contemplación): silencio ante la Palabra.
6.CONSOLATIO (Consolación): es el gozo de orar, es el sentir íntimamente el gusto de Dios, de las cosas de Cristo.
7.DISCRETIO (Discernimiento): distingo cuál es la voluntad de Dios. Cuando estamos en comunión con Jesús sentimos lo que quiere de nosotros.
8.COLLATIO (Intercomunicación): es la Palabra compartida. Diálogo con los hermanos.
9.DELIBERATIO (Deliberación): de la experiencia interior de la consolación o desolación aprendemos a discernir y a decidir, según lo que quiere Dios para nosotros ya sea algo que nos guste o no.
10.ACTIO (Respuesta): La Palabra da frutos. Se cumple, se hace vida.
La práctica habitual de la Lectio Divina desarrolla tres actitudes: la Escucha, un Compromiso de Vida y la Perseverancia. Sin embargo, pueden existir ciertos riesgos tales como el aislamiento o individualismo en la búsqueda de Jesús, el Esoterismo y la Inconstancia. Pero es su lectura frecuente la que nos enseña lo que Dios quiere transmitirnos. Es esencial comprender que la palabra me lleva a actuar, se convierte en palabra de vida. La experiencia fue muy buena y realmente sentimos ése encuentro con Dios aunque no siguiéramos 100% el esquema de la Lectio.
La noche finalizó con un cine-fórum y la película titulada “los Croods”. Siguiendo la temática del día, la película nos insinuó a salir de nosotros mismos, de nuestros temores e inseguridades y buscar la luz, buscar el encuentro con Dios que es lo que realmente nos llena de vida y nos hace sentir plenos.
Al día siguiente nos esperaba un suculento y delicioso desayuno en el Convento de las Anas, en Murcia capital. Las hermanas Dominicas nos deleitaron con su sencillez, cercanía y simpatía.
El Padre Juan Antonio y la hermana secular Palmira dieron testimonio de su experiencia en la República del Congo, Brazil y Mozambique. Lo que más nos impactó fue la alegría del pueblo africano e indígena que a pesar de las dificultades para cubrir sus necesidades básicas su rostro reflejaba felicidad, alegría y esperanza, realmente se observa que Dios está vivo en cada uno de nosotros. Posteriormente, fuimos a celebrar la eucaristía con las hermanas, a la que se unieron otro grupo de jóvenes jesuitas. Fue un encuentro en el que compartimos cantos, emociones, sentimientos y la idea de hermandad. Todos somos cristianos y hemos sido llamados a dar testimonio, con nuestra vida, del amor inmenso de Dios por nosotros en nuestra genuidad y autenticidad.
Una vez más quiero agradecer el amor, esfuerzo y entusiasmo de nuestras hermanas combonianas Silvia y Omaira y agradeceros a todos vuestra fuerza y alegría contagiosa. A los que no pudieron asistir al encuentro, os esperamos en el siguiente, porque se os echó de menos y todo aquél que desee compartir una experiencia diferente y mágica os esperamos en el próximo encuentro.
¡Sed felices!
Lorena
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