miércoles, 11 de noviembre de 2015

Abriendo puertas


Una puerta cerrada, de madera con un picaporte de metal. Nunca has estado allí, tiene cierto halo de misterio y no sabes si atreverte a bajar el picaporte y a tirar de la puerta. Tal vez una pregunta sea la más perseverante: ¿Qué se oculta para que haya una puerta opaca y cerrada? Otras preguntas te pueden atormentar ¿Habrá alguien? ¿Qué sorpresa aguarda? ¿Se esconderá algún peligro? Lo que hay al otro lado es totalmente incierto, el temor te puede dejar paralizado pero la inquietud y la curiosidad te incitan a descubrir ese secreto oculto. 

Al final puede que abras una pequeña rendija, una primera tentativa de esclarecer el misterio, pero aún hay poco campo de visión, abres un poco más la puerta, ya te vas sintiendo más seguro, todos necesitamos sentir que controlamos la situación. Y entonces, ante ti, se destapa el misterio, la inquietud y el temor dan paso a la sorpresa y la alegría, piensas “ha merecido la pena”. Podría ser el inicio de una novela o una película de fantasía, seguramente el protagonista fuera un niño, desbordante de curiosidad, que le espera una aventura llena de giros inesperados, de personajes que le van guiando o que le intentan engañar. Es el principio de un camino, con un final incierto.

El fin de semana 24-25 un grupo de seis curiosos nos dispusimos a abrir la Puerta de la Misión, la primera puerta de muchas que nos esperan este curso. Sin embargo, no estábamos solos, nos acompañaron la Hna. Marisela y el P. Daniel, junto con la Hna. Encarna y los LMC Isabel y Gonzalo. Cada uno fue dando su apoyo para ayudar a abrir la puerta, alentar o despertar la inquietud. Daniel nos introdujo a la exhortación apostólica del Papa Francisco, Evangelii Gaudium; Marisela nos habló sobre el mandato misionero; Isabel y Gonzalo nos guiaron en la oración invitándonos a ver nuestra Historia de Fe, nuestras puertas que ya hemos abierto; Encarna nos compartió lo que encontró al abrir su puerta de la misión, una puerta que le ha hecho abrir muchas otras viajando, aprendiendo y disfrutando por medio mundo. Por último, Ana Isabel, una de nuestras compañeras, nos habló sobre su experiencia en Benín, una puerta que abrió este verano. 

Cada puerta abre a un mundo diferente, y las sensaciones que a cada uno le inundan son únicas. Así lo define Ana: “Este fin de semana ha sido un regalo. Analizar el significado de la Iglesia como agente evangelizador a través de encíclicas del Concilio del Vaticano II, fue realmente interesante. Especialmente enriquecedores el testimonio de una misionera en Uganda y las reflexiones de los jóvenes del grupo. Me siento afortunada de tener un lugar donde compartir mi fe y la inquietud por la misión y cargar pilas para el día a día.”

Y es que, la sorpresa y la alegría que nos invade al abrir una puerta, nos mueven a compartir lo que hemos visto, queremos que más gente disfrute como nosotros hemos hecho. Y con  esa alegría, qué mejor celebración final que una misa común, y una mesa compartida.

Quién sabe si, al terminar el curso, podremos hacer nuestra novela de aventuras. ¿Te atreves a abrir la siguiente puerta?

Íñigo



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