sábado, 15 de octubre de 2022

Los caminos del peregrino

Durante la primera quincena de agosto participamos con el grupo de Combojoven España en la peregrinación que empieza en Verona y termina en Limone, pueblo natal de Comboni. Esta experiencia misionera invita a los jóvenes europeos a volver a las raíces del carisma comboniano a través del encuentro y el compartir. En esta edición participamos jóvenes de Italia y España, tres combonianos de Congo, Benín y Kenya, tres combonianas de Ecuador, Italia y Etiopía, un laico de Italia, un escolástico de Sur Sudán y una postulanta de Egipto. Precisamente el tema sobre el que giraba la experiencia era "Mi obra no morirá: ¡hermanos y hermanas en el mundo!". Todas estas nacionalidades unidas por la Misión no podrían reflejar mejor esa gran frase de Comboni.

Pasamos primero unos días en Verona para dar inicio al campo y conocer con más detalle la vida y misión de Comboni. Después de coger fuerzas y confianza en el grupo, nos pusimos en camino. Teníamos por delante más de 120km y muchas experiencias que compartir (siempre uniendo español, italiano e inglés, o hablando en fantasía como nos gusta decir). Nos esperaban testimonios sobre la Misión, misas, catequesis, oraciones de la mañana y muchos momentos de compartir, reír, cansarnos, animarnos (y quejarnos a ratos).

Una de las cosas más bonitas y curiosas de peregrinar es que aunque compartamos el mismo viaje, cada persona tiene también una vivencia personal de lo que supone para ella ese camino. Para poder reflejar todo lo que hemos vivido de forma colectiva pero también individual, queremos compartir en lo que queda de artículo nuestras vivencias personales sobre lo que ha supuesto esta experiencia.

Nos queda también dar gracias a todas las personas que han hecho posible toda la peregrinación. Gracias como siempre a toda la familia comboniana por todo su empeño misionero y especialmente a todos los que con sus testimonios nos preparan a la Misión.

 


"El camino representa muchas cosas. Para empezar si hablamos del camino físico, hablamos de 6 días de caminar. El primer día (el más duro a ojos de todas las personas que lo han hecho), son 26 kilómetros de Verona a Cerro Veronese. El segundo, 25 km, hasta Erbezzo. De ahí el tercer día son 20 km hasta Peri. Entonces te presentas frente a las escaleras de la Madonna de la Coronna y son 20 km hasta Caprino Veronese. Ya a partir de aquí se ve el lago, y por lo tanto el final. De Caprino son 22 km hasta Castelletto di Brenzone y por fin, 13 km andando y un ferry hasta limone.

En total, haciendo el sumatorio y sin contar confusiones por el camino, son 126 kms. Lo que separa Verona de Limone sul Garda. Un camino montañoso, verde, soleado y exigente. ¿Merece la pena? En nuestro caso, la respuesta es un sí.

Geográficamente, el camino es previsible. Varias personas lo habíamos hecho ya y conocíamos la dureza del desnivel de esta peregrinación. Sin embargo el camino espiritual no es tan previsible. Cada participante llegó el 1 de agosto con unas circunstancias e inquietudes distintas y lo acabó también con respuestas (y más preguntas evidentemente).

Al ponernos a andar, nos volvemos mucho más disponibles, tanto para Dios como para los demás. El camino es charlar con alguien y descubrir que tenéis una misma duda. El camino es estar en silencio y que Dios te hable en el corazón. El camino es hablar con un miembro de la familia comboniana que te inspire y te recuerde que merece la pena. El camino es ser consciente de tu sitio en el mundo. El camino es sacrificio, fe, esperanza, amor, silencio, preguntas, respuestas y comunidad. Aunque el camino durase del 1 al 12, había empezado antes y seguirá después. Porque el camino es la vida misma."

Daniel Cerezo

 


"Recorrer los diferentes sitios por los que pasó Comboni ha sido una oportunidad para constatar que su carisma sigue muy vivo y presente en los misioneros y misioneras que han caminado con nosotros. De manera especial, todo el grupo nos hemos sentido muy acompañados por las Misioneras Combonianas, que, 150 años después de su fundación, siguen siendo madres y compañeras de los pueblos a las que son enviadas, en este caso, de nuestro grupo. Durante los primeros días en Verona, pudimos acercarnos a los comienzos de su Historia, a la persecución que sufrieron durante la época de la Mahdia en Sudán y, además, tuvimos la suerte de poder asistir a la Renovación de votos de algunas de las hermanas, signo de que la obra que Dios había comenzado, como diría Comboni, no iba a morir. También hemos podido compartir nuestras inquietudes personales, de misión fe, y ellas sus historias vocacionales y la realidad de los países y los pueblos de los que son parte.

A nivel personal, este camino me ha hecho reflexionar sobre la esencialidad de la vida, qué cosas en mi vida son necesarias y cuáles solo importantes. Vivimos en una sociedad en la que parece que cuantas más cosas puedes comprar, más feliz puedes llegar a ser. En el camino descubres que esa no es la dinámica de la vida, la felicidad es salir al encuentro del otro, con lo que eres, no con lo que tienes. Pero esta esencialidad no es solo en cuanto a lo que llevas en la mochila, sino también los pensamientos que llevas en la cabeza sobre cómo debería ser todo. Este camino me ha enseñado que lo verdaderamente necesario es la confianza en Dios, él da lo que necesitas y no lo que quieres y, si llevas tu mochila interior llena de ideas, cuesta mucho más dejar espacio para el encuentro, para ese “salir de ti mismo” que tantas veces nos han repetido."

Lourdes Melchor

 


"Cuesta separar la palabra caminar de "sacrificio". Viviendo en este siglo podríamos perfectamente coger el coche e ir a Limone en menos de dos horas, ahorrarnos unas cuantas ampollas y agujetas, no dormir en el suelo y visitar tranquilamente la casa de Comboni. Pero no, peregrinamos. ¿Por qué peregrinamos? Siempre me acuerdo de una frase que dice mi amiga Nat "Peregrinar es rezar con los pies". Es salir de ti misma, renunciar a tus comodidades y ponerte en camino.

El sacrificio tiene dos caras: la más dura: el esfuerzo, y la más bonita: el objetivo. Aunque nos cueste sacrificar, no es lo más difícil. No cuesta tanto esforzarnos sabiendo que llegaremos a un objetivo. No cuesta tanto caminar (aunque un poco sí) cuando sabes que esa etapa tiene un fin. Lo que de verdad cuesta es seguir caminando, seguir esforzándote cuando no sabes si realmente va a servir de algo. Si el esfuerzo de hoy te acercará a donde quieres estar mañana. Cuando al tirar la moneda solo sale la cara de esforzarse y nunca la de tu objetivo. En los momentos en los que no entiendes nada de la misión o si realmente tienes una.

Aquí es donde vienen a rescatarnos la fe y la confianza en nosotras mismas y en que Dios nos capacitará para lo que nos ha elegido. Por eso no tenemos que caminar solas, sino dejarnos acompañar por todas las personas que nos acercan a Dios y consiguen que este viaje sea un poco más llevadero. Claramente, nuestro grupo está llena de ellas."

Isa Cerezo

 


""Yo muero, pero mi obra no morirá", puede sonar pretencioso o hasta egocéntrico, pero la obra (opera) de Comboni no era personalista, sino coral. Coral en los actores y actrices, dando relevancia a todas las partes (sacerdotes, hermanas, laicos y laicas) en la misión. Soñando una Iglesia de todas y para todas. Y coral en los focos, no solo trabajó en anunciar el Evangelio en Sudán, sino en la propia Europa. Todavía se cuenta entre los miembros de la familia Comboni cuando aquel tíoabuelo Daniel trajo a Limone a un sacerdote sudanés, la primera persona negra que veían en ese rincón de Italia. Como nos explicaba la Hna. María Vidal, Comboni defendía en Europa la dignidad humana de las personas negras 20 años antes de que en Berlín la Iglesia siguiera discutiendo si los negros tenían alma. Esta obra, el trabajo coral y profético de actualizar el Evangelio, es la que Comboni sabía que no iba a morir. Y hoy sigue viva. Seguimos necesitando anunciar el Evangelio tanto en territorios invisibilizados y oprimidos, como en nuestro propio territorio.

Decía Mons. Santiago Agrelo que el Evangelio no se lee igual en una catedral que en una patera. Y esa es nuestra labor misionera, poner el Evangelio en el encuentro con las realidades que nos llaman: la migración, la igualdad de género, el cuidado de la Casa Común, la diversidad del amor... No dejar de actualizar las dioptrías para leer con claridad el amor al próximo. Ser Iglesia peregrina que sabe dejar la carga inútil que hace más difícil el camino. La obra del buen samaritano, la de sentirnos todos hermanos y hermanas (Fratelli Tuti), esa de Comboni, esa nuestra, no morirá."

Iñigo Vitón

 


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