jueves, 19 de febrero de 2015

No estamos solos



El lema del encuentro de este fin de semana ha sido: “En el camino no vamos solos” y yo estaba muy contenta pues… ¡En mi camino de Barcelona a Madrid no iba sola! Este fin de semana me han acompañado los aventureros Rafa y Maribel que querían conocer de cerca el mundo de las misiones y a la familia comboniana.

El sábado por la mañana empezamos el día con una oración en la que meditamos un texto del Antiguo Testamento: la vocación de Jeremías (Jr 1, 4-19) donde se ve al profeta poner excusas ante la llamada del Señor.  Tantas veces hacemos nosotros lo mismo, cuando le decimos a Dios lo débiles e incapaces que somos para hacer su voluntad. Pusimos en manos del Señor esas excusas, para que Él las convirtiera en un generoso “Sí”, como el de la Virgen María, que supo fiarse y dejarse hacer por Dios.

Durante la mañana realizamos el taller que esa mañana nos tenía preparado Rosario. Trabajamos el sentido del diálogo interreligioso en el seno de la Misión, a la luz del Concilio Vaticano II. ¡Qué importante es que la "Iglesia en salida" que menciona el Papa acuda siempre a lo más genuinamente humano! Es sólo a partir de la Lógica del Amor que es posible que budistas, ateos, musulmanes o cristianos podemos reconocernos a través de la mirada reconciliadora, la mirada de los que anhelan reconocer la belleza del bien a través del hermano.



Después de la comida, en la que siempre somos acogidos como en nuestra casa por las hermanas de la comunidad, nos reunimos de nuevo para escuchar los testimonios que esa tarde no nos iban a dejar igual. Se me hace extremadamente difícil plasmar por escrito y resumidamente ambos testimonios ya que no hay nada como ver cómo se les iluminan los ojos al hablar de las personas que han encontrado,  o ver cómo se emocionan al contar anécdotas que han cambiado sus vidas para siempre.

En primer lugar Lwanga, hermano misionero comboniano nacido en Butembo (R.D.Congo), nos explicó con entusiasmo como nació su vocación de religioso consagrado y su experiencia de misión en Colombia. Nos dio a conocer la realidad de exclusión social y marginación que sufre la comunidad afrocolombiana, la cual necesita ser acompañada para redescubrir su identidad, su cultura, su riqueza, y así tomar las riendas de su propia historia  y ser ellos los protagonistas. 

Seguidamente Rosario nos contó también como nació su vocación y su experiencia de vida en Israel, donde se realizó plenamente como misionera en un contexto de pluralidad religiosa (judío, musulmán y cristiano) compartiendo sufrimientos y alegrías con las personas y aprendiendo de su fortaleza ante las dificultades e injusticias que se encontraban cotidianamente, y más tarde con el pueblo de Zambia.

Por la noche tuvimos el placer de tener entre nosotros a  Juan Eugenio laico misionero comboniano, que también vino muy bien acompañado del camerunés Julio y el senegalés Moussa. En nuestro rato de vigilia recordamos la valla de Melilla y se nos invitó a identificar cuáles eran las vallas que nosotros ponemos entre nosotros y los demás para que no nos molesten, para que no invadan nuestro espacio. El testimonio de Moussa, musulmán, explicándonos como se había sentido acompañado por Dios en los momentos más difíciles de su vida nos dejó a todos sin palabras.


Durante la mañana del domingo contemplamos el evangelio de Mc 6, 30-34ss y descubrimos a un Jesús que nunca se cansa de estar cerca de los que le buscan, que no le importa cambiar sus planes para amar cada vez más.

Finalmente en la misa que celebramos en familia le pedí al Señor que me permitiera poder reconocerle cada día en los que me rodean, con los que convivo y así poder vivir con la certeza de que en el camino, no voy sola.









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