domingo, 10 de mayo de 2015

Un rato a pie y otro contemplando




El lema de esta Pascua misionera resultó muy oportuno ya que para desplazarnos de la casa de los combonianos a la Parroquia de Nuestra Señora de la Merced hacíamos el camino a pie lo cual despejaba la mente y nos ponía a todos en forma el cuerpo y el espíritu.

El Jueves Santo el lema que guiaba nuestro día viene del Evangelio de San Juan (Jn 21, 1-12) y es una pregunta que Jesús hace a los discípulos:” ¿Tenéis algo para comer?”. En la oración de la mañana se nos recordó los tres dones que Dios regaló a su Iglesia en este día: la Eucaristía, el mandamiento del amor fraterno y el Sacerdocio. También contemplamos la forma en que Cristo  decidió quedarse entre nosotros: el Pan. De esta manera nos preguntamos a nosotros mismos como podemos “ser pan” para los demás, y si realmente en nuestro día a día somos alimento para los demás, como hace nuestro maestro en cada Eucaristía.

Después de comer fuimos caminando a la parroquia para hacer las visitas a las casas de las personas del barrio que abrieron generosamente para acogernos y compartir con nosotros sus vidas y situaciones personales. A continuación participamos en la celebración de la Eucaristía con el lavatorio de pies y para finalizar el día, el laico comboniano Juan Eugenio nos preparó la hora Santa, en la cual acompañamos con nuestra oración a Jesús que sigue sufriendo la Pasión en tantos hermanos olvidados y maltratados, nuestros hermanos que cruzan las fronteras del Sur para buscar una vida en nuestro país.

Por la tarde nos dispusimos a celebrar el oficio de la adoración a la Cruz y después salimos por las plazas del barrio de Casería de Montijo, recordando las siete últimas palabras de Jesús en la Cruz.

El sábado santo fue un día de silencio y recogimiento para poder encontrarnos con Aquel que nos ha convocado en Granada, reflexionando el pasaje del Evangelio en que Jesús se aparece a los discípulos de Emaús. Después de comer tuvimos los testimonios misioneros de la hermana Marisela y de Carmen, la laica misionera comboniana que estuvo en Perú. Los testimonios de vida de vida de ambas fueron importantes para sellar en nuestro corazón aquello que habíamos recibido en la meditación y nos animó a ser valientes y a acoger la llamada de Jesús de seguirle por los caminos, de salir al encuentro del otro, de morir por amor y recibirlo todo a cambio. 

Esa noche, fue La Noche. Gozamos de a la Vigilia Pascual y celebramos con alegría la Resurrección del Señor con cada una de las personas de la parroquia que acudieron y que nos acompañaron en esos días intensos. 



Pero la cosa …¡No acaba aquí, señores y señoras! Lo vimos en el domingo, con el envío misionero que nos hace la Iglesia, que nos manda que vayamos afuera, que comuniquemos a todo el mundo el enorme tesoro que se nos ha revelado: ¡Que Jesús está vivo, ha resucitado!

Lucía Fonts

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