domingo, 16 de marzo de 2014

Un fin de semana de luz.




¡Por fin llega  el encuentro de Jóvenes en Misión en casa de las misioneras combonianas! Al empezar siempre tengo la misma pregunta, por mucho tiempo que lleve viniendo ... ¿Qué nos tiene preparado Dios este fin de semana? Estoy lista para dejarme sorprender.

 Ángeles y Vicente nos acompañan, ¡Qué alegría ver caras nuevas! Comenzamos el sábado por la mañana con una oración dando gracias a Dios por todo lo que nos ha regalado durante el mes y le presentamos nuestros temores y miedos para que sea Él quien los transforme. Seguidamente la hermana Silvia nos regala una catequesis de un tema que sorprende especialmente a Lorena y Ángeles pues insistían en que venían hablando de eso todo el camino de ida: la vocación. Encontrar la vocación y definirla no es un camino fácil y así lo demuestra la vida de San Dan Comboni, sin embargo fue el punto de partida del desarrollo de su plan: “Salvar África con África”, su mayor pasión, y el motivo por el que llegó a dar su vida.  

Además tenemos la tendencia a encuadrar la vocación en un solo aspecto, el religioso o laboral pero gracias a los testimonios grabados en vídeo de un matrimonio, un  cristiano laico africano que vive en España y de Bea (la autora de este maravilloso blog) vemos cómo encontrar la vocación es encontrar el lugar que está hecho para ti, que te hace vibrar y ser feliz, por lo que es necesario conocerse y encontrarse con Dios que hace una llamada individual. Nos dividimos en dos grupos para trabajar unos, un texto sobre la vocación en general, y otros, sobre la vocación específicamente misionera.




Después de una agradable comida compartida con la comunidad de combonianas donde nos sentimos siempre a gusto y como en casa, tenemos un rato de descanso y nos preparamos para escuchar a la misionera comboniana Paquita, que nos da su testimonio en América Latina y con sentido del humor nos cuenta algunas anécdotas impactantes para explicarnos las condiciones en las que viven las gentes con las que ella trabajó y vivió. Me resuenan las palabras trabajadas en el taller que son características de la vocación misionera: Jesús hace una llamada concreta y la persona llamada siente la necesidad de compartir la fe, la vida misma, con los más desfavorecidos, con los olvidados de la sociedad, recibiendo al mismo tiempo todo y más de lo que se da, de lo que se deja atrás. 

Y por la noche…¡cine-forum! En compañía de Daniel, un laico misionero comboniano que estuvo con su mujer y sus hijos en una misión en el Chad, nos gusta conocer también como surgió su vocación y su experiencia mientras charlamos antes de la peli. La película se titula “Moscati: el médico de los pobres”. En el momento del debate, yo no puedo ni hablar de lo emocionada que estoy. Es la historia de un santo, un joven médico que tenía dinero y se movía por las clases altas de la sociedad italiana de la época, que renunció a todas las riquezas y poder que le ofrecían sus amigos para quedarse en el sitio donde más se sentía a gusto y donde se realizaba su vocación de médico: al lado de los pobres. Me llama la atención como este joven se dejó llevar por su corazón y por el mensaje de Jesús, de quien se enamora, sin plantearse lo que los demás pudieran pensar de él. Dedicó su vida a los pobres enfermos y se entregó, yendo más allá del sentimiento de solidaridad y de la mera compasión; con tal naturalidad y sencillez, que se ve como esa fuerza solo puede venir de su encuentro personal e íntimo con Dios.



Al día siguiente, hacemos también una oración por la mañana y le pedimos a Dios que, como al santo Moscati, nos conceda la mirada del Evangelio: “Sacude nuestro corazón para aprender a ver con los ojos llenos de Evangelio y Esperanza del Reino. Corre ya el velo de nuestros ojos para que viendo,  podamos conmovernos por los otros y movernos desde lo profundo de cada uno, para acudir a dar una mano y la otra, y la vida toda a los que están caídos al borde del camino (…)”

Durante la mañana escuchamos al padre misionero comboniano Juan Antonio que generosamente nos dedica también su tiempo a pesar de acabar de aterrizar de un largo viaje el día anterior. Nos introduce un poco en la Cuaresma, de la mano del mensaje del Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangeli Gaudium. Nos recuerda porqué necesitamos en este tiempo de limosna, ayuno y oración que tan poco motivador nos resulta así de primeras. No son más que herramientas para salir del círculo alrededor de nosotros mismos en el que fácilmente entramos con la comodidad y el hacer “lo que me apetece” en cada  momento. De esta manera, saliendo de nosotros mismos es como dejamos que entre la novedad del Evangelio en nuestra vida y podemos entregarla totalmente para ser felices.



Lucía Fonts


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