domingo, 29 de enero de 2012

Algo nuevo está naciendo



Mi amiga Karmen y yo nos pusimos en marcha hacia Granada con el propósito de pasar un fin de semana en buena compañía y ver lo que Dios tenía preparado para nosotras. El título del taller que se iba impartir ya nos motivó desde el principio y pensamos llegar el viernes por la tarde para disfrutar de la compañía de las hermanas Combonianas y las jóvenes que iban a participar del encuentro. La verdad me encantó poder salir de tapas con todas y desde el principio se creó un ambiente muy agradable y familiar.

 La experiencia del sábado fue muy gratificante y un punto de partida para seguir conociéndonos a nosotros mismos y a la gran riqueza que representa el SER HUMANO. Comenzamos a primera hora de la mañana con un tiempo de oración. Leímos el salmo 46 y 65 y el Evangelio de S. Marcos en su capítulo 4, 26-28 y 4, 30-31 que nos habla de la parábola de la semilla que crece y del grano de mostaza. A continuación leímos un extracto de la obra de Jorge Bucay “El Camino de la Autodependencia”. Me encantaron estas lecturas porque me hicieron reflexionar y comprender que es AHORA, en la juventud y adultez, dónde hay que sembrar nuestras semillas de deseos, sueños, aspiraciones, proyectos etc. 

Es importante conocer nuestra semilla, saber quiénes somos y cuáles son nuestros sueños y sembrarlos para que la semilla germine y crezca y pueda llegar al tiempo de la cosecha. Pero es tranquilizador saber que no estamos solas, que no hay que temer a que nuestra semilla no germine, porque el Espíritu de Dios nos guía y cuida en todo este proceso. Me pareció enriquecedor, el gesto de escoger, cada una de nosotras, una semilla de entre varias, con la que más nos identificamos, para después plantarla y regarla; simbolizando el camino de autoconocimiento que hemos emprendido. Destacaría la frase de Jorge Bucay “Cada cosa hay que hacerla en su tiempo” y del salmo 46 “Nada de lo que nos pase nos separará de Él. ¡Sólo Dios es el Señor! Confiamos en Él ¡Nada nos puede faltar!”. 

Después del maravilloso desayuno, tuvimos el taller de autodescubrimiento a cargo de Mª Eugenia, profesora y formadora de PRH international (Personalidad y Relaciones Humanas) Partimos de la idea de que NUESTRO INTERIOR ES BELLO.VENIMOS YA DE SERIE, BIEN HECHOS. Esta idea nos libera del terror a sumergirnos en nuestro VERDADERO YO. La realidad es que el ser humano busca, sobre todo, SER FELIZ y ello es posible si nos amamos y aceptamos tal y como somos. Esto nos libera de ataduras y nos hace amar a nuestros semejantes. Da igual las experiencias pasadas negativas, las dificultades en el presente…lo importante es ver en todo esto una OPORTUNIDAD para crecer no un problema que nos atemorice, frustre o desespere. Pero como todo en la vida, esto es UNA DECISIÓN, un COMPROMISO, y una RESPONSABILIDAD con uno mismo. Y lo más maravilloso es saber que ese compromiso es para toda la vida, por la grandísima riqueza que representa el ser humano…¡fascinante! Es importante creer que se puede cambiar y darse ese derecho. 

 Este taller me ha ayudado a conocerme un poquito más y a desenmarañar pensamientos que me hacían sentir agobiada y angustiada. No quiero tener la sensación que otra persona en mi piel, sacaría todo el potencial, capacidades, habilidades, valores y dones que hay en mi interior; y que yo por temor ni siquiera lo intente. Gracias Mª Eugenia por este taller que me ha permitido conocer más de mis cualidades y valores; y que supone una herramienta para seguir buceando en la riqueza de mi interior. 

 Después del taller tuvimos tiempo libre para pasear y compartir nuestras experiencias y conocernos todas un poquito más. Antes de la hora de la cena, tuvimos un momento de oración, en el que leímos a Isaías 43, 18-21, que nos dice que no nos acordemos de las cosas pasadas ni traigamos a la memoria las cosas antiguas, porque esto no nos permite crecer sino que creamos que Dios está ya trabajando en nuestras vidas y que pronto saldrá a luz. También leímos unas estrofas relacionadas con este texto, y del que yo destaco el siguiente: Cuando se deja que la vida y la gente desenmascaren nuestros empeños por apresar y retener a Dios en Verdad y Fuerza; cuando “se descontrola” la engañosa necesidad de tenerlo todo bajo control, de sentirnos en orden y buscar con ansiedad la perfección a toda costa… Algo nuevo está surgiendo, ¿no lo notáis? 



Después de la suculenta cena que con tanto amor, cariño y alegría nos ofrecieron las hermanas Palmira y Cidalia. El hermano Comboniano Pablo y la postulante Giusi contaron su testimonio. Lo que más me llamó la atención fue cómo Dios se manifestó fuertemente en sus vidas y los transformó de tal manera que decidieron abandonarlo todo y seguirlo; y la luz y la alegría con que recuerdan esos momentos. 

 A continuación, vimos la película THE WAY, que ciertamente iba muy relacionada con el taller de autodescubrimiento que habíamos realizado. Cuenta la historia de un oftalmólogo americano que decide hacer el Camino de Santiago de manera fortuita y por una difícil circunstancia personal que cambiaría por completo su forma de concebir la vida. A lo largo de ese recorrido de reflexión y aceptación de la situación, se encuentra con varios personajes que deciden realizar el Camino de Santiago por motivos aparentemente superficiales (dejar de fumar, perder peso etc.), pero la realidad es que van realizando un camino de autodescubrimiento y aceptación personal. Al final del camino, se conocen y se aceptan a sí mismos y los motivos que en realidad les habían impulsado a realizar el Camino, quedan en un segundo plano. La película fue un buen complemento del taller de la mañana. 

Al día siguiente comenzamos la mañana con un tiempo de oración, que continuaba con lo que habíamos reflexionado el día anterior. Ahora era el tiempo de la cosecha. Leímos un texto llamado “Más allá de la utopía” del cual me gustó el párrafo que dice: ¿no os habéis dado cuenta todavía de que quienes se abandonan en el Señor son más felices, más ricos y más libres que aquellos que sólo confían en el trabajo de sus manos? En esta ocasión, nuestro gesto fue escoger una flor, de entre varias, puesto que las semillas que habíamos plantado el día anterior, habían germinado y se habían transformado en flores. Comprendí que la cosecha es para ofrecerla a Dios y compartirla con nuestro prójimo. “Iré a enseñar a todos que tú eres libertad, que sólo en ti se encuentra el manantial, la felicidad, la verdadera paz”. 

 Después del abundante y agradable desayuno, nos marchamos a la casa de los hermanos Combonianos. Allí celebramos una catequesis en la que meditamos sobre la parábola del grano que crece por sí solo y la del grano de mostaza que aparece en el Evangelio de S. Marcos. Comprendí que la parábola nos habla de la presencia de Dios en nuestra vida y que la cuestión es si permitimos que Dios actúe en nuestra vida o no. La palabra de Dios es la semilla que actúa en nosotros, la tierra, y si la acogemos, la tierra dará fruto, ya sea que durmamos o que velemos, la palabra de Dios es siempre operante. Los jóvenes nos encontramos en la fase inicial de la presencia operante de Dios y si le permitimos actuar y guiarnos en nuestro día a día, alcanzaremos el propósito por el cual hemos sido creados y pasar de ser tierras infructuosas a nuevas tierras cargadas de frutos para toda la humanidad. Después de la catequesis, celebramos la eucaristía. Y lo que más me llamó la atención fue que durante todo el encuentro escuché, también del hermano Pablo, que aunque se tengan dudas, momentos de lucha interior etc. merece siempre y, en todo caso la pena, caminar en nuestra vida con Jesús. 

 Terminamos nuestro encuentro con una encantadora comida y un fuerte deseo de seguir permitiendo a la semilla que Dios plantó en nosotros que germine y crezca, para que se convierta en el árbol que realmente somos y podamos permitir a otros conocer que Dios transforma nuestras vidas y nos hace libres. Nos permite ser en esencia lo que realmente SOMOS. 

 Quiero agradecer a las hermanas, Palmira, Cidalia, Silvia y Rosario y a nuestra postulante Giusi por su enorme hospitalidad, alegría y cariño. Y a Lucía, Ana, Beatriz y Karmen, por compartir sus temores, sueños y esperanzas y porque han permitido que Dios esté presente en sus vidas y eso lo reflejan al exterior.

 ¡¡DISFRUTEMOS DE LA VIDA!!

Lorena



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