"Necesitan a una misionera joven en una parroquia de Alcalá de Guadaira, ¿quieres ir?" me preguntan desde la Delegación de Misiones de Sevilla. Reconozco que, aunque me hacía mucha ilusión, estaba también muy cansada (casi agotada) porque llevo dos meses sin parar en el colegio y el arranque del curso ha sido un pelín difícil, por otras cuestiones.
Así que nada, vamos allá. El sábado por la mañana con los alumnos y sus familias, dispuestos a participar en la Marcha Misionera de Sevilla: carteles, banderas, saltos y bailes al ritmo de un grupo de percusión de Sierra Leona. Me encantó ver a mis alumnos y a los mayores del cole entusiasmados y contagiándose de la alegría de sentirnos "misioneros". Lo mejor es que vinieron porque quisieron y en libertad.
Y por la tarde, rumbo a Alcalá de Guadaira: el sábado y el domingo daba el testimonio misionero en la iglesia de San Agustín. No puedo describir la acogida tan sincera, generosa y entusiasta de los párrocos y de la gente. Me hicieron sentir en familia :) Fue maravilloso encontrar a tantas personas dispuestas a acoger la misión Ad Gentes e intentar "incendiar" los corazones de más gente para que cuenten a otros que Dios nos quiere tal y como somos, que lo que más desea es que todos seamos felices y que es de justicia, por tanto, que todos puedan vivir dignamente.
Estoy convencida de que es imposible callar lo que ha tocado el corazón: tener la oportunidad de contárselo a otros es un privilegio. Y entonces, se olvidan las pocas horas de sueño, el cansancio, los planes aplazados...Porque cuando dejas que Dios actúe a su manera, la luz vuelve a brillar y todo parece, de nuevo, posible.
¡Gracias a todos los que sostienen a los misioneros, sea como sea y estén donde estén!
¡Gracias por echarle una mano a Dios para que pueda llegar a todos los rincones de la tierra, a todos sus hijos!
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