martes, 21 de agosto de 2018

FES, una utopía hecha realidad


Tenía una semana que me quedaba de vacaciones y no me quería quedar en casa, podía haberme quedado descansando pero preferí hacer algo productivo, algo que me llenara y lo que de verdad me llena, me motiva y donde me siento útil es estando entre personas y el grupo Combojoven me ofrecía una muy buena alternativa a cualquier propuesta de verano: un campo de trabajo en la Fundación Escuela de Solidaridad, FES. Nunca había escuchado ese lugar, no sabía qué hacían, quiénes eran, cuál era su actividad… pero me apunté y fue lo mejor que hice.




FES es una Fundación creada hace más de 20 años por un joven llamado Ignacio que soñó con una utopía y la hizo realidad. Esa utopía era crear un espacio donde menores, adultos, familias, inmigrantes, personas en situación de exclusión, desamparadas...convivan en un entorno familiar donde se les acoge, se les da alojamiento y tienen cubiertas todas las necesidades básicas. En los tiempos que corren un lugar así parece de cuento de hadas, recibir todo a cambio de lo que puedas aportar tú como persona en comunidad.


Nada más llegar los residentes e Ignacio nos recibieron con los brazos abiertos y enseguida nos trataron como uno más, nos cargaron de cajas para llevar a otro sitio sin preguntarnos nada. Ignacio nos dio una lección que nunca olvidaré: “Todos somos acogidos y todos somos voluntarios”, ver a la otra persona sin distinción de “acogida” o “voluntaria” sino como hermana, con su historia de vida diferente pero con muchas cosas en común. Es más lo que nos une que lo que nos separa y allí estábamos para conocernos y aportarnos unos a otros.

Nuestra rutina Combojoven consistía en momentos de oración muy pronto por la mañana, despertar con el Evangelio nos daba fuerzas para arrancar el día con esperanza de dar lo mejor de nosotros. Descubrí que en lo pequeño están las grandezas de la vida, la realidad es transformable y el Reino de Dios es posible, ¡ahí antes mis ojos lo tenía! la propia Fundación representa el Reino: cada “buenos días”, cada sonrisa que me regalaba algún acogido-voluntario, cada mano que tendíamos para sacar adelante el día a día en la Fundación….


Después de la oración y el desayuno en comunidad teníamos unos trabajos asignados, un grupo debía transformar un espacio donde solo había trastos, en un cuarto donde realizar talleres de marquetería. El segundo grupo debía transformar otro cuarto sin uso específico en uno donde realizar talleres de cosmética. El trabajo fue laborioso pero el grupo desde el primer momento congeniamos muy bien y entre todos hicimos que saliera adelante. Trabajar juntos fue muy fácil, las ideas fluían solas y las personas acogidas-voluntarias que se acercaban se quedaban maravilladas, muchas nos echaban una mano y nos quedaron unos trabajos realmente espectaculares. Lo importante es la actitud y el trabajo en equipo. El siguiente momento del día era la comida, compartida en comunidad, aprovechábamos para socializar hasta en el rato de limpieza donde todo el mundo colaboraba como una gran familia. 



A las 4 de la tarde abría la piscina y muchos niños y niñas esperaban impacientes para “saltar a bomba” y alegrarnos la tarde con sus risas. Era un tiempo de diversión y unión de grupo, a veces interrumpido por un camión que de pronto llegaba con alimentos donados para la Fundación y rápidamente todos salíamos de la piscina para ayudar a descargar. Nos salía instintivo el ayudar al otro, el echar una mano a quien lo necesitara. Es tanta la generosidad que se respira que se va contagiando unos a otros. Nos contaban algunos residentes que la convivencia es dura, no todo es color de rosa pero eso ocurre en todas las familias del mundo, discusiones, alguien que se escaquea de los trabajos...pero se vive de forma distinta, en cuanto hay algún problema en comunidad Ignacio trata de solucionarlo hablando para todos con cariño y con buenas palabras; hay una frase escrita en la piscina que dice: “El amor es lo único que crece cuando se reparte” y cuando escucho a Ignacio y Dora cómo tratan a acogidos y voluntarios me doy cuenta de que ellos usan ese lema continuamente, sus palabras y sus actos son con amor, con cariño, lo reparten y crece, así es como la Fundación ha crecido y se ha mantenido tantos años. Son personas que han entendido perfectamente el Evangelio, su fundamento es la Palabra de Dios que es lo que les ayuda a mantenerse en los momentos buenos y en los malos.


Llegaba la tarde y la noche, la catequesis, taller de meditación o un testimonio cerrando con la Eucaristía a cargo de Daniel, Misionero Comboniano, completaban el día que hacían que cada día fuera único. Enseñanzas que me ayudaban a entender un poquito más el sentido de este lugar y el porqué de estar allí, cada uno teníamos nuestro motivo pero coincidíamos en que nuestra presencia les daba esperanza y sentía que el haber gastado mi semana de vacaciones para compartirla en FES había totalmente merecido la pena. 

Como dijo un compañero: FES es un oasis en medio de la jungla de asfalto, de la rutina y el estrés. La Fundación funciona a otro ritmo, siempre activo pero con un carisma nada común en nuestra sociedad. Es digno de conocer e invito a que todo el mundo se acerque a FES y se empape de ella porque te transforma la vida, tu forma de pensar y actuar. Te muestra que otro mundo es posible y que las utopías, con perseverancia, se hacen realidad.



Gladys Gutiérrez Berciano


Aquí os dejamos un pequeño vídeo que también puede ayudaros a acercaros con nosotr@s a esta experiencia vivida  https://www.youtube.com/watch?v=4tjoCRDub8A&t=2s



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails