Estaba esperando el regalo. Empieza a abrirlo con sumo cuidado cuando aún estamos en el ascensor.
-¡Qué bien ponen el papel de envolver en Portugal!- exclama mientras sus deditos recorren de arriba para abajo el paquete- ¡qué bonita, qué bonita, qué bonita!- repite al ver la camiseta.
Yo empiezo a contarle cómo es Lisboa, que si los tranvías, las siete colinas, que si se come una sopa verde (pone cara de disgusto) y pan con chorizo, que si vi la ciudad desde el otro lado del río...
-¿Pero qué es "Lisboa"?-
-Lisboa es la capital de Portugal, como Madrid la de España-
-Ah- se queda pensando unos segundos en silencio-¿y viste el castillo?-
-Sí, vi uno muy bonito en Sintra: era de colores y parecía el de las princesas de verdad-
Seguimos andando.
-Beatriz, estoy pensando que le voy a regalar la camiseta a mi mamá-
-¿Ah, sí?-
-Sí, porque a mi mamá le gusta mucho Portugal y tiene muchas ganas de ir-
-Me parece muy buena idea, Nicole-
Cuando la dejo en la puerta de la iglesia, a mi corazón no le queda más remedio que exclamar: "Yo te alabo, Padre, porque te has revelado a los sencillos y los humildes de corazón".
Y vuelvo a darme cuenta de que el amor es simple, es directo, es creativo y capaz de convertir una camiseta para una niña de ocho años en el mejor regalo para una mamá que sueña con ir a Portugal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario