lunes, 6 de agosto de 2018

Amar la vida

No soy tan fuerte, no, no soy tan fuerte,
para poder servirte en tu desgracia,
sin que el dolor que es tuyo se haga mío
agrandando la herida de mi alma.

No puedo, no, poner a tu servicio
lo mejor que en mi vida encuentro, hermana,
sin que al sacarlo quede al descubierto
que lo mejor con lo peor se amasa.

Y así, hermana, al pretender serte útil,
queriendo poner bálsamo en tus llagas,
no es infrecuente herirte, incluso allí
donde más quise ser mano que sana.

Te doy mi humanidad toda; con ella,
la fe en que, amar la vida, cura y salva.

A. López Baeza

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