domingo, 18 de septiembre de 2016

Acogida al peregrino: una experiencia como familia comboniana

La llegada a Palas de Rei me hizo recordar mi paso por esta etapa del Camino de Santiago hace dos años. Sin embargo, la visita a este encantador pueblo de la Galicia rural era muy diferente en esta ocasión. Se trataba de realizar una experiencia conjunta de las diferentes ramas de la Familia Comboniana: religiosos, religiosas y laicos. Se decidió poner en marcha este proyecto común que duraría 1 mes con la doble finalidad por un lado, de acoger al peregrino del Camino y, por otro lado, de hacer comunidad entre los diferentes miembros que formamos la familia. Aunque no sabía muy bien en qué iba a consistir mi actividad, la verdad es que me sentía feliz, abierta a vivir una nueva experiencia. 

 Fue todo un lujo compartir piso con Marisela, religiosa comboniana y Juan Eugenio, LMC. Todas las mañanas nos reuníamos con el hermano comboniano Jesús y el padre comboniano Alberto para rezar juntos los Laudes en la Iglesia de San Tirso de Palas. En este bonito lugar sagrado, diariamente los misioneros combonianos acogen peregrinos de todos los rincones del mundo: australianos, puertorriqueños, chinos, alemanes, holandeses, canadienses, zelandeses etc., les sellan sus credenciales y les dan la bienvenida. 

Pero su labor no se queda ahí, conversan con el peregrino con los oídos del corazón abiertos, dispuestos a escucharlos. Muchos de ellos, se abren y cuentan sus experiencias o situaciones de vida. Nuestra labor consistía en entender el sentido de la acogida al peregrino, no sólo el sellar las credenciales sino compartir con ellos una pequeña conversación o simplemente ofrecerles una cálida bienvenida. Además se les ofrecía un mensaje bíblico en diferentes idiomas para ayudarles a vivir con mayor profundidad su peregrinaje, como momento perfecto de conocimiento y búsqueda interior de nuestra esencia. 


Fue muy enriquecedor escuchar al peregrino contar el porqué de realizar el Camino o cómo lo estaban viviendo. Observamos que aquellos que venían de lejos, desde Roncesvalles o incluso más atrás, St. Jean, tenían una presencia diferente, una llegada serena, sosegada. También fue sorprendente el encontrar peregrinos de más de 70 años que llevaban recorrido alrededor de 700 km. Fue una inspiración y personalmente, me motivan a recorrer el Camino francés desde su inicio. 

 La acogida del peregrino, además de realizarla en la Iglesia de S. Tirso, también se llevó acabo en una pequeña capilla en la aldea de St. Xulian (San Julián).Este encantador lugar de 33 habitantes tenía una pequeña capilla del S. XII que albergaba a St. Julián y a la Virgen del Carmen. Lugar de paso de peregrinos, a unos 45 minutos caminando de Palas, hacia Melide. La experiencia allí fue también muy especial. Observé la diferencia del peregrino que llegaba a Palas de aquél que llegaba a San Julián. A diferencia de Palas, en el que la acogida se centraba en un peregrino que llegaba de final de etapa del día, cansado, emocionado, con necesidad de una acogida serena, que le ayude a reponer fuerzas, a ser lugar de parada, en este caso, el peregrino iniciaba prácticamente la etapa del día. La acogida era de transmitir ánimo, energía, fuerzas para el Camino. 

En los dos casos, la respuesta de los peregrinos era maravillosa. Sólo con su sonrisa, su mirada de agradecimiento y sus palabras, te sentías recompensado, aunque también dejaban propinas. Esta primera experiencia de acogida y compartir vida con la familia comboniana y con los peregrinos del Camino de Santiago, ha sido una experiencia muy especial y que me ha ayudado a entender el sentido de salir de mí misma e ir al encuentro del otro. Ha sido maravilloso vivir la experiencia en este caso, no como peregrina sino en el otro lado del Camino, en la acogida. 

Sólo puedo dar las Gracias a la familia comboniana por haberme hecho partícipe de esta experiencia.



Lorena Garre Albaladejo

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