Si tuviera mil vidas, ¿qué haría?
Este ha sido el lema del encuentro que el pasado fin de semana celebramos en Granada. ¿Qué haría yo?.... Cuando Silvia me hizo la invitación hace algunas semanas, yo directamente, con voz firme, clara y sin pensar, le respondía que no podía ir porque tenía que trabajar, que estudiar mucho y muchas otras cosas más, que aunque si eran ciertas no eran la causa fundamental. Yo tenía mi “excusa” perfecta pero en el fondo lo que me impedía ir eran mis miedos e inseguridades.
Nada más llegar el sábado a la casa de las combonianas en Granada, me emocionó mucho la acogida de ellas, de Bea y Joana, y de las otras chicas de Portugal que también asistían al encuentro, Rita y Susana. Su cercanía, alegría, vida y sobre todo, su gran amor por Cristo y, a través de Él, su amor por la misión.
Los temas a tratar fueron: La Vocación como opción al seguimiento de Cristo, la figura de Daniel Comboni. Seguimos algunos de sus escritos para ver de otra forma su vida, su historia, su vocación, su amor por la misión de África (“África o muerte”), sus momentos de fragilidad, pero sobre todo su fe ciega a la obra del Padre. Esa radicalidad de la que habla me cuestionaba y me dejaba sin palabras… sólo me quedaba mirando su imagen, callada y perpleja, como si nadie hubiese alrededor.
Después nos explicaban los inicios de las misioneras combonianas y la visión que Comboni tenía de ellas para su misión en África. Me encantó escuchar cómo fue la lucha incansable con la que estas mujeres vivieron su misión en África, su disponibilidad total en la entrega del Padre y su amor por los más pobres.
También tuvimos la oportunidad de escuchar el testimonio de la hermana Laura Díaz que desde Londres, vía teleconferencia, nos contó su experiencia de misión en Etiopia y como fue su proceso vocacional. Al terminar de hablar Laura, Silvia nos ánimo a que compartiésemos impresiones, pero yo…¡qué podía decir yo! ¿Qué podía expresar después de todo lo visto y escuchado a lo largo del día? El corazón me latía a mil por hora y yo, era como una esponjita intentando empaparme de todos esos regalos, que Dios iba poniendo en nuestro camino.
Por la tarde, tuvimos una oración conclusiva. Cada una escogió un símbolo que identificara, de algún modo, lo que necesitábamos o lo que estábamos viviendo en ese momento. Fue muy hermoso. La finalizamos rezando unidas, no sólo agarrándonos de las manos (me emociono el apretón de Bea y Silvia), sino con el corazón.
En esa noche, sentí como el corazón se me hacía más grande. ¡Dios me había concedido tantos regalos!
Me siento afortunada por haber podido conocer a las hermanas, y a jóvenes de otras tierras, que aun siendo de distintas lenguas y culturas nos hemos sentido en comunión por Dios y por la misión.
Ha sido un encuentro repleto de vivencias, emociones, sentimientos encontrados y de ese retomar y hacernos conscientes de lo que somos, de nuestra historia yñ de lo que Dios nos va pidiendo a cada una de nosotras.
“Muito obrigada. Com todo o carinho e amor do mundo”.A sua Irmã em Cristo...
Melinda
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