jueves, 8 de enero de 2015

Al Dios de la Vida



Nos embarcamos camino al encuentro de noviembre en casa de las misioneras Combonianas desde distintos puntos de la geografía española Sevilla, Granada, Murcia y de la propia capital Madrid dispuestos a escuchar, a estar atentos a lo que Dios quería que nos lleváramos de este fin de semana. 

El sábado comenzó con la oración de la mañana en la que se nos invitó a escuchar el Evangelio de San Lucas (1, 26-38) sobre la anunciación del Ángel a María. Y nos preguntamos: ¿Qué hubiera sucedido si la respuesta de María hubiera sido que no, la hubiera dilatado o hubiera ignorado las palabras del Ángel? En cambio su respuesta fue un acto perfecto de fe y de confianza en el propósito que Dios tenía para su vida. María aceptó libremente y se abandonó completamente a la voluntad del Padre.

A pesar de sus dudas y temores sobre su futuro, como todos tenemos ante lo desconocido, ante la incertidumbre, su SÍ permitiría a Dios poder llevar a cabo su propósito de salvar el mundo a través de su hijo. Dios no hubiera podido realizar su obra, caminar junto a ella sin la aceptación libre de María. Para nosotros es algo similar, Dios nos otorga la libertad de aceptarlo o no en nuestras vidas para cumplir con el propósito que tiene para cada uno de nosotros. Proyecto de vida que nos hace sentirnos plenos pues está en absoluta conexión con quiénes somos, con nuestra esencia, con lo más puro del ser humano y que os invito a experimentar.


La mañana continuó con un taller sobre la espiritualidad comboniana a cargo de nuestro Laico Misionero Comboniano, Jose, en el que se analizaron los diferentes rasgos que componen la espiritualidad comboniana (La oración, La Confianza en Dios, La Universalidad, La cruz y La Comunidad). 

Comboni  tuvo un encuentro con Dios que transformó su vida. Escuchó a Dios, estuvo abierto al mundo y  llevó a cabo, desde su libertad de elección, el propósito que Dios tenía para él: llevar el mensaje liberador del amor de Cristo al pueblo africano sometido a la esclavitud y considerado animales de carga sin alma en el siglo XIX. Su lema Salvar África con África nos sigue hoy inspirando. Es un grito de Esperanza, Salvación para este continente lleno de vida y riqueza que por sí mismo, a través de sus gentes puede fructificar y crecer.

Como ejercicio de reflexión se nos invitó a analizar cada uno de los rasgos que componen esta espiritualidad para desde el momento en el que nos encontramos, desde lo que somos, reconocer aquellos rasgos que más nos llamasen la atención o con el que nos identificásemos. Siempre es muy productivo y no deja de sorprenderme la visión tan dispar que cada uno tiene de un mismo texto y que tanto nos enriquece. Eso es lo maravilloso de ser únicos…¿no crees?

Por la tarde, y tras un descanso, continuó el encuentro con los testimonios de Rafael y de Mari Juli. Me impresionó además de los proyectos que llevan a cabo tanto en Sudáfrica como en Latinoamérica, entre los afros, la satisfacción personal que refleja su mirada y su expresión al hacer el recorrido por su historia y haber vivido plenamente su vocación,  poniéndose al servicio del prójimo y exponiendo en muchos casos su propia vida. Suponen un ejemplo para nosotros que estamos caminando en el descubrimiento de nuestro propósito.




Finalmente, el sábado por la noche vivimos una vigilia muy especial con nuestra queridísma Omaira que ha caminando con nostr@s durante dos años en la búsqueda de nuestra vocación y también literalmente, en la peregrinación a Limone (Italia), el año pasado y este verano, en el Camino de Santiago. Además de deleitarnos con su sonrisa, alegría y su compañía, nos invitó a escuchar a través de la canción de Dani Martín Que bonita es la vida un canto a disfrutar de este regalo tan grande que da todo de golpe y luego te lo quita, que a veces se despista, que nace que vive que viene y va; pero que al fin y al cabo es bonita tal como es. 

Terminamos con una oración de gracias al Dios de la vida.

“[…] Nos llamas a ser hombres y mujeres libres, compasiv@s, solidari@s, testigos de esperanza; personas de Dios, personas de Espíritu, que quieren seguir, muy de cerca, a Jesús […]”

El domingo por la mañana nuestra grande Rosario dio la catequesis y que como siempre, es un placer escucharla. El tema que se trató fue el encuentro de la samaritana con Jesús, encuentro que supuso un acontecimiento y una transformación para su vida a quién, como a nosotros, le costó reconocer con quién hablaba, pero Jesús en su infinita paciencia y misericordia permaneció a su lado, dándole pistas hasta que ella logró entender. También nos invitó a reflexionar sobre las pequeñas luces que no nos permiten dislumbrar la verdad o la opacan y cuáles son las fuentes de las que bebemos.

Por último, el Padre Rafael ofició la Eucaristía de una manera sencilla, reunida, en comunidad, saboreando cada momento de esta grandísma celebración y que, en muchas ocasiones, por la rutina, escuchamos sin detenernos en su significado. El centro de nuestra vida es Jesús y desde ahí nosotros actuamos. El problema es que lo buscamos en lo llamativo, en lo extraordinario y no nos damos cuenta que Dios actúa en nuestra vida, en los pequeños acontecimientos que suceden a diario y que obviamos.

Con todo este aprendizaje, reconfortados, llenos de energía renovada y con un gran sabor de boca, volvimos cada mochuelo a su olivo a continuar caminando con la mirada atenta, vigilantes, siendo contemplativos pero actuando en nuestra cotidianidad.

Lorena Garre





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