miércoles, 12 de septiembre de 2018

Aprendiendo a sorprenderme de la alegría de Cristo

Tras el testimonio de Carlos que os compartimos el lunes, hoy os traemos el de Lourdes, que nos transmite la emoción y las sorpresas que le ha regalado Mozambique.

Desde los 12 años he querido ver África y la Misión. Y eso fue lo que me llevó a esta experiencia en la parroquia de Benfika, a las afueras de Maputo. Desde que el avión despegó el 11 de julio hasta que aterrizó de nuevo en Madrid el día 31 fue una sorpresa tras otra, un ir cayendo ideas preconcebidas de lo que es África, lo que significa la Misión, e incluso de quien soy yo misma y de qué clase de cristianismo estaba siguiendo.
Lourdes, en el medio, junto a otras dos amigas de Combojoven, Yayo y Sofía
Por partes, la primera gran sorpresa fue la gente. Cuando llegamos a la casa, había un montón de personas haciendo muchas cosas, y nos recibieron cantando, pararon por un momento sus actividades de cada día solo para recibirnos, para asegurarse de que nos instalábamos bien. Esa fue mi primera sorpresa. Nos abrieron sus casas, nos contaron sus historias…y me enseñaron mucho sobre la clase de persona que quería ser, apenas hablaron de Jesús pero por su acogida, su gratuidad, su preocupación, su entrega, dijeron mucho más de él que si hubieran elaborado un complicado discurso con reflexiones complicadas. Y es muy bonito pensar que tenemos un montón de hermanos al otro lado del planeta.
La segunda gran sorpresa fue cuando me di cuenta de que la Misión no era hacer muchas cosas, cambiar el mundo como un superhéroe, resolver problemas. Cada uno tenía su actividad de por la mañana: había un grupo que visitaba enfermos o otros dos que íbamos a escolihnas (lo que aquí viene a ser infantil). El primer día pensé que íbamos a hacer muchas actividades chulas, diferentes…en definitiva, que íbamos a cambiar todo. Por suerte, los niños me hicieron cambiar de opinión pronto. Entre los recuerdos más especiales que tengo están los dos días en que los saqué al patio y decidieron contruir sus castillos. Este es un pequeño ejemplo de lo que he entendido que es la Misión, es estar, vivir la vida diaria de una manera diferente, con la alegría de Cristo y la sencillez de María, como esos peques, no ir queriendo revolucionarlo todo, romper con todo…
La tercera gran sorpresa fue la manera que tienen de ser Iglesia, siendo una familia. Lo he visto en cada misa, con esa importancia que le dan a cantar, a alabar a Dios con cada canción y con la alegría a la hora de hacerlo; también con las catequesis a las que asistíamos los sábados, en las que el patio de la casa se llenaba, literalmente, de pequeños grupos de fe; con la responsabilidad y participación de los jóvenes, a los que se les escuchaba; y con el compromiso de la comunidad con todos los miembros y también con el barrio en que vivían. Cada uno de los gestos que vi me recordaron bastante a lo que debía ser el cristianismo al principio y que muchas veces en Europa no se ve. Ahí vi cómo aquello de lo que hablaba Jesús en los Evangelios cobraba forma.
La cuarta gran sorpresa fue nuesro grupo, lo unidos que estuvimos, eso sí con nuestras cosillas, y lo que he podido aprender de ellos, y lo que me han enseñado de mi misma. Agradezco mucho las reflexiones que tuvimos, las oraciones y las partes de nosotros mismos que pusimos delante y que hicieron que la experiencia tomara forma.
Puede que con este pequeño testimonio haya omitido muchos detalles sobre qué fue exactamente lo que hicimos en cada momento, pero creo que transmite bastante bien lo que me he encontrado y lo que solo era una idealización mía.

Lourdes

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails