Hacía tiempo que, antes de entrar en el postulantado, yo buscaba
hacer algún tipo de voluntariado con inmigrantes pero nunca me fue posible a
causa del trabajo. Por eso para mí fue una gran alegría cuando me ofrecieron
colaborar como profesora de español para inmigrantes en el Proyecto Girasol que
actualmente lleva Cáritas Parroquial. ¿Cómo explicar lo que ha significado para
mí este voluntariado? Y es que la felicidad que siento al caminar por las
calles de la Chana e ir encontrando alumnos y alumnas, poder saludarlos,
llamarlos por su nombre, felicitarles un feliz Ramadán… no se puede explicar.
Tampoco se puede explicar la ilusión de escuchar leer su primera frase en
español al alumno que empezó sin saber la diferencia en “a” y “e”. No soy una
profesional de la enseñanza y menos de lengua para extranjeros pero he
intentado dar lo mejor de mí misma para ayudar a las personas que se acercaban
a la parroquia.
Estoy agradecida al Señor por haber estado en esta labor tan
bonita de ser signo de Su acogida gratuita, incondicional. Agradecida por cada
uno de los voluntarios que han trabajado conmigo, me han animado. Agradecida
por los alumnos que con ilusión afrontaban la tarea de integrarse en nuestro
barrio, me han recordado que posiblemente yo un día también necesite que me
enseñen un idioma y que me acojan en una cultura diferente.
La fiesta de final de curso, que celebramos el 29 de mayo, con la entrega de diplomas y la
merienda compartida fue una oportunidad para recoger los frutos del curso y
animar a que perseveraran en su tarea a los alumnos de los talleres. Para unas
cuantas también fue una oportunidad para que expresáramos nuestra alegría de
estar juntos mediante el baile, un lenguaje universal, capaz de unir a las
personas por medio de la música.
La excursión de final de curso que hicimos el 4 de junio con el resto
de alumnos y voluntarios de todos los talleres de Cáritas fue muy bonita. Me
hace creer que otro mundo es posible el pasar un día entero visitando la Alpujarra,
un autocar lleno de mujeres saharauis con sus hijos, de nigerianos y nigerianas
y otras nacionalidades tan dispares. Contemplar la belleza de la naturaleza,
eso es universal y agrada al ser humano, independientemente de su lugar de
origen.
Para mí la experiencia ha sido
edificante y siempre enriquecedora. Concretamente con los tiempos que estamos
viviendo en nuestra Europa con las fronteras cerradas a los refugiados, he
sentido la necesidad de permanecer en esta presencia de acogida y solidaridad
con los inmigrantes de nuestro barrio como aportación a la creación de una
sociedad más justa.
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