lunes, 24 de septiembre de 2018

Ludoteca misionera

Ryszard Kapuściński (1932-2007) fue un periodista polaco que trabajó en África, Asia y América Latina. En 1975 cubrió la guerra de Angola, jugándose la vida por hacer llegar al mundo los horrores que allí se vivían, ahora la película Un día más con vida recupera esos momentos, mezclando la animación 3D con imágenes de documental.

Dice Xavier Aldekoa en La Vanguardia que "la película, conmovedora, poderosa, épica, a veces inquietante, está a la altura de la leyenda de su protagonista. Y eso es mucho decir". Estamos pues expectantes del estreno de esta película el próximo 26 de octubre.

Para terminar, queremos recordar unas palabras de Kapuściński: "La mejor forma de conocer el mundo es hacer amistad con el mundo. Existe una conexión entre nuestro destino personal y la presencia de miles de personas y cosas de cuya existencia no sabíamos o no sabemos nada, y que pueden influir, y de hecho influyen del modo más asombroso, en nuestra vida y su desarrollo. De tal forma que, al menos por nuestro propio interés, deberíamos esforzarnos en conocer no sólo lo que está aquí sino también lo que está allá, en algún lugar a gran distancia en nuestro planeta".


miércoles, 19 de septiembre de 2018

Curso 2018-2019

¡¡Tenemos ya el calendario de nuestros encuentros para este curso!!

Os esperamos en Madrid el 13 y 14 de octubre 😃

Para más información: 
  • Hna. Marisela: combojovenes@hotmail.com
  • P. Daniel Villaverde: sermisionero@combonianos.com
  • Carmina (Laica Misionera Comboniana, LMC): laicoscombonianos@gmail.com


lunes, 17 de septiembre de 2018

Sobriedad

La frase misionera de este mes es uno de los lemas de Pepe Mujica, expresidente de Uruguay y referente de un modo diferente de vivir y hacer política. Ser sobrias, para garantizar que todos los seres vivos tengan una vida buena; ir livianas de equipaje, para ser libres.


miércoles, 12 de septiembre de 2018

Aprendiendo a sorprenderme de la alegría de Cristo

Tras el testimonio de Carlos que os compartimos el lunes, hoy os traemos el de Lourdes, que nos transmite la emoción y las sorpresas que le ha regalado Mozambique.

Desde los 12 años he querido ver África y la Misión. Y eso fue lo que me llevó a esta experiencia en la parroquia de Benfika, a las afueras de Maputo. Desde que el avión despegó el 11 de julio hasta que aterrizó de nuevo en Madrid el día 31 fue una sorpresa tras otra, un ir cayendo ideas preconcebidas de lo que es África, lo que significa la Misión, e incluso de quien soy yo misma y de qué clase de cristianismo estaba siguiendo.
Lourdes, en el medio, junto a otras dos amigas de Combojoven, Yayo y Sofía
Por partes, la primera gran sorpresa fue la gente. Cuando llegamos a la casa, había un montón de personas haciendo muchas cosas, y nos recibieron cantando, pararon por un momento sus actividades de cada día solo para recibirnos, para asegurarse de que nos instalábamos bien. Esa fue mi primera sorpresa. Nos abrieron sus casas, nos contaron sus historias…y me enseñaron mucho sobre la clase de persona que quería ser, apenas hablaron de Jesús pero por su acogida, su gratuidad, su preocupación, su entrega, dijeron mucho más de él que si hubieran elaborado un complicado discurso con reflexiones complicadas. Y es muy bonito pensar que tenemos un montón de hermanos al otro lado del planeta.
La segunda gran sorpresa fue cuando me di cuenta de que la Misión no era hacer muchas cosas, cambiar el mundo como un superhéroe, resolver problemas. Cada uno tenía su actividad de por la mañana: había un grupo que visitaba enfermos o otros dos que íbamos a escolihnas (lo que aquí viene a ser infantil). El primer día pensé que íbamos a hacer muchas actividades chulas, diferentes…en definitiva, que íbamos a cambiar todo. Por suerte, los niños me hicieron cambiar de opinión pronto. Entre los recuerdos más especiales que tengo están los dos días en que los saqué al patio y decidieron contruir sus castillos. Este es un pequeño ejemplo de lo que he entendido que es la Misión, es estar, vivir la vida diaria de una manera diferente, con la alegría de Cristo y la sencillez de María, como esos peques, no ir queriendo revolucionarlo todo, romper con todo…
La tercera gran sorpresa fue la manera que tienen de ser Iglesia, siendo una familia. Lo he visto en cada misa, con esa importancia que le dan a cantar, a alabar a Dios con cada canción y con la alegría a la hora de hacerlo; también con las catequesis a las que asistíamos los sábados, en las que el patio de la casa se llenaba, literalmente, de pequeños grupos de fe; con la responsabilidad y participación de los jóvenes, a los que se les escuchaba; y con el compromiso de la comunidad con todos los miembros y también con el barrio en que vivían. Cada uno de los gestos que vi me recordaron bastante a lo que debía ser el cristianismo al principio y que muchas veces en Europa no se ve. Ahí vi cómo aquello de lo que hablaba Jesús en los Evangelios cobraba forma.
La cuarta gran sorpresa fue nuesro grupo, lo unidos que estuvimos, eso sí con nuestras cosillas, y lo que he podido aprender de ellos, y lo que me han enseñado de mi misma. Agradezco mucho las reflexiones que tuvimos, las oraciones y las partes de nosotros mismos que pusimos delante y que hicieron que la experiencia tomara forma.
Puede que con este pequeño testimonio haya omitido muchos detalles sobre qué fue exactamente lo que hicimos en cada momento, pero creo que transmite bastante bien lo que me he encontrado y lo que solo era una idealización mía.

Lourdes

lunes, 10 de septiembre de 2018

Memorias de África

Este mes estamos de suerte, para empezar bien el curso no os traemos un testimonio ¡Sino tres! Serán tres visiones de la experiencia que este verano tuvieron nuestr@s compañer@s en Mozambique. Hoy os compartimos el de Carlos.

Grupo Combojoven en Mozambique
Ahora que han pasado unos días y soy capaz de ir asimilando lo vivido en Mozambique, os cuento mi experiencia personal.
Yo desde hace mucho tiempo sentía atracción por  Africa, tenía y sigo teniendo mucho interés por conocer su cultura, sus costumbres, sus gentes.

Carlos, en primera fila a la izquierda

En noviembre del año pasado, en uno de los encuentros con el grupo Combojoven, me dieron una tarjetita con la información del viaje en julio de este año a Mozambique. Me quedé sorprendido, al fin mi sueño se podía hacer realidad. Así que me fui preparando.


La llegada a Mozambique fue muy bonita porque al fin había conseguido un sueño, no me lo podía creer, miraba todo como si fuera un niño, como una esponja. El recibimiento que tuvimos fue genial, ahí fue donde me enamoré de la gente de allí. Los días pasaban y yo seguía con la misma curiosidad y ganas de no perderme el minímo detalle. Estuve en la escueliña que había muy cerca de donde nos alojábamos, disfruté mucho con los niños, qué agradecidos, qué alegres, cuánto amor me llevo de ellos.


Fuimos a visitar distintas comunidades, fue impresionante el nivel de compromiso de esta gente, qué recibimiento, acogida... Me sentía como uno más.


 La gente por la calle te saludaba con gestos muy cariñosos, o con saludos muy educados pero que irradiaban alegría, cariño. Aunque algunos jóvenes nos llamaban mulungus (que significa "blancos"), pero era sin maldad.

Fue una pena que los últimos días, se estropeara la convivencia con el grupo, pero bueno serán cosas de la convivencia.


Muchas gracias a todos los que hicieron posible esta experiencia.
Un abrazo.
Charly


lunes, 3 de septiembre de 2018

Cosas pequeñas

Un vaso de agua gratis,
dos minutos ayudando a atravesar la calle,
conformarse con el maná imprescindible,
un objeto menos en nuestros enseres,
unas monedas que ni van ni vienen,
una sonrisa al que siempre está triste,
un día de ayuno consciente,
unos refrescos menos en nuestros sudores,
esas tardes con grupos marginales,
unas caricias a los que nunca las tienen,
unas horas escuchando soledades,
una compra menos en nuestros haberes,
cinco panes de cebada y dos peces...
son cosas pequeñas.

Esas cosas chiquitas
no acaban con la pobreza,
no sacan del subdesarrollo,
no reparten los bienes,
no socializan los medios de producción,
no expolian las cuevas de Alí Babá,
no subvierten el orden,
no cambian las leyes...

Pero desencadenan la alegría de hacer,
descubren la fuerza del compartir
y mantienen vivo el rescoldo de tu
querer y nuestro deber.

Al fin y al cabo, actuar sobre la realidad,
y cambiarla aunque sea un poquito,
es la única manera de saber y mostrar
que la realidad es transformable,
y que tu Reino es posible... ¡y viene!

Señor de la historia y de la vida, no sea
yo quien menosprecie
y deje sin hacer las cosas pequeñas de
cada día.

Florentino Ulibarri

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